En el verano del 84, mis amigas y yo organizamos un equipo de fútbol en el barrio. Invitamos a las niñas de barrios vecinos a organizar sus propios clubes de fútbol. Para el 15 de enero, estábamos en condiciones de jugar el primer campeonato en el distrito. El único objetivo era jugar: no teníamos requisitos de uniforme, edad, apariencia, religión o lugar. Si eras una chica futbolera, tú y tus amigas eran muy bienvenidas.
Nunca nos preguntamos, y nuestros amigos varones tampoco, si estábamos haciendo bien, si era lo adecuado para chicas, si con nuestra audacia usurpábamos los derechos de la masculinidad. Más bien los chicos nos estimularon a jugar y aún más, algunos sacrificaron un par de tardes de excursión a la arboleda para apoyar el entrenamiento. Era la dignidad de la pandilla la que estaba en juego y no cabían las discriminaciones de género.
He leído en periódicos y revistas, información de todo el mundo sobre las mujeres en el deporte y la manera en que ellas deberían lucir. Sólo para mencionar dos ejemplos: Por un lado,el equipo de fútbol femenino de Irán fue descalificado por la FIFA de participar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
La razón principal de esta medida fue que el uniforme que lucían las chicas, compuesto por pantalón, camiseta de manga larga y pañuelo islámico, no se ajustaba a los requerimientos de la organización. Incluso se dijo que el uso del hiyab- velo que cubre la cabeza como símbolo de opción religiosa -era peligroso para el desempeño de las mujeres en la cancha.
Por otro lado, la FIBA- Federación Internacional de Básquetbol- decidió cambiar el uniforme de las chicas, haciéndolo más corto y ajustado. Desde ahora, los shorts deben estar 10 centímetros más arriba y las camisetas no pueden separarse del cuerpo más de 2 centímetros. En este caso, los argumentos rayan con el cinismo: Reduciendo los uniformes, La FIBA dice promover la identidad de género, ayudando a las deportistas a diferenciarse de los varones.
Creo que en ambos casos, y en otros parecido, los únicos dos conceptos relacionados con la mujer son discriminación y sexismo.
Discriminación religiosa. El hiyab es parte de la identidad de muchas mujeres musulmanas. Es una manera de hacer visible a los demás su religión y con ello, sus valores, su forma de vida y hasta su cultura. En un mundo occidental lleno de prejuicios contra lxs musulmanes, y enviciado de información manipulada sobre el islam, la prohibición de la FIFA no hace más que aumentar la confusión y las falsas ideas. Se considera el hiyab inseguro porque, en esencia, la FIFA y sus autoridades, muy políticamente correctas, piensan en el fondo de sus prejuicios, que el Islam es peligroso y que las deportistas de Irán son unas féminas sometidas a un sistema de vida y una manera de vestir primitiva según el canon de la moda a este lado del mundo. Basta con revisar que países están impidiendo la participación de deportistas que usan velo o uniformes que cubren la cabeza, para darse cuenta que se trata de decisiones políticas más que deportivas.
Siempre escuchamos de parte de los líderes de opinión sobre la necesidad de estimular la participación de las mujeres musulmanas en escenarios de mayor visibilidad.¿Cómo es posible hacer eso cuando ciertos aspectos de su identidad se limitan?
Sexismo. La FIBA por su parte, aduce razones de género. En realidad estos argumentos, aducidos en nombre de una falsa igualdad, esconden la opresión de las mujeres involucradas. Este es un asunto de poder que proviene del dinero, los patrocinadores y los acuerdos comerciales para decidir qué es una mujer y cómo se utiliza su identidad,de acuerdo con los objetivos de la publicidad, para estimular el voyeurismo, el consumo de cerveza y la comida chatarra, la compra de artículos de deporte de alta gama pero, en ningún caso, los derechos de las mujeres en el entorno deportivo, su inclusión en el básquetbol o la práctica de actividades deportivas para mejorar la salud.
¿No era el deporte una sana competencia? ¿Un motivo de reunión con objetivos de amistad? ¿No eran las Olimpiadas un evento cuya convocatoria es mundial, para fortalecer la amistad entre los pueblos, representado por cinco aros que representan su universalidad?
Estos casos hacen gala de una vergonzosa falta de Fair Play hacia las mujeres y contra los intentos de una mayor visibilidad y ampliación del ejercicio de derechos.Tanto la FIFA como la FIBA se comportan como un par de jugadores muy «chancheros», ya no sólo para hacer un gol al rival sino para manipular y discriminar a las mujeres.
Es hora para las autoridades deportivas, de mostrar para quién juegan en realidad y cuál es el verdadero color de sus camisetas y hacer una declaración firme sobre cómo llenar el espacio vacío entre las normas, la tolerancia y de género.
La identidad es un derecho, una constante búsqueda sin término ni día de llegada. Pertenece a cada hombre y mujer como una prerrogativa y no puede ser utilizada o manipulada en los términos y condiciones de los demás. La búsqueda y la definición de nuestra identidad es un proceso de transformación, donde el deporte puede ser un aporte estratégico hacia un ser humano mejor y más feliz. Mientras tanto, las mujeres seguiremos jugando por la justicia social y la inclusión:»Citius, Altius, Fortius» (Más Rápido, Más Alto, Más Fuerte).
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