Carta de una Mujer Afgana a su Acosador Sexual

El acoso sexual callejero es violencia

El acoso sexual callejero es violencia

*Por Noorjahan Akbar

¿Que Tal Señor?

No sé su nombre, pero usted se cruzó conmigo una semana después del  Eid-al-Fitr en un bazar de Kabul. Es posible que me recuerde. Yo era la mujer joven que llevaba un pañuelo blanco y una larga túnica roja bordada con pantalones oscuros. Yo estaba de pie junto a un puesto de verduras y negociaba el precio de la menta fresca cuando usted pasó y me pellizcó el trasero. Me puse roja. El anciano que vendía verduras lo notó, pero no dijo nada. Es probable que vea cosas como esas todos los días. Esto me había pasado más de una vez; pero esta vez me sentía más incómoda, porque el vendedor se dio cuenta.

Corrí detrás de usted y agarré su muñeca. Asustada y sudando empecé a gritar: «¿Por qué has hecho eso? ¿Cómo te atreves? ¿Haces esto en casa a los miembros de tu familia también?» Usted comenzó a gritar más fuerte: » Usted está loca! Yo no he hecho nada. Usted no es digna de que yo le haga alguna cosa».

Me sentí avergonzada de decirle a la gente lo que usted había hecho. Usted probablemente recuerda cómo todo el mundo nos estaba mirando. Otras mujeres me aconsejaron mantener la calma, que un escándalo como ese sólo podría arruinar mi reputación, pero yo no iba a rendirme. Empecé a gritar. Pronto llegó la policía y nos  llevó a los dos a la estación.

Un hombre alto, de uniforme, me preguntó qué había pasado. Le dije. Usted abrió la boca y el policía lo mandó a callar. Lo siguiente que supe, fue que el agente policial le estaba pegando. Usted estaba en el suelo y él le estaba pateando con sus zapatos gigantes. El sudor goteaba de sus espesas cejas. Debe haber estado tan enojado como yo.

Yo a usted no lo volví a ver, pero el amigo que estaba caminando con usted ese día, me siguió luego durante todo el camino a casa. Él me dijo: «¿Cuál es el problema? No es como que te haya violado!».  Pero yo estaba demasiado cansada para una segunda pelea.

Usted y su amigo, probablemente, dicen ser musulmanes. Es probable que hasta recen en la mezquita todos los viernes o más a menudo. Es probable que digan a sus esposas que no deben salir de la casa, porque el mundo exterior está lleno de hombres horribles, listos para agredirlas y atacar su dignidad. Incluso, es probable que usted crea que tenía derecho a tocar mi trasero porque usted piensa que una «buena mujer» nunca sale a la calle sin un hombre. Sus hermanas son «buenas», se quedan en casa cuando usted las presiona para ello con esos argumentos. Si yo fuera una «mujer buena», haría lo mismo. Las calles pertenecen a los hombres.

Le escribo esta carta para decirle que nunca tuve la intención de que usted fuese golpeado y humillado, pero no siento culpa de haber hablado. Le escribo para decirle que yo sé lo que usted pretende: Usted quiere amenazarme, asustarme y mantenerme encerrada en casa, para que aprenda a cuidar a muchos niños y a cocinar como una esposa amable y sea sumisa para el hombre con el que algún día me case. Usted quiere que yo esté aterrorizada del mundo exterior e insegura de no encontrar mi camino y mi lugar en el mundo. Usted quiere que yo piense que el único lugar seguro y «decente» para mí está en la cocina y el dormitorio.

Pero me dirijo a usted para informarle que yo no voy a comprar eso nunca más. Ni usted, ni los talibanes, ni este gobierno, ni mi hermano ni madre, ni nadie me puede convencer de que yo soy menos que un hombre, de que no puedo protegerme a mi misma, de que yo no puedo ser lo que quiero; nadie puede convencerme de que la mejor vida para mi es estar «segura» en la cocina, donde un hombre o una madre tengan el control de mis movimientos. Yo no voy a comprar eso. Nunca más.

Voy a salir de casa todos los días y a caminar con valentía por las calles de mi ciudad, no porque tenga que hacerlo, sino porque YO PUEDO. Ni el acoso o asalto sexual, ni un gobierno opresivo jamás serán capaces de negarme ese poder otra vez.

Con Rebeldía,

 La mujer que usted ha acosado

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 Noorjahan Akbar nació en Kabul, en una familia de hombres y mujeres empoderad@s, dedicados a la idea de dar forma a un nuevo Afganistán. Le enseñaron a ser mejor, a personificar la bondad, la justicia y la igualdad y a no perder la esperanza en la humanidad.