Afganistán: Salvan la Vida de sus Hijas, Educándolas como Varones

¿Por qué necesitamos dar a una chica la cara de un niño para darle libertad? Esta es la pregunta que se hace Azita Rafhat, una ex miembro del Parlamento Afgano, quien optó por la decisión radical de criar a sus cuatro hijas como si fueran chicos. Aunque claramente muy bien educada y con una carrera política de influencia, ella, sin embargo, ha sucumbido a la percepción social  dominante de que  mientras no críes a un hombre, no eres nada.

Rafhat es una de las pocas personas que estuvo de acuerdo en participar en el micro-documental «El Problema con las Niñas» producido por la BBC Persa, que echa un vistazo en la extraña pero casi nunca discutida tradición de los Bacha Posh –

Bacha Posh (vestida como un niño en lenguaje Dari) es una práctica cultural de algunas áreas de Afganistán en donde la familia no tiene hijas y tienen que vestir a una niña con la ropa y las características de un niño, como el cabello corto. El Bacha Posh ocupa un lugar intermedio en el que no es una hija pero tampoco un hijo. En la cultura afgana, existe la presión por tener hijos de sexo masculino para perpetuar el nombre de la familia y heredar las propiedades del padre. En la ausencia de hijos, la familia viste a una niña como tal, bajo la superstición de que tener un bacha posh en la familia influirá en los deseos de la mujer por tener un hijo varón en un embarazo futuro.

Como Bacha Posh, una chica tiene más posibilidades de ir a la escuela y de acompañar a sus hermanas en lugares públicos, además de evitar a la familia la vergüenza de no tener hijos varones. El estatus de la niña Bacha Posh generalmente cambia cuando llega a la pubertad. Las mujeres que han sido criadas como Basha Posh a menudo tienen dificultades para hacer la transición de niño al rol tradicional de mujer en la constreñida sociedad afgana. Mientras que los registros históricos son vagos en establecer hace cuanto tiempo esta práctica existe, la evidencia señala que ya antes del 1900 era posible encontrarla en algunas tribus del país.

Las niñas que son «elegidas» para esta práctica se visten como niños; se les da el nombre y la apariencia de un chico. Se las envía al colegio, se les permite jugar en la calle y generalmente tienen todas las libertades que a las niñas y mujeres de Afganistán le son negadas en dicha sociedad patriarcal. Los líderes religiosos, como no, hacen la vista gorda ante esta situación y las familias parecen aceptar este estado colectivo de suspensión de la realidad, que significa disfrazar el género de un ser humano. ¿Como será la carga social de no tener un hijo varón que la gente prefiere aceptar esta ilusión temporal?

Dos niñas y un Basha Posh

Pero, ¿Qué pasa con las niñas?

Si bien la mayoría debe dejar de ser Basha Posh en la pubertad, algunos padres continúan criándolas como hijos hasta que son adultos. Algunos participantes del documental, incluyendo a una activista por los derechos humanos, señala que ser criada como a un niño, aumenta la autoestima de las niñas y les permite volverse mujeres independientes con un trabajo y vidas satisfactorias.

Sin embargo, el documental «El Problema con las Niñas» muestra claramente el daño psicológico causado por este delirio respecto al género: «Si mis padres me obligan a casarme, yo compensaré la tristeza de las mujeres de Afganistán y golpearé a mi marido tanto que él me llevará a la corte cada día·» dice Elaha. Ella vivió como un niño por 20 años y sólo lo dejo porque tenia que ir a la universidad para estudiar derecho. Ella, así como la hija de Azita, viene de una educada familia de doctores.

El caso de la ex parlamentaria y sus hijas Basha Posh es curioso: Ella es la segunda esposa de un hombre, quien se casó con ella porque su primera esposa no podía tener hijos. Como Azita tuvo sólo hijas, el miedo de ser abandonada o de que su marido tomara otra esposa, la llevó a hacer eso. Fue una decisión forzada motivada por la inseguridad ante el abandono y la idea de que sin un marido, la mujer no es nada. Y sus hijas son las victimas de la situación.

Los realizadores del documental, señalaron que fue muy difícil encontrar colaboradores dispuestos a hablar, aún cuando la práctica es ampliamente conocida y popular. Una de las mujeres participantes señaló que hablar del tema con su marido es imposible, ya que así es como son las cosas en la sociedad Afgana: Una mujer es más privilegiada si tiene un hijo.