Retórica de la Cuerpa Política

El cuerpo femenino: Objeto de narrativas y apropiaciones extranjeras a su geografía

¿Quién decide que es lo adecuado para decir sobre el cuerpo de una mujer? La respuesta correcta es la más lógica: La misma mujer, obvio. Pero las cosas no son así en la vida real. En lo cotidiano, las mujeres aún no tenemos el derecho de elaborar una retórica sobre nuestro propio cuerpo; más bien, este aún está sujeto a la retórica de otros.

Retórica de Opresión

Hablar de retórica, en este caso, es hablar de los discursos, narrativas y representaciones que dominan los cuerpos de las mujeres. En general, estas retóricas dicen que si una mujer expone alguna de las partes de su cuerpo considerada sexualmente atractiva, es porque busca sexo; si está tapada, es una mujer modesta y tímida; una mujer usando un traje se considera «adecuada», en cambio otra usando minifalda, es una chica fácil en busca de «acción»; una mujer que cubre sus pechos es una mujer seria, quien no lo hace, no lo es y tiene que aguantarse los «piropos» ¿Porqué? ¿Quién define esto?

La verdad es que, aún después de muchos años de lucha, a pesar de que las mujeres hemos ganado el reconocimiento a muchos de nuestros derechos, todavía no podemos hablar de nosotras mismas en los términos reales que quisiéramos. Todavía no tenemos el derecho de vestirnos como queremos, sin ser etiquetadas o recibir los juicios sociales sobre intenciones, estilo de vida y opciones, de acuerdo a cuantos metros de tela nos cubren o no.

A veces la gente puede verme con pañuelo islámico o no. En ambos casos soy enjuiciada por ello. Si tengo una foto con pañuelo, por taparme, por ser terrorista y fomentar la opresión. Si no lo uso, es que no soy de verdad religiosa y  promuevo la pornografía y me exhibo (!!!!). Y? Sí, soy una cuerpa curvilínea y rellena QUÉ? Me siento orgullosa de ella y muy cómoda con mi sexualidad.

Para mi no hay diferencia, ya que sigo siendo la misma persona: Una ser humana escogiendo su vida, lo que incluye tomar decisiones sobre lo que viste y la manera en que se cubre, por gusto y por una necesidad social; de lo contrario me la pasaría todo el año en mi pijama rojo con estampado de gatos.

El Cuerpo como Extranjero

Las retóricas de opresión convierten a nuestrxs cuerpxs en extranjeros: No sólo nos dividen en santas y pecadoras; además, nos programan para rechazar nuestra corporalidad, para que sintamos vergüenza de sus fluidos, para esconderlo cuando es llamativo, para sofocarlo en la abyección y violentarlo con fajas, inyecciones, dietas, plásticos varios. En fin, para odiarlo cordialmente. Como dice la Feminista Musulmana Fatima Mernissi «La talla 38 es la burqa de la mujer occidental».

¿Cuál es el problema con la piel, con la desnudez? En mi opinión, se relaciona con la concepción cultural del cuerpo de la mujer como pecaminoso. Recuerdo una retórica popular de mis años con las monjitas:

La Mujer es culpable de la perdición de la humanidad, porque de su cuerpo emana la tentación.

Esta es la retórica del Slutshamming, según la cual avergonzarse de nuestra corporalidad, de sus funciones, sensaciones, capacidad para el placer y potencial político es lo digno y respetable y toda aquella que no lo haga, es decir, toda mujer que actúa con autoestima, poder, libertad y amor con respecto a su propio cuerpo es una prostituta

Si odiamos nuestros cuerpos, será más difícil reclamarlo como propio y más fácil que aceptemos la violencia sobre ellos.

Este sistema necesita que nos odiemos a nosotras mismas. Así es más fácil controlarnos. La autoestima del cuerpo es política: Gatilla procesos de autonomía de las narrativas de la corporalidad, es foco de resistencia al patriarcado y crea espacio para construir relatos nuevos y propios sobre nuestrxs cuerpxs.

Las afirmaciones relativas a la corporalidad y las valoraciones morales del vestido/desnudez son creaciones culturales y afectan la libertad y la autoimagen de las mujeres. Es una lástima que pensemos que está bien reproducir dichas afirmaciones sobre nuestro cuerpo, ya sea que esté vestido o no.

El Cuerpo es Político

El problema no es con la carne en si, sino con su cualidad de territorio político. Con esto quiero decir que lo que preocupa al Patriarcado y los poderes que se benefician de él, no es que tengamos senos, útero o vagina sino lo que eso significa, el problema es declarar que:

No «Tenemos» cuerpos sino que SOMOS una cuerpa que NOS PERTENECE por completo, en una sociedad donde el Estado, los Medios, las Instituciones y la Religión androcéntrica nos dicen que tenemos UNA CUERPA EXTRANJERA PARA CONTROLAR, propiedad de la maternidad, de la heteronorma, del sistema de salud, de la ciencia, del matrimonio y de la política normativa de género.

Una mujer tomando decisiones, construyéndose, con suficiente coraje para asumirse como es, desechando las convenciones y los permisos de otros para definirse a sí misma, des-y-cubriendo su cuerpa tanto desea, sin dar explicaciones a nadie, es un problema para una cultura basada en mecanismos de supresión y dominación hegemónicos.

Es central la recuperación de nuestros cuerpos como territorio político. Cuando digo esto no estoy hablando acerca de la sexualidad y las decisiones que la conciernen solamente. Me refiero que nuestra vida completa pasa por nuestro cuerpo: El placer sensual, pero también las ideas, el tiempo, los derechos, las leyes y la religión… todo pasa en el cuerpo. Ninguna persona ha experimentado todavía nada fuera del cuerpo humano. Todo, incluso los sueños o visiones que tenemos, lo experimentamos en nuestros cuerpos.

Soy quien soy, más allá de las telas y de los códigos de represión. Tengo derecho de hacer que mi cuerpo hable como quiera y sobre lo que quiera. Me atribuyo la prerrogativa de construir mi propia retórica sobre el cuerpo.

Llegará el día en que las mujeres no tengamos que justificar las decisiones sobre nuestra anatomía e imagen; el día en que podamos ejercer el derecho a rechazar etiquetas y criterios de otros sobre nosotros, sin que nos pongan en duda o nos enjuicien; el día en que una mujer sea definida como algo más que la hembra del varón, llegará: Tal vez yo no lo vea, pero me aseguraré de haber hecho todo lo posible por contribuir a que se haga realidad.