Género, Conocimiento y Propiedad Intelectual: Visibilizarnos Unas a Otras es Resistir

 

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Gracias al apoyo de la Oficina Municipal de la Mujer de mi ciudad, capacité a un grupo de maravillosas dirigentas sociales en Género, Poder y Liderazgo. En el mismo tono, pero a través de las Tecnologías de la Información, hice mentoring en el Programa «Voices of Our Future» de World Pulse, cuyo objetivo es empoderar a lideresas del sur global en las TIC y Comunicación para el Cambio Social.

En cierto modo, me he dedicado a compartir conocimiento. Lo cual me llevó a reflexionar sobre esta cita de Virginia Woolf: «Anónimo era una mujer» y en la invisibilidad deliberada que caracteriza el aporte de las mujeres en todos los ámbitos de las empresas humanas.

El mandato patriarcal impide a las mujeres reclamar y aceptar reconocimiento. Se nos dice que las «buenas mujeres» son discretas y actúan motivadas por la renuncia. Aspirar a ser visible es egoísmo. Nuestro anonimato da igual, porque lo importante es el beneficio que nuestro conocimiento dará a la sociedad.

Este condicionamiento legitima la explotación de nuestro intelecto, ya que «Las ideas no pertenecen a nadie». Pero esto es mentira. Las ideas si tienen dueñx, pero a las mujeres se nos niega el derecho a reclamar propiedad sobre ellas y se nos socializa para renunciar a dicho reclamo por miedo a ser acusadas de «egocéntricas».

Cuando estas dinámicas se reproducen en los feminismos o en espacios cuyo objetivo es empoderar a las mujeres, resulta hipócrita, injusto y violento.

Activistas requeridas por estudiantes de Doctorado para compartir su saber adquirido en la práctica, que luego es presentado como «Resultado de una investigación» en la cual sus nombres no figuran. Educadoras o trabajadoras sociales a quienes se pide crear material que no lleva su nombre y parece haber sido creado por la entidad auspiciante. Las innumerables veces en que una bloguera o articulista copia de otro blog sin citar ni referir el vinculo a la fuente de la publicación.

La reacción patriarcal es castigar a la que reclama y ofenderse: «Que mala feminista, sólo busca ser famosa». «Es que acaso no agradece que le hagamos difusión?». «Pero que ganas de joder! Si es sólo un articulo». «Oye, pero te damos trabajo». «No te cito más, ya que te quejas».

¿Para qué hablar tanto de empoderar a las mujeres, si hay resistencia a nombrarlas? ¿Para que hablar de dar voz a las mujeres si van a permanecer anónimas o minimizadas? ¿Si nos gustan las ideas, porqué no acreditar a las compañeras que las piensan?¿Sería igual con Isabel Allende, Marta Lamas o Marcela Lagarde? ¿Sería igual con un escritor? ¿Con una Tesis? ¿Se respetan las ideas según el estatus de quienes las piensan?

Estas prácticas son anti-éticas y patriarcales. Fortalecen la explotación del conocimiento producido por mujeres, así como la idea de la mujer como artefacto: Sólo las personas tienen derecho a un nombre y a ser nombradas. La solución no es enojarse sino reconocer y transformar los modos de dominación que reproducimos.

La Democratización del Conocimiento incluye la lucha por visibilizar el saber de las mujeres. Exige de las feministas re-definir qué es tal «conocimiento», una critica de los privilegios que permite y la genealogía de su rol como elemento de colonización. En este proceso ninguna mujer debe ser anónima y las que son relegadas a los bastidores del trabajo intelectual feminista deben estar en la primera linea.

Los feminismos son una praxis si no, son mera propaganda. La transformación social demanda instalar el feminismo como una contra-cultura y una practica cotidiana. En el intento, desde luego, vamos a dar pasos en falso. Pero siempre, sin dudar, reclamemos nuestro derecho a ser nombradas. No es egoísmo ni excesiva ambición. Vivimos en una civilización misógina, organizada para borrarnos del mapa: Visibilizarnos unas a otras es una forma de resistir.

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