Reconociendo Múltiples Feminismos: La Voz de las Mujeres Musulmanas

Gráfica de la muestra «Muslima» del IMOW

El Movimiento Feminista emergió de las experiencias de mujeres con el objetivo de comprender la naturaleza de la inequidad de género que nos afecta y nuestro rol en la sociedad. Su lucha siempre ha sido lograr una mayor justicia social para las mujeres y que seamos equiparadas a la categoría de persona, tanto en lo corporal, como en lo intelectual y espiritual.

Los feminismos de la primera y segunda ola fueron objeto de fuertes críticas, por tener en cuenta sólo a las mujeres blancas, de clase media y con formación académica. Aunque el feminismo convencional y las feministas han tratado de incorporar un montón de cosas para hacer frente a esas preocupaciones, todavía hay grandes lagunas e inquietudes en cuanto a entender y hacer en este ámbito.

Lo anterior es una de las principales razones por las cuales las mujeres de color, las feministas del tercer mundo, las feministas negras, etc. no se reconocen a sí mismas en la corriente principal del feminismo blanco. El feminismo postcolonial nos ha reconocido agencia fuera de los canones de subalteridad, de ahí la importancia de este enfoque para comprender las luchas por nuestros derechos desde el sur.

La cuestión es que este «feminismo blanco y primer mundista» es un enfoque dominante, que ve el objetivo de la justicia social de género, desde una sola perspectiva. Ell@s se ven a sí mism@s como salvadores blanc@s, que pueden arreglar la situación de las mujeres en todo el mundo, incluso si esto significa falta de comprensión y respeto de los demás en cuanto a la cultura, la religión y la identidad.

La misma tendencia se ha visto en el auge de la Islamofobia en Occidente, especialmente después del 11 de septiembre de 2001. Incluso en los países donde casi no existe población musulmana, la Islamofobia y los estereotipos sobre las mujeres musulmanas están presentes en los discursos mediático e institucional.

Incluso, las personas comunes y corrientes, no sabiendo nada de Islam, se apropian de las construcciones simbólicas sobre «La Mujer Musulmana» como si fuesen la verdad última e inobjetable. Con esto, se nos mantiene a las mujeres que profesamos el Islam como Fe, en un estatus latente de «alteridad-subalteridad» en el cual no se nos reconoce voz propia ni capacidad para explicar la realidad, menos para desarrollar un discurso feminista.

Como mujeres, reconocemos que existe el patriarcado en nuestras culturas y hay algunos problemas graves en todas las sociedades con respecto a las mujeres y su acceso a los derechos básicos. La opresión femenina es un estado cotidiano y general que, de diferentes formas, nos afecta a todas. No obstante, estar de acuerdo en el diagnóstico, no quiere decir que las estrategias de emancipación y las formas que asumen las luchas por los derechos tengan que ser los mismos.

Para reclamar justicia social en nuestras sociedades patriarcales, las mujeres tenemos que ser capaces de ser socialmente justas entre nosotras. Esto implica reconocer la diversidad de sensibilidades, culturas, contextos, historias, sexualidades, aspiraciones que nos configuran como personas y la forma como esta interseccionalidad nos cruza a a cada una.

Colaboración Sí, Usurpación No

Actualmente, queda más que claro-o debería estarlo- que las mujeres musulmanas (así como las lesbianas, indígenas, latinas, inmigrantes, negras, transexuales o chicanas) somos más que capaces de hablar por nosotras mismas.

Sin embargo, admitir una realidad no es lo mismo que legitimarla. Y todavía el feminismo blanco primer mundista y burgués, cae de modo recurrente en el acto de tomar el espacio, el liderazgo y la voz en los temas de las mujeres de «La Tercera Ola», las que nos hemos reconocido como sujetos a través del desarrollo del feminismo postcolonial.

Una prueba de ello es la cantidad de campañas online llevadas adelante por ONGS Europeas o Norteamericanas,que abogan por los Derechos de las Mujeres africanas, latinas o musulmanas, como si estas mujeres, en sus países y/o contextos no estuviesen haciendo nada al respecto. Esto sólo como ejemplo.

Los medios de comunicación y su preferencia por lo hegemónico, no muestran a menudo las realidades del activismo en el tercer mundo, pero desde los feminismos deberíamos tener claro que la usurpación deslegitima y reduce el impacto de nuestro trabajo, además de invisibilizar aún más nuestras voces.

Esto nos coloca en una posición difícil: Por un lado, estamos luchando contra el Patriarcado y, por otro, por no desaparecer tras las buenas intenciones salvadoras de nuestras compañeras del feminismo tradicional.

En los tiempos que corren , en que las mujeres de todo el mundo están luchando por su espacio, las feministas blancas, muchas veces, han hecho sólo más mal que bien, al ser irrespetuosas de nuestras identidades y valores.

Miles de Rostros de Mujeres Musulmanas

El Islam no es monolítico. Es una de las religiones más multi-raciales del mundo. Los y las musulmanes venimos en todos los colores y con nuestra identidad cultural diversa.

Esta falta de comprensión de las particularidades de las mujeres musulmanas o feministas musulmanas es bastante clara sobre la base de estereotipos establecidos por el  orientalismo y los medios. Leyla Ahmed ha denunciado esos estereotipos y dice que son muy útiles para justificar los asuntos políticos .

El feminismo blanco, occidental y auto-definido como «Universal» tiende a reproducir los códigos de la opresión y la islamofobia, al asumir estas imágenes sobre las mujeres musulmanas como la realidad, con lo cual se acerca al machismo y al dogmatismo religioso, más que a los feminismos.Esta actitud hacia las mujeres musulmanas u otras personas que no representan la corriente principal son sólo una forma de reproducción patriarcal de algunas mujeres.

Si hablamos de feminismos, debemos reconocer que esto es, en primer lugar, un proceso de ganar la propia conciencia y que  el reconocimiento de género comienza en la persona, por lo que nadie tiene derecho a imponer un marco normativo sobre este proceso.

Todas las mujeres, incluso las mujeres musulmanas entre nosotras, somos diferentes y llevamos nuestra historia propia, motivaciones, ideas y conceptos a este acto liberación, que supone la adopción de una conciencia que conduce finalmente a la construcción de un discurso feminista de género. Entonces: ¿Quién tiene derecho a decir que experiencias son mejores o más feministas que otras? Esto es el establecimiento de la jerarquía, que es exactamente lo que el patriarcado hace con las mujeres en su conjunto.

Nosotras, las mujeres tenemos que trabajar en el reconocimiento de las demás como seres humanos capaces de explicarse a si mismas y desarrollar nuestra propia retórica sobre lo que es una mujer y sobre las teorías que nos explican .

También es necesario avanzar en el reconocimiento, el respeto y la integración de diversas estrategias para construir una verdadera asociación, reapropiarse de lo universal común que es en última instancia, sólo una suma de la diversidad humana en torno a valores comunes, de lo que se supone el feminismo es una expresión.

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