«Isho No Esh Finimishta»: Mujeres, Feminismos y Etica del Conflicto

conflictos entre mujeres

Hace un tiempo, la feminista F. C.  fue el target de bullying y acoso en redes sociales que duró meses, el cual incluyó difamación en Twitter y Facebook, artículos en blogs y web sites y cartas a organizaciones de mujeres e instituciones públicas en las cuales se solicitaba prohibir su presencia en los espacios de activismos. Quienes hacían esto? feministas que habían sido sus amigas. Por qué? por un desacuerdo.  Esto es expresión de la destructiva socialización a que nos someten para complacer y reproducir el patriarcado a costa de nuestra integridad como mujeres.

Declararnos feministas no cambia esto en lo absoluto. Las mujeres peleamos con las armas del patriarcado

Nos han domesticado para obtener la aprobación del sistema patriarcal a cualquier costo. Somos el resultado de siglos de pedagogía para la desconfianza entre mujeres, validación y reproducción de nuestra opresión y condicionamiento a la competencia mutua. Esta es la raiz de nuestra incapacidad para lidiar con los conflictos entre nosotras de una manera constructiva y no deshumanizante

Las feministas no estamos libres de manejar la controversia de manera destructiva: “Entonces tú no eres feminista”, «No es feminista eso que haces/dices» o «Eres tóxica», «Hazte ver», «No sabes», «Tienes problemas, por eso..» son expresiones que NO representan intención de diálogo. Escapamos así de la oportunidad de PRACTICAR el feminismo cuando es crucial y nos deshumanizamos en nombre de la causa de la humanización de las mujeres.

Estas expresiones alienantes, desconocen la subjetividad de otras mujeres para validar una visión personal de feminismo. Probablemente sea verdad: Muchas cosas que las mujeres hacemos no son feministas, sino algo mejor: Expresiones de nuestra humanidad. No deberíamos renegar de ellas. No me interesa un mirada feminista donde yo no me vea humana. La idea radical de que las mujeres somos personas es la noción básica del feminismo. Personas, por lo tanto, seres falibles, imperfectas, con áreas rugosas, momentos de duda, con traumas y espacios vacíos.

El conflicto como un patrimonio pedagógico

El patriarcado entra en conflicto para vencer al oponente y las mujeres hemos aprendido estos paradigmas para relacionarnos entre nosotras. Aún si encontrarámos el modelo de sociedad perfecto y se lograra la total erradicación de la opresión femenina, el conflicto existiría. No obstante, esto es positivo, si pensamos en el conflicto como una oportunidad pedagógica, una instancia para ejercer una ética donde la controversia no es vista como un evento extra-ordinario y trágico y hay validación del hecho de que cada una porta un saber, que hace posible explorar nuevos paradigmas para resolverlos.

Suena fácil, pero no lo es. Romper con la socialización negativa significa comprometerse con nuevas prácticas y esto puede ser en sí mismo una fuente de conflictos. Por ello, este cambio en la forma de confrontar entre mujeres no es posible sin la Sororidad, es decir, sin un acuerdo explicito y estratégico de colaboración entre mujeres en el contexto patriarcal basado en el principio pro-humanización, que posibilita la acción de respeto entre nosotras.

No es quererse para toda la vida o de encontrarse razón en todo. Es una estrategia política, para compartir el análisis de los problemas, la información, practicar la racionalidad empática, escapando así a los mecanismos aprendidos en el patriarcado de chantaje emocional, manipulación y dogmatismo vital. Individualmente, comprender la sororidad es liberarse de las violencias validadas, reproducidas y/o toleradas y comprometerse con una visión humana de una misma y las mujeres, en la manera de vivir con ellas y entre ellas, en lo personal y lo politico, en el amor y el odio.