Como en todo movimiento de mujeres, feminista, con perspectiva de género, etcétera, lo que dificulta el progreso y el logro de cambios significativos, son las propias mujeres. Hay que decirlo. Todo está bien en nuestro mundo feliz, mientras no aparezca una oportunidad de entrevista, de conferencia, de beca, de viaje, de trabajo, porque hasta ahí no más llega el discurso de «trabajar unidas, por todas y con todas». Es una realidad. El mayor obstáculo para los avances de la mujer, son las propias mujeres.
Las mujeres pedimos visibilidad, pero no nos visibilizamos. Las mujeres queremos igualdad, y actuamos con sesgo. Las mujeres reclamamos justicia, y nos ponemos a competir sin piedad entre nosotras. Las mujeres criticamos el Patriarcado, pero nos discriminamos. Hablamos mucho de hermandad y practicamos poco la sororidad.
Estas conductas son aprendidas.Porque esa enemistad ha sido construida socialmente y reproducida por nosotras mismas. En la sororidad se encuentra la posibilidad de eliminar la idea de esa enemistad histórica entre mujeres. Marcela Lagarde explica que así como duele más la incomprensión, los ataques, la competencia y el autoritarismo femeninos, en esa misma medida “los hechos positivos entre mujeres, marcados por claves de alianza, potenciación colectiva, y la consecución de mejores condiciones de vida para las mujeres tiene una doble repercusión subjetiva”.
Sororidad es una palabra adaptada al español, que viene del inglés «Sorority»y significa hermandad. Sin embargo, cuando se usa en relación al género, no sólo incluye el sentimiento fraternal hacia las otras mujeres, sino que también- se supone- la generosidad suficiente para permitir el avance de mujeres con distintas capacidades y potencial dentro de una organización, colectivo o movimiento.
Juntar mujeres en número no es Sororidad, así como tampoco lo es llamarlas hermanas. La Sororidad es una ética de promoción e inclusión de las mujeres bajo la convicción de que cada una de nosotras tiene el derecho- y el deber- de hacer florecer sus talentos y aportar a la equidad de género y ser reconocida por ello.
Una de las cosas que me molesta sobremanera es la instrumentalización del discurso sobre Sororidad para fines particulares de una persona o un grupo, que grafico en expresiones como las siguientes, que estoy segura muchas de ustedes han escuchado:
«Somos todas hermanas, pero soy la presidenta.»
«Todas tenemos derecho a opinar, pero la única que habla en representación de ustedes soy yo.»
«Todas son importantes, pero algunas tenemos más experiencia.»
«Estoy de acuerdo que la información se comparta… pero esta invitación a la conferencia me la guardo para mi, puede traducirse en una oportunidad para mi carrera.»
«Las compañeras cuentan, pero decidamos entre nosotras y luego les comunicamos.»
«La idea es mía, yo la dirijo, yo la lidero.»
Estas expresiones de pura lógica patriarcal- Siiiii, es patriarcado femenino- me hacen sentir instrumentalizada. Se me convoca a muchas iniciativas donde siempre son las mismas las que dirigen, figuran y hablan en representación de mi persona. Donde el centro de dirección o administración del movimiento siempre está en el mismo lugar y las demás somos el arroz del plato. Acompañamos. Sumamos. Sí, sumamos pero nunca lideramos.
La sororidad es una fuente de autoestima y “el desarrollo de la autoestima de género permite que cada una valore de manera positiva ser mujer y se beneficie personalmente de logros, avances y acciones de mujeres que son capital simbólico y político del género que por eso pueden iluminar a quien los recibe y elabora como propios y los lleva a su propio mundo”, dice Marcela Lagarde.
No se cambia lo de afuera, sin cambiar lo de adentro. Muchas tienen el coraje de denunciar las injusticias que la sociedad comete contra las mujeres, pero ¿Cuántas de nosotras estamos dispuestas a una revolución espiritual real en términos de Sororidad? ¿Cuántas de nosotras estamos dispuestas a actuar en conciencia y en acciones sobre aquellos principios a los que decimos adherir? ¿Quien será la primera en cambiar las expresiones anteriores por:
«Somos todas hermanas y el poder es de todas: Lo comparto y transmito mi experiencia a líderes potenciales. Las estimulo a relacionarse con el poder.»
«Todas tenemos derecho a opinar. Nadie representa a nadie. Reconozco el valor de cada una para explicarse a sí misma.»
«La experiencia de todas es fundamental. Le doy paso a las nuevas para que enriquezcan su bagaje y crezcan como personas.»
«Estoy de acuerdo en compartir información y oportunidades: Esta vez NO seré yo de nuevo. Estimulo a otras a desarrollarse y tomar parte en eventos, actividades, diálogos.»
«Las compañeras son importantes. No decidimos nada si no están.»
«La idea es mía. ¿Quienes pueden dirigirla?.»
La Sororidad debe ser el primero de los objetivos, el propósito principal y el motor de nuestras acciones en torno al género. Es la primera conquista, sin la cual todas las otras serán transitorias. ¿Suena difícil? Puede que lo sea, tenemos siglos y siglos de conductas reforzadas una y otra vez que tenemos que desaprender. Pero quien desea cambiar el mundo, debe demostrar que es capaz de cambiarse a si misma.
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