En Chile, el aborto ha sido un tema extensamente debatido y paradójicamente un procedimiento médico escasamente explorado. Los estudios que hay sobre el tema, que son de dudosa validez, conectan al aborto con enfermedades mentales y abuso de drogas. Como bien sabemos, los políticos han utilizado estos estudios para justificar la ilegalidad e inmoralidad del procedimiento. Si no me crees, preguntémosle a la UDI y los pro-vida en general.
Hace menos de un mes se hizo público el primer estudio que investiga las conductas de mujeres que quisieron abortar y que por distintas razones no pudieron. El estudio tomó estos datos y los comparó con mujeres que sí lograron abortar.
No obviemos lo curioso de esta investigación: nadie antes se había enfocado en estudiar qué le pasa a una mujer que quiere abortar pero no puede hacerlo ya sea por restricciones legales o falta de disposición de lugares para llevarlo a cabo el procedimiento. Ahora, gracias a este estudio tenemos algunas pistas.
La investigación titulada “The Turnaway Study”, debe su nombre a que a todas las mujeres a las que se les negó el aborto fueron “turned away”, rechazadas.
Este estudio de tipo longitudinal revela qué ocurre con la posición económica, salud y la situación de las relaciones amorosas y significativas de estas mujeres después de buscar infructuosamente un lugar donde abortar.
En USA, investigadores de la salud pública utilizaron datos de 956 mujeres quienes intentaron abortar en 30 clínicas distintas dentro de USA. De este grupo, 182 mujeres fueron rechazadas. Los investigadores hicieron seguimientos a todas mujeres, que cubrían toda la brecha de experiencias respecto al aborto. Algunas consiguieron el aborto de manera simple, para otras fue toda una batalla, y a otras les fue negado el procedimiento porque sus embarazos tenían unos días más de los limites gestacionales para realizarlos. Hace alrededor de un mes el grupo de investigadores presentó lo que descubrieron después de dos años de trabajo en el “Estudio de las Rechazadas” en la reciente conferencia de la Asociación Americana de Salud Pública.
Pobreza
La muestra total de las mujeres del estudio tenía distintas posiciones económicas representadas. El 45% de las mujeres recibía asistencia pública y dos tercios de ellas tenían un ingreso familiar que estaba bajo el nivel de pobreza. Una de las razones principales por las cuales las mujeres querían realizar un aborto era el dinero. Basándose en los ingresos de las “rechazadas”, esto parecía ser la mejor opción a tomar.
Dentro de las mujeres a las que se les negó la ejecución de un aborto, el 86% estaba viviendo con sus hijos un año después. Sólo un 11% lo dio en adopción. También un año después, las sujeto de estudio estaban mucho más propensas a recibir ayuda social –el 76% estaba en el límite, en oposición al 44% de las mujeres que abortaron. También un año después de la negación de aborto, el 67% de las “rechazadas” estaba bajo la línea de pobreza versus el 56% de las mujeres que sí pudieron acceder al procedimiento. Sólo el 48% de las mujeres que no abortaron tenía un trabajo jornada completa en contraposición al 58% de las mujeres que sí lo hicieron .
Por lo tanto, cuando a una mujer se le niega la opción de abortar, es estadísticamente más propensa a estar desempleada (imagínense el caso en Chile), a recibir ayuda del Estado y a estar bajo la línea de la pobreza. Esto a la vez implica mayores costos para el Estado, por la ayuda a través de bonos que debe entregar y por todos los programas sociales que se crean para controlar y minorar fenómenos que ocurren respecto a la natalidad.
Violencia y Abuso de drogas
No hay diferencias estadísticas significativas entre las mujeres que abortaron y las que no respecto a sus experiencias en violencia y uso de drogas. Pareciera no existir correlación entre las mujeres que abusan de sustancias y el aborto, pero un punto interesante encontrado en el estudio corresponde a las mujeres con consumo de drogas: las que no pudieron abortar y eran consumidoras fueron más proclives a dar a sus hijos en adopción.
Lamentablemente, cuando se trata de violencia doméstica, la negación de un aborto hace una gran diferencia. Las “rechazadas” eran mucho más propensas a mantener su relación con un cónyuge que ejercía violencia en comparación a las que sí abortaron. Al año después de no realizar el aborto, el 7% reportó un incidente de violencia doméstica en los últimos seis meses, mientras que sólo el 3% de las mujeres que abortaron reportaron episodios de violencia en el mismo periodo. Uno de los investigadores enfatiza que este fenómeno no indica que las “rechazadas” son más propensas a involucrarse en relaciones más abusivas, sino que el hecho de tener la opción de ejecutar un aborto permitía a las mujeres apartarse de esas relaciones de manera más fácil.
Los porcentajes que revela el acento en la violencia son a la vez parte de un patrón mucho más amplio que demuestra que las “rechazadas” se inclinan más por permanecer en contacto con los padres de sus hijos. Este aspecto, aunque es superficialmente positivo, no siempre es bueno de acuerdo a lo que las cifras de violencia revelan. Incluso en la mayoría de los casos donde la violencia no está involucrada, los investigadores notaron que los padres no viven con las mujeres “rechazadas”. Las rechazadas fueron consultadas sobre la convivencia con sus parejas y descubrieron que los hombres no eran más propensos a vivir con mujeres que siguieron adelante con sus embarazos ni tampoco con las mujeres que sí realizaron un aborto. “Los hombres no se quedan porque simplemente tuviste una guagua, esa es la cruda forma de ponerlo” Dice un investigador.
Salud mental
Una de las principales preocupaciones sobre el aborto es que este causa “problemas emocionales”, o sea ciertos rasgos que podrían ser indicadores de psicopatologías como la depresión. El estudio de las “rechazadas” dio una mirada desde dos ángulos a esta pregunta: 1) cómo se sintieron las mujeres que fueron rechazadas y las que abortaron y 2) si efectivamente experimentaron una depresión diagnosticada luego de abortar.
En general, no se debe abusar de la psicopatología depresiva. Últimamente ha existido un boom con su concepto, porque ahora existe depresión de todo tipo. Su diagnostico en realidad es bien estricto. Es importante diferenciar “cómo te sientes” y si esto corresponde a una psicopatología.
Una semana después de buscar un lugar donde hacer el aborto, el 97% de las mujeres que lo hicieron sintió que fue la decisión correcta y 65% de las rechazadas aún deseaba realizarlo. En este grupo la ansiedad era considerablemente superior en comparación al grupo que pudo ejecutar el aborto.
Las mujeres que abortaron reportaron una sensación de alivio (90%), aunque para muchas también acompañado de tristeza y culpa. Pero todos estos afectos se difumaron naturalmente con el tiempo en ambos grupos. Un año después no hubo diferencias respecto a la ansiedad o depresión entre los dos grupos.
Por lo tanto, el estudio no encontró ningún indicador duradero en cuanto a sensaciones dolorosas y negativas asociadas a realizar un aborto. La única diferencia en cuanto a lo afectivo entre ambos grupos al cabo de un año es que las rechazadas estaban más estresadas. La sensación común es que tenían mucho más que hacer de lo que en realidad podían hacer. Aún así, ninguna de estas situaciones se tradujo en depresión, por lo tanto aborto y depresión no parecen estar vinculadas. El estudio seguirá por cinco años más, por lo tanto queda tiempo para determinar si habrá cambios.
Salud física
Como se mencionaba no se encontró relación entre aborto y depresión, pero se descubrió un riesgo mucho mayor al momento del parto. Incluso en altas etapas de la gestación los abortos son más seguros que el parto. Los investigadores descubrieron que las complicaciones son más comunes y severas después del nacimiento: 38% experimentó limitaciones para realizar actividades, en promedio alrededor de 10 días, luego de haber dado a luz. Comparando con quienes abortaron, sólo el 24% experimentó esto y por un promedio de 2,7% días. No hubo complicaciones después del aborto, sin embargo después del parto en las rechazadas hubo manifestaciones de fractura de pelvis, infección y hemorragia.
Conclusiones importantes
No se encontraron secuelas relacionadas con la salud mental debido al aborto en comparación a mantener el embarazo no planificado o deseado.
Otro descubrimiento importante: incluso un aborto realizado fuera del periodo gestacional estipulado es más seguro que un parto .
Tercero, a dos años de la ejecución o rechazo del aborto, las mujeres que siguieron con sus embarazos no deseados son tres veces más probables de caer bajo el nivel de pobreza que las mujeres que abortaron.
Si observamos todos estos datos, que antes no existían, podemos armar una nueva imagen sobre el aborto. Si fuéramos “objetivos” esto debería tener incidencia a nivel estatal.
Lo claro es lo siguiente: darle a las mujeres el derecho a elegir, les proporciona mejor salud y bienestar. Además se prevé mejor futuro económico. Obligar a las mujeres a tener hijos no deseados genera mantener a mujeres y niños en la pobreza y quizás bajo condiciones de violencia doméstica, siendo ambos factores grandes gatilladores de trastornos psicopatológicos.
En Chile estas cifras son claras, la población más pobre corresponde a la de madres adolescentes solteras, quienes según las estadísticas no invertirán su tiempo en estudiar, obtendrán trabajos con sueldo mínimo -si es que lo consiguen, tomando en cuenta el complejo mercado laboral chileno- optando por no trabajar la mayoría de las veces, provocando que sus hijos se empobrezcan más, en todo ámbito. Lo que nadie quiere decir: la tasa de criminalidad baja cuando el aborto es permitido. Tiene total sentido con estos datos.
Este año también se rechazó la idea de legislar sobre el aborto en Chile, refugiándose en el falso discurso de “proteger la vida”, observado desde una óptica conveniente a los propios sesgos ideológicos. El pensamiento conservador ha privado históricamente a las mujeres en nuestro país de ejercer sus derechos y por lo tanto mayor libertad sobre sus opciones. Es increíble cómo datos tan significativos respecto a la salud mental, ingresos y violencia que experimentan las mujeres sea información tan silenciosa y sin incidencia respecto a las políticas públicas. Probablemente estudios como este no serán tan socializados como sus antagonistas, pero podemos confiar en que habrán grupos que podrán visibilizarlos y lograr consecuencias a favor de los derechos.
Por Estefanía Harvey para Asterisco Mag
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