Inventar a la Otra: El Caso de las Mujeres Musulmanas

La foto que acompaña a este artículo, u otras similares, han sido publicadas, compartidas y comentadas a través de las redes sociales durante mucho tiempo, como expresión de la misoginia inherente al Islam, bajo descripciones como «Mujeres capturadas por ISIS para venderlas en el mercado de concubinas» o «Mujeres sometidas a matrimonios forzados» o «Imagen de los Cristianos que mueren en el Islam».

La imagen en cuestión corresponde a un acontecimiento religioso que celebran los musulmanes chiíes, llamado Ashura, para recordar el martirio y asesinato del Imam Hussein en Karbala, actual Irak, hace 1200 años, así como el posterior cautiverio de las mujeres de la casa del Profeta Muhammad, quienes aceptaron el humillante peregrinaje de ser llevadas encadenadas desde Kufa (en Irak) a Shaam (actual Siria) en vez de someterse sin resistencia a sus captores. Destaca especialmente Zaynab bint Ali, quien tuvo la osadía de desafiar al Califa de la época, acusándolo públicamente de ir contra los principios igualitarios del Islam y ser un opresor de las mujeres y los débiles.

El uso de esta foto para manipular a la audiencia no es nueva. En marzo de 2015 el político canadiense Jason Kenney, publicó estas fotos en su cuenta de Twitter en el Día Internacional de la Mujer, para apoyar su propia narrativa sobre la necesidad de intervenir en Siria.

Las mujeres en las fotos realizan una performance para recordar un evento que ocurrió hace 1300 años. Hay miles de fotos online que nos permiten apreciar este hecho. La polémica sobre qué representa la imagen confirma que las mujeres musulmanas son el hoax más grande de la era digital. Lo que se dice de ellas rara vez corresponde a lo que son y quieren expresar. Mucho de lo que circula se basa en la opinión de personas que no tienen interés en escuchar sus voces. Su pasividad e inferioridad presunta son sólo imaginarios culturales que alimentan la islamofobia de género. Son las «Víctimas», las «Otras» y el problema de género más explotado de la era global, gracias a la permanente y acumulativa violencia epistémica de las que son objeto.

El Feminismo, el empoderamiento, la liberación de la mujer no son cuestiones de localización geográfica ni de enunciados rimbombantes, sino de lugares declarativos, justicia y acceso en la representación. Hay una pereza favorecida por el Internet que potencia el ejercicio de ciertos privilegios discursivos. El hoax de «La Mujer Musulmana» es explotado con gozo por las ONGs, los social media y todo aquél que busca atención rápida y viral. El colonialismo en el discurso es un activo que permite una forma de vida, estatus, poder y validación.

Una buena forma de buscar justicia para las mujeres oprimidas en el mundo, ya sea por ISIS, sus maridos o sus gobiernos, es practicar la justicia de género en los discursos y representaciones. El debate sobre la capacidad de las mujeres en el Islam para ser feministas es rancio y bizantino. Si cualquier persona puede ser feminista, entonces las musulmanas también, porque son personas, punto.

Es dolorosamente cierto que hay mujeres esclavizadas por el Estado Islámico. Pero también están las que resisten, denuncian y persisten, invisibles o censuradas por las políticas de información y las lineas editoriales de los medios de comunicación o de sus gobiernos y las jerarquías religiosas. Al invisibilizarlas con manipulación informativa, se las re-victimiza, se las convierte en objetos, se las violenta en lo simbólico. Yo quiero verlas a todas, saber sus nombres, sus historias, quiero verlas de verdad. Basta de «inventar a las otras», es hora de hablar de Nos-otras.

Pedagogía Critica en Islam, Feminismos y Género

 

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Por Vanessa Rivera de la Fuente

En mi trayectoria vinculada al desarrollo comunitario -a través del activismo y mi profesión- he aprendido que la educación popular es una práctica y metodología muy útil para descentralizar todo tipo de conocimiento.

Desde que me inicié en el Islam, estoy enfocada en crear espacios para la producción, discusión y apropiación del conocimiento religioso de parte de las mujeres en la base social. La religión no está separada de la vida cotidiana de las creyentes. Es relevante generar espacios de diálogo y reflexión crítica sobre los religioso en espacios socio-comunitarios por varias razones: Primero, porque la vulnerabilidad socio-económica es un factor común de arraigo a lo religioso. Segundo, las narrativas religiosas son patriarcales y hay que desafiarlas a todo nivel y tercero, por que cada mujer participante posee un saber que ha sido deliberadamente borrado por las hegemonía patriarcales y las instituciones.

Acceso al Conocimiento: El Diálogo es Pedagogía

La hermenéutica feminista del Islam es un paradigma que busca dotar a las mujeres de herramientas discursivas para fortalecer sus agencias y facilitar una nueva comprensión de los fenómenos religiosos al servicio de la justicia de género. Para que esto sea posible, el conocimiento debe ser accesible en el lenguaje, la metodología y la disponibilidad.

La pedagogía de liberación de Paulo Freire es esencial en los feminismos, en un momento en que los debates sobre descolonización están muy de moda en la academia. La metodología de Freire es democratizadora porque permite transferir el conocimiento de los círculos privilegiados a los márgenes y hacer visible el saber experiencial producido en la periferia y subvertir así la dinámica del poder, la representación y los discursos.

Durante mi estancia en Sudáfrica, me he comprometido con la educación popular en Islam y el Género con mujeres musulmanas de los Cape Flats. Estas mujeres tienen diferentes orígenes, razas, trayectorias de vida e historiales religiosos. Ella viven en los márgenes geográficos, culturales y epistemológicos de la realidad social de Ciudad del Cabo. Sus experiencias como musulmanas no aparecen en revistas académicas, ni siquiera son «notadas» por sus comunidades de pertenencia, altamente machistas.

En los últimos 7 meses, me he reunido con ellas de manera regular para hablar de Género, Feminismos e Islam. «Hablar» es una definición metodológica que significa estar ubicadas en posiciones iguales e intercambiables de maestra-alumna durante nuestro diálogo para facilitarnos unas a otras la comunicación de cosas que ya sabemos. Las mujeres musulmanas de los Cape Flats saben. Pero un sistema de privilegio formado por los ulemas, por la academia o por las instituciones islámicas les han dicho que no saben.

Este sistema ha secuestrado su potencial para explicar la religión por sí mismas y la noción misma de la existencia de un saber inherente. Este sistema mantiene el conocimiento lejos de aquellas que pueden beneficiarse de él, de quienes pueden usarlo para articular una narrativa de liberación en términos reales.

Conocimiento Experiencial sobre Género y Feminismos

Los temas y perspectivas en las sesiones son diversos. A menudo, no tienen nada que ver con las preocupaciones intelectuales a las que estamos acostumbradas en los feminismos islámicos, sino que con la resistencia diaria a un patriarcado que las oprime con total impunidad y la necesidad de unirse para resistirlo. La sororidad, en su contexto, es la diferencia entre la vida y la muerte.

La idea de pronunciar un sermón en una mezquita o liderar una comunidad mixta en el rezo, son cuestiones remotas para ellas. En cambio, un tema recurrente es la agencia sexual y el control básico sobre sus cuerpos. Ciudad del Cabo tiene una tasa muy alta de violencia sexual. Muchos de estos delitos afectan a mujeres o niñas musulmanas y son perpetrados por maridos o parientes. Realidades como la violación matrimonial o el incesto se cruzan con una crítica de las narrativas religiosas sobre el sexo como deber, el ojo ciego de algunos clérigos y la culpabilización de las victimas de parte la comunidad.

Las reflexiones críticas de estas mujeres, aunque no se identifican como feministas islámicas, revelan un intento radical – todavía visceral, pero completamente legítimo- de describir en sus propias palabras los problemas que les afectan y el papel que las narrativas religiosas tienen en agravar o resolver tales problemas. Ellas hacen un ejercicio real de hermenéutica con perpectiva de género basada en sus realidades, incluso si no tienen un diploma que las habilite para ellos. Su entendimiento de la Justicia de Género y cómo este concepto funciona a favor o en contra de ellas es claro.

A veces hay una yuxtaposición entre lo que el feminismo islámico dice es la preocupación de estas mujeres y lo que realmente les preocupa. Por ejemplo, la poligamia. En términos generales existe una visión muy critica sobre la poligamia entre los feminismos islámicos, los cuales cuestionan su beneficio para las mujeres. Algunas de las participantes de estas sesiones son parte de matrimonios polígamos y al tiempo de realización de estos talleres, les inquietaba que el gobierno nacional no reconociese legalmente su status de segundas o terceras esposas, lo cual les impide heredar, entre otras limitaciones (1).

No estoy tomando una posición a favor o en contra de la poligamia, simplemente señalo que compartiendo experiencias sobre cómo el Género y el Islam se cruzan en la vida real de las mujeres musulmanas en los Cape Flats emergen realidades más complejas y coloridas.

La Pedagogía Crítica y su Función Decolonizadora

La educación popular aplicada al conocimiento religioso es una estrategia concreta de decolonización que contribuye a que las participantes valoren sus propios recursos, subjetividades y talentos para explicar y cambiar sus realidades, producir conocimiento, desafiar el poder y elaborar estrategias de resistencia. Esta metodología genera un espacio donde la academia, el activismo y la comunidad pueden reunirse para encontrar un terreno común. ¿Por qué esto es importante? Una forma de impulsar esa democracia es a través del acceso al conocimiento y la producción de conocimiento.

¿Qué más necesitamos para establecer un diálogo de saberes que supere la tendencia a la abyección en las prácticas feministas? La experiencia sugiere que es un error épico alienar a ciertos grupos de mujeres, simplemente porque no las encontramos en nuestra realidad inmediata o porque no son tan progresistas/ feministas/ liberales «como nosotras» para ser bienvenidas en nuestras luchas. El feminismo islámico, como todo feminismo, trabaja basado en la idea radical de que las mujeres son personas. Por lo tanto, es un hecho valioso que las mujeres sean seres con matices, diversidades y contradicciones.

Todavía queda la tarea de sistematizar esta experiencia de una manera que pueda ser accesible y replicable en otras comunidades y grupos. Estamos trabajando en ello.

(1) A la fecha, la Corte Suprema de Sudáfrica ha aprobado la idea de reconocer los derechos de las esposas en uniones polígamas.

 

Islamofobia de Género y dos Narrativas Misóginas sobre las Mujeres Musulmanas

Por Vanessa Rivera de la Fuente

¿Qué es la mujer en la religión?

La “mujer” en la religión es un relato. Esto significa que todo lo que se dice de las mujeres en las religiones son relatos, resultado de la interacción entre distintos mecanismos de poder y autoridad de enunciación, que se erigen como verosimiles mediante la repetición, la acumulación histórica y las acciones performativas.

Si el género es un discurso con significado cultural, entonces la categoría «mujeres» y lo “femenino” en el campo religioso también lo son. El impacto de estos discursos y estructuras patriarcales han funcionado históricamente como mecanismos de control, disciplina y castigo contra las mujeres.

Cuando hablamos de la situación de las mujeres en el Islam es posible distinguir dos narrativas opuestas y dominantes, pero igualmente misóginas o anti-mujeres a las que llamo: La «idealización de la desigualdad» y «demonización».

La Idealización de la Desigualdad: ¿Para qué el Feminismo, si Dios ya lo dijo?

La «idealización de la desigualdad» es promovida por el Islam ortodoxo, especialmente a través de los telepredicadores y sostiene que el Corán elevó la posición de las mujeres desde una terrible condición de objeto en la sociedad árabe pre-islámica, a un estado de completa igualdad y  reconocimiento de sus derechos.

De acuerdo con este enfoque, el feminismo no tiene cabida en el Islam. Ya todo está dicho, nada debe ser cuestionado, ninguna interpretación nueva debe permitirse, ya que las únicas diferencias entre hombres y mujeres se derivan de la biología: Las mujeres pueden concebir, los hombres tienen más disposición a la fuerza física, pero ambos son iguales ante Dios.

La «idealización de la desigualdad» carece de una respuesta coherente a la prevalencia de prácticas discriminatorias contra las mujeres musulmanas en base a diferencias que no se justifican con la naturaleza biológica, tales como la prohibición de entrar por la puerta principal o hablar en algunas mezquitas o las reglas que no permiten a las mujeres tener posiciones de liderazgo espiritual y administrativo; no hay razón biológica que impida a las mujeres desempeñar estos roles y ninguna de estas prohibiciones se relaciona con la igualdad declarada en el Corán.

La «idealización de la desigualdad» no se hace cargo de su propio sexismo ni proporciona respuestas reales a los problemas que afectan a las mujeres musulmanas de hoy en la vida cotidiana como la violencia institucional, el racismo y los estereotipos. Por otra parte, es misógina porque vilifica a las mujeres que se salen de los moldes narrativos sobre una mujer obediente y pasiva que sostiene esta corriente.

La Demonización del Islam: No se puede ser Musulmana y Feminista

La «demonización», por su parte, sostiene no es posible hablar de liberación de la mujer en el marco religioso, por lo que todo tipo de activismo feminista o iniciativa que viene o tiene antecedentes en la religión es una contradicción: No habría un feminismo musulmán y la posibilidad de desarrollar una hermenéutica feminista no puede tomarse en serio.

Una característica de la demonización es el uso de axiomas dicotómicos que establecen un sesgo negativo a la diferencia entre Este y Oeste, enfrentando la racionalidad de «Nosotros» a la irracionalidad de «Ellos» y «Nuestro» desarrollo a «Su» subdesarrollo, lo que reafirma la identidad occidental como superior.

Este es parte su inconveniente: Es juez y testigo en lo que respecta a la descripción de la opresión de las mujeres «Otras». Las coloca en la alteridad y define cuáles son las causas de la discriminación que sufren en sus sociedades. Luego, las caracteriza como carentes de agencia y capacidad para comprender y cambiar su situación. Finalmente, declara sin lugar a dudas su poder mesiánico para «salvar» a esas mujeres.

Este relato no se hace cargo del rol de la colonización europea en las complejidades socio-politicas de las sociedades medio-orientales. Tampoco parece consciente de que la exclusión socio-política por razones de género – en el que la religión puede o no puede ser un factor – puede ser explicada por una multiplicidad de elementos que interactúan. No proporciona razones indiscutibles acerca de por qué las nociones de la Ilustración europea acerca de la libertad deben seguir siendo universales.

La «demonización» es caldo de cultivo para la Islamofobia, el racismo y la misoginia: No reconoce la agencia o capacidades de las mujeres que no se identifican con una perspectiva universalista-colonial eurocéntrica, y las relega a la abyección. Al mismo tiempo, alimenta a su contraparte, “La idealización” al confirmar la imposibilidad de las mujeres musulmanas de ser feministas.

Islamofobia y Misoginia: Enemigas de la Justicia Epistémica

En las narrativas construidas sobre las mujeres musulmanas, tanto de idealización y demonización no hay justicia epistémica, es decir, los estereotipos que ambas legitiman impiden a las mujeres musulmanas ser escuchadas como iguales. Ambos discursos tienen un sesgo que reproduce violencia simbólica. En los dos, las mujeres musulmanas se ven privadas del derecho a hablar por sí mismas y definir sus lugares declarativos como individuas libres, en igualdad de condiciones con el resto de la gente.

La Islamofobia, aunque es fácil de identificar en la perspectiva de la «demonización», también se presenta en la «idealización». Los defensores de la idealización, que en su mayoría resultan ser musulmanes patriarcales, expresan su islamofobia rechazando la manera en que algunas mujeres musulmanas viven y comprenden su fe. Según la estudiosa Shehnaz Haqqani:

Las prácticas espirituales y la comprensión propia de las mujeres musulmanas, de acuerdo a su propia agencia e individualidad, son a menudo objeto de burla, discriminación y aislamiento para ellas y vistas como una forma menor o desviada de Islam en relación a la hegemonía, la que por desgracia es profundamente patriarcal.

Este es especialmente el caso de las feministas islámicas, cuyos puntos de vista, experiencias y conocimientos son despreciados por la comunidad y los líderes musulmanes. Sostengo que esta es una expresión de Islamofobia debido al miedo y al odio contra las mujeres y contra una forma más igualitaria de Islam.

Ni la «idealización» ni la «demonización» son perspectivas que consideran a las mujeres musulmanas como capaces de desarrollar un discurso propio. En ambos relatos, la representación de las mujeres musulmanas se utiliza para fortalecer el privilegio de informar sobre ellas, ya sea de las élites religiosas o el colonialismo político-cultural.

El problema con estos puntos de vista se encuentra en su episteme, la cual entiendo como un lugar situado desde el cual hablar y las creencias e ideas que legitiman dicho lugar como válido. Ambas epistemes hegemónicas hablan como fuente de autoridad sobre el conocimiento del mundo, incluyendo a las mujeres como una realidad que forma parte de esos mundos y desde esta plataforma han colonizado espacios, corporalidades, discursos y representaciones basadas en la idea de las mujeres musulmanas como inferiores y sin voz.

Matrimonio entre Personas Transgénero es Legal en el Islam

Cincuenta de los principales clérigos musulmanes paquistaníes han emitido un decreto religioso o fatwa declarando que las personas trans tienen todos los derechos de matrimonio, herencia y funerales bajo la ley islámica.

La fatwa, emitida el pasado domingo, declaró que una persona transexual nacida mujer pero que tiene «signos visibles de ser hombre» puede casarse con una mujer o un transexual masculino nacidos con «signos visibles de ser mujer» y viceversa. Sin embargo, se determinó que una persona transgénero que expresa «signos visibles de ambos sexos» – o las personas intersexuales – no puede casarse con nadie.

En la actualidad, es imposible que las personas trans se casen en Pakistán, donde el matrimonio homosexual sigue siendo castigado con cadena perpetua, y no existe un reconocimiento al «tercer género» en los documentos de identidad oficiales.

La nueva fatwa también declaró que todo acto destinado a «humillar, insultar o burlarse» de la comunidad trans era «haram» (ilícito), y que las personas trans no debe ser privadas de sus herencias familiares, ni del derecho a ser enterradxs de acuerdo a las ceremonias funerarias musulmanas.

Muhammad Zia-ul-Haq Naqshbandi, representante en la ciudad de Lahore de la organización de la Ley Religiosa Tanzeem Ittehad-i-Ummat que emitió la fatwa, dijo que los padres que han privado a sus hijos o hijas transexuales de sus legítimas herencias están «invitando a la ira de Dios».

Tanzeem Ittehad-i-Ummat no es una organización política, y sus fatwas no son jurídicamente vinculantes. Pero el grupo ejerce influencia gracias a sus decenas de miles de seguidores en todo Pakistán.

Su declaración fue celebrada como una buena noticia para las personas trans marginadas de Pakistán, en un momento en que la comunidad cada vez está siendo blanco de más y más crueles ataques físicos.

El mes pasado, una mujer trans fue acribillada en su casa en el norte de Pakistán, lo cual provocó protestas en todo el país. Otro activista transgénero recibió un disparo en Mayo y murió después de que se le negó tratamiento médico para sus heridas.

Los activistas afirman que las personas trans reciben una protección insuficiente de las autoridades en Pakistán debido a que su identidad se considera tabú. Dieron la bienvenida a la fatwa del domingo y llamaron al gobierno de Pakistán para codificar el decreto con la legislación vinculante.

«Esta es la primera vez en la historia que los clérigos musulmanes han alzado sus voces en apoyo de los derechos de las personas trans», dijo Qamar Naseem, un activista de la comunidad transgénero. «Pero tenemos que ir más allá en la protección de las personas trans y el país necesita introducir una legislación sobre el tema».

Parveen, otro activista trans, también llamó al gobierno a introducir una opción transgénero, junto con el macho y la hembra, en las cédulas de identidad oficiales de Pakistán.

«Me quiero casar con un transexual masculino, pero para el registro de un matrimonio necesito una tarjeta nacional de identidad, haciendo mención de mi género, que no está disponible», dijo. «Me echaron de mi familia en mi infancia. Ahora las autoridades están preguntando por el número de tarjeta de mi padre para mi ID, pero mi familia se niega a verme la cara «.

Sara y Agar, una Lectura Feminista a La Enemistad entre Mujeres

Chichicastenango, Guatemala1996

La historia de Sara y Agar, como la relatan la Biblia y el Corán, es un relato universal de dolor y enemistad entre mujeres en el marco del patriarcado que, a pesar de su antigüedad, sigue siendo relevante para ilustrar los efectos negativos de la socialización androcéntrica. Sin embargo, es posible realizar una lectura feminista que nos inspire hacia una reflexión sobre las posibilidades de un cambio en la forma en que las mujeres nos miramos unas a otras.

Este es el reato de una herida que tiene su origen en una extrema violencia espiritual infringida por el patriarcado a cada una de ellas. La relación entre estas dos mujeres se ve influenciada por una creencia religiosa que respalda el privilegio masculino: Dios prometió a Abraham un hijo. A diferencia de otras promesas, ésta no se puede deshacer y debe cumplirse no importa qué, porque es un decreto divino y la palabra de Dios es siempre una verdad definitiva.

La herida atávica entre Agar y Sara permite la dominación del patriarcado y el control sobre los cuerpos y las vidas de estas mujeres. Sara y Agar, la manera cómo sus vidas se entrelazan de acuerdo con los deseos de la autoridad masculina, la forma en la que sus identidades, potencial y agencias se ponen una contra otra para satisfacer la necesidad de un hombre, es la representación del sometimiento universal y original de las mujeres en la historia, a la dominación patriarcal sobre nosotras.

La alienación impuesta por el patriarcado no sólo separa a las mujeres de su propia identidad como individuas, sino que nos separa de nuestras dimensiones espirituales y divinas. Esta separación también se convierte en distancia de otras mujeres por un desconocimiento de lo que tenemos en común como género y sobre nuestras historias de vida. Esta enemistad no es siempre un sentimiento de antipatía, pero siempre es evidente en la imposibilidad de ser empáticas, en la cantidad de razones e información que necesitamos para poder incluir a otras. Esto afecta a nuestro potencial para conocernos y reconocernos en otras mujeres.

Esto es, de acuerdo con la feminista mexicana Marcela Lagarde, una «grieta de género» y está hecha de todos esos obstáculos insalvables que impiden a las mujeres el reconocimiento y la identificación con otras. Las mujeres dejamos a un lado lo que tenemos en común y enfatizamos la diferencia. El paradigma de la desconfianza en la relación entre Sara y Agar se inculca como una constante en las relaciones entre mujeres. Aprendemos a desconfiar de otras y a competir por la aprobación masculina.

Sara y Agar son personajes míticos para nosotras. Ellas vivieron en un mundo muy diferente al nuestro, pero las recreamos constantemente cuando competimos contra otras o somos injustas con nosotras mismas o con otras mujeres. Cuando callamos ante los abusos, cuando utilizamos nuestros privilegios para causar dolor o tomar ventaja de las compañeras, o cuando juzgamos la realidad de otras mujeres asumiendo que la nuestra es perfecta y universal.

Los Feminismos desafían las historias que el patriarcado ha construido para legitimar nuestra sumisión y, al mismo tiempo, permiten el desarrollo de la Sororidad como una herramienta para contrarrestar la enemistad entre las mujeres. Esta se inicia en un esfuerzo para desconstruir la noción de lo que significa ser una mujer en el patriarcado, un proceso que comienza con el rechazo de la enemistad, avanzando para rescatar nuestras historias particulares, descubriendo lo que tienen en común, la búsqueda de nuevos tiempos, nuevas identidades fuera de los modelos patriarcales que nos definen y nos unen de forma destructiva.

Esta amistad entre mujeres es un trabajo consciente hacia el reconocimiento, la promoción y el apoyo entre nosotras en un mundo patriarcal y violento. No tiene nada que ver con ser amigas de la manera tradicional. Esto limitaría la sororidad sólo a aquellas mujeres que conocemos o que están en nuestros círculos. La sororidad es el compromiso político con el amor a todas las mujeres como nuestras amigas, para evitar que el patriarcado nos divida y nos haga sufrir.

Nunca vamos a ganar en el patriarcado, aunque asi parezca para algunas. El patriarcado será siempre el país extranjero donde no se escuchen nuestras voces; un desierto donde nuestras preguntas nunca tendrán una respuesta. Sólo un cambio de conciencia hacia una práctica diaria y comprometida en favor de la justicia de género, en todas nuestras relaciones con las mujeres, puede cambiar la enemistad a hermandad, sanar las heridas personales y culturales causadas por la violencia espiritual que nos ha enseñado el rechazo al propio género y traer oportunidades a todas las mujeres para celebrar y disfrutar de la parte del cielo que nos pertenece.

Este texto es un extracto de mi ensayo «The Wounded Goddess: The History of Sara and Hagar from a Feminist Outlook» que es parte de la antologia «Jesus, Muhammad and The Goddess» publicada en Estados Unidos en febrero de 2016.

Al Rescate de la Historia del Feminismo Pakistaní de los 70’s y 80’s

Foto: Lahore, Pakistan. 12 de Febrero de 1983. 

El Feminismo, no es la primera cosa que  se nos viene a la mente cuando se habla de Pakistán. Pero el país tiene una vasta historia de activismo y de mujeres activistas. Las jóvenes Pakistanis saben de Asma Jahangir y Mukhtar Mai, iconos de empoderamiento femenino en el país, pero no mucho sobre las mujeres que las precedieron. Bolo Bhi, una organización ciudadana de Derechos Civiles, es la cabeza del Proyecto «HERstory: Movimiento de Mujeres» cuyo objetivo es registrar las experiencias quienes iniciaron el movimiento feminista en Pakistán. Por qué luchaban las Pakistanis 30 ó 40 años atrás?

La Ley de Evidencia

En 1983, el gobierno de Pakistán aprobó la Ley de Evidencia, que declaró que el testimonio de dos mujeres en una demanda es igual al testimonio de un solo hombre. La aprobación de esta ley draconiana provocó indignación en todo Pakistán y una de las consecuencias fue una protesta emblemática el 12 de febrero de ese año, en Lahore, de aproximadamente 200 mujeres, lo que atrajo la atención mundial

En una entrevista para el proyecto, Anis Haroon, que fue testigo ocular de las protestas y de la fuerza ilegítima que el gobierno utilizó contra las manifestantes relata:

Nuestra protesta tenía sólo 200 a 250 mujeres. Teníamos sólo papeles en las manos, resoluciones, ya que estabamos protestando contra la Ley de Evidencia. Queríamos presentar una solicitud ante el Tribunal Superior de Lahore. Esa demostración fue recibida con la fuerza brutal del Estado. Había cascos anti disturbios, nos arrojaron gases lacrimógenos. La manifestación fue dispersada por la fuerza y ​​las mujeres fueron arrastradas y arrojadas a camionetas de la policía y encerradas en la cárcel de Kot Lakpat. El gobierno se vio amenazado por sólo 200 a 250 mujeres, cuando se trataba de un momento de  ley marcial y control militar – dice Anis Haroon- No se toleraba la disidencia y esta represión fue noticia internacional.

En conmemoración del hecho, el 12 de febrero se celebra ahora como el Día de la Mujer de Pakistán.

La Ordenanza de Hudood

La presidente del Shirkat Gah, una organización líder en derechos de las mujeres que opera en todo Pakistán,  Hilda Saeed, habló con Bolo Bhi sobre Fahmida, Allah Baksh y la infame Ordenanza de Hudood, aprobada por el gobierno de Zia ul Haq, que trajo de vuelta los castigos arcaicos de azotes, amputación y la lapidación hasta la muerte, e hizo del adulterio y la fornicación delitos penales.

En 1981, los padres de Fahmida, de 18 años de edad, interpusieron una demanda contra ella y su marido, Allah Baksh, diciendo que su matrimonio era ilegal. Este fue el primer caso presentado bajo la Ordenanza de Hudood y los miembros del Shirkat Gah estaban en una reunión cuando llegaron las noticias. Las mujeres decidieron que no podían permanecer en silencio acerca de esta atrocidad. Saeed dice: «El castigo en virtud de la ordenanza Hudood era de 100 latigazos a Fahmida y la lapidación a muerte para Allah Baksh. Pensamos que esto podría haber pasado a cualquiera ¿Por qué era un delito? Se casaron de acuerdo a sus deseos, eso no es un crimen”.

Este caso provocó la formación de Foro de Acción de la Mujer, establecido por la Shirkat Gah, para pedir igualdad ante la justicia. La organización luchó hasta que los tribunales absolvieron a Fahmida y Allah Baksh.

En la década de 1980, el uso indebido de la Ordenanza Hudood era rampante entre los organismos encargados de hacer cumplir la ley en Pakistán. De acuerdo a Saeed:

La policía inició la presentación de casos de violación en grupo en virtud de la Ordenanza Hudood, que no distingue entre el adulterio y la violación. Todas estas mujeres fueron languideciendo en la cárcel. Miles de mujeres que fueron violadas fueron a la cárcel durante ese tiempo. No podíamos permanecer en silencio. Protestamos contra la Ordenanza Hudood en todas las principales ciudades de Pakistán.

Después de décadas de protestas, algunas de las leyes Hudood fueron derogadas en 2006, con la Ley de Protección de la Mujer. Pero la aceptación social y familiar de los castigos de dicha Ordenanza es todavía un largo camino por recorrer para las víctimas: «Las leyes Hudood son producto de una mentalidad medieval. Al principio, este tipo de castigos eran propios de zonas rurales, pero con estas leyes, tales actos llegaron a las ciudades también.» Dice Saeed.

La Obstinada Mentalidad Patriarcal

Hilda Saeed recuerda otro caso que ha quedado en su memoria a través de los años, cuando Samia Sarwar, de 29 años, fue asesinada a tiros en el despacho de su abogado en 1999. La familia de Samia lo llamó un «crimen de honor».

Samia abandonó a su marido después de que él abusó de ella y regresó con sus padres. Cuando ella se enamoró de otro hombre cuatro años más tarde y solicitó el divorcio de su ex marido, Samia huyó de su casa por temor a su familia. En una reunión entre su madre y ella en la oficina del abogado, Samia fue muerta a tiros por un asesino contratado por sus padres y ex suegra. Sus abogados, Asma Jehangir y Hina Jilani, también recibieron amenazas de muerte por parte de varios grupos extremistas por defender Samia: «Tuvimos que luchar», dice Hilda. «Estos crímenes de honor continuaron por un largo tiempo. En aquellos años, era angustioso». Ella afirma que el mayor obstáculo para la justicia de género en Pakistán, es la mentalidad: «Mira a nuestro vecino, La India. Cuando fue violada una periodista, la mitad de la nación estaba en la calle. Aquí, nuestra nación se ha embrutecido.»

La activista de Derechos Humanos Uzma Noorani habla del Foro de Acción de la Mujer: «Estábamos acostumbradas a reunirnos todos los lunes, en las oficina ofrecidas por otras miembras. Esto era algo que TENIA que hacer los lunes; todas nosotras teníamos la convicción de que debíamos hacerlo».

Las mujeres siguen siendo asesinadas, se oye hablar de crímenes grotescos contra las mujeres. La gente se pregunta ¿Qué han hecho si las mujeres siguen siendo asesinados, ¿Qué ha cambiado? Si no hubiéramos hablado, no habría ninguna ley en contra de estos crímenes. Hemos alcanzado logros, pero el cambio de mentalidad tomará tiempo y eso sólo sucederá cuando los gobiernos se comprometan en serio con la igualdad de las mujeres .

Noorani continúa su relato:

Por ejemplo, la gente no hablaba de violación, era completamente tabú. Una vez fui a la radio y empecé a usar la palabra ‘violación’ y me censuraron, diciendo que no se puede utilizar esta palabra. Si tu no usas la palabra, ¿cómo vas a hablar con la gente sobre esto? Hemos creado la conciencia de que la violación es un tema que debe ser abordado.

Otro icono en la historia del feminismo en Pakistán es Mahnaz Rehman, Directora de la Fundación Aurat y ex periodista. Ella se refiere al despertar de la conciencia feminista:

Mientras trabajaba por los derechos laborales con la izquierda a finales de los años 60, no sentía la necesidad de iniciar un movimiento independiente de los derechos de las mujeres – dice Rahman- Asumimos que cuando el pobre tiene sus derechos, las mujeres tendrían los suyos también. Marx había dicho que ningún movimiento puede tener éxito sin el papel de la mujer. Así que nunca había pensado en el feminismo por separado.

Su enfoque cambió con la tiranía de Zia ul Haq y las leyes en contra de las mujeres traídas por este gobierno.

Le pregunté a un juez sobre las Leyes de Evidencia. Le dije: Si, en un lado, tenemos a una mujer que se educa, con un MBA y, por otro, un hombre analfabeto ¿Cómo se puede decir que el valor del testimonio de la mujer educada es la mitad del testimonio de un hombre analfabeto? El juez simplemente bajó la cabeza. Él no tenía ninguna respuesta a mi pregunta.

Memoria Feminista para el Futuro

El proyecto HERStory es un intento de inspirar a las jóvenes feministas de Pakistán para no abandonar la lucha. Las activistas de décadas pasadas dicen que antes del gobierno de Zia ul Haq y la ordenanza Hudood, Pakistán era una sociedad liberal, progresista. Desde finales de los años 70, las mujeres de Pakistán sufrieron la opresión de leyes brutalmente injustas, pero es debido a estas mujeres que las pakistanis modernas puede vivir una vida relativamente mejor.

Hay mucho más que hacer y lograr en torno a los derechos de las mujeres en Pakistán y el movimiento debe ser llevado adelante por las mujeres jóvenes de hoy. Iconos como Mahnaz Rehman, Anis Haroon, Hilda Saeed, Uzma Noorani, y sus contemporáneas esperan que el movimiento que comenzaron con tanto celo y fervor no muera y continúe hasta que todas las mujeres de Pakistán se sienten seguras en su tierra natal.

La ausencia casi total de información en los libros de texto locales sobre el movimiento feminista en Pakistán, obligó a Bolo Bhi a iniciar este proyecto y educar a las mujeres sobre esto: «Este proyecto es sobre la historia del movimiento de mujeres, para decirle a la gente que había movimiento de mujeres y que es un legado», dijo Ghausia Rashid Salam, investigadora asociada que recoge historias de esta serie.

HERstory no es sólo una historia oral, es un legado – dijo Salam . Es mi herencia como feminista y eso es lo que la hace tan importante. Si estas historias no se inmortalizan, vamos a perder un pedazo de nosotras mismas junto con estas historias.

Habib Jalib resumió la fuerza del Movimiento de Mujeres en Pakistán, en su poema recitado durante las protestas de 1983.

Ab dehr mein ser-yaar o madadgar nahin hum. Tarah ki Pehley ser-kas o lachaar nahin hum. Aata hai hamain muqaddar Apne ko bana na. Taqdeer Shakir peh pas-e-Deewar nahin hum!!

No somos más impotentes ni indefensas. No somos ingenuas ni inocentes nunca más. Podemos dar forma a nuestro propio destino. Nosotras ya no estamos agradecidas por la escritura en la pared que dicta nuestro destino!!

La Islamofobia es Violencia de Género y un Problema Feminista

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Por Vanessa Rivera de la Fuente

Laricya Hawkins, una cristiana afroestadounidense, profesora asociada de ciencias políticas de la Universidad de Wheaton, en los Estados Unidos, publicó en Navidad una foto en Facebook usando un hiyab morado: «Esta es mi práctica de Adviento» explicó, instando a otras a seguir su ejemplo: Ponerse el hiyab en solidaridad con las mujeres musulmanas que enfrentan la violencia islamófoba por llevar velo, diciendo:

Me declaro en solidaridad religiosa con las y los musulmanes, ya que, como yo que soy cristiana, ellos son gente del libro» – escribió- «Como el Papa Francisco declaró la semana pasada, adoramos al mismo Dios.

La casa de estudios «disciplinó» a la profesora Hawkins, con una suspensión administrativa debido a «cuestiones significativas en relación a las implicaciones teológicas» de las declaraciones que hizo sobre la relación entre el cristianismo y el Islam.

La Islamofobia es un Problema de Género

Si el uso del Hiyab por parte de las no musulmanas contribuye o no a combatir la Islamofobia o es un mero acto de apropiación cultural, no es el tema aquí. Hawkins encarna un punto que no se oye con bastante frecuencia: La violencia islamófoba contra las mujeres musulmanas es un problema de género cuyo abordaje corresponde al Feminismo Islámico en particular, pero también a los feminismos decoloniales en su conjunto.

De acuerdo a Itzea Goycolea Amiano, en su trabajo «Feminismo y Piedad»:

La Islamofobia de género es un término que hace referencia a las actitudes xenófobas e islamófobas que también se mezclan con discursos sexistas y misóginos que oprimen, discriminan y se ceban doblemente con las musulmanas que con los musulmanes…

Pocas horas después de los ataques del 13 de noviembre de 2015 en París, la violencia islamófoba estalló en Europa y América del Norte. Pero en contraste con la persecución de los musulmanes después del 9/11, la violencia reciente parece apuntar de manera desproporcionada a las mujeres. En Nueva York, una niña de sexto grado fue atacada en la escuela por chicos que intentaron quitarle el hijab y vociferaban ISIS mientras la golpeaban. En Toronto, Canadá, una madre musulmana fue golpeada y robada después de dejar a sus hijos en la escuela, y más tarde esa semana dos mujeres fueron agredidas en el metro por hombres llamándolas terroristas.

En Londres, Yoshiyuki Shinohara arrojó a una mujer musulmana frente a un tren subterráneo. Según Tell Mama UK , los crímenes de odio contra los musulmanes casi se han duplicado en los últimos dos años. Hay una mayor sensación de miedo entre la comunidad islámica, dicen los activistas. Son las mujeres musulmanas las que están, especialmente, preocupadas por su seguridad y «muy conscientes de mantener la cabeza abajo». Las cifras de la Policía Metropolitana, mostraron que hubo 557 crímenes de odio islamófobos en 2013; 624 en 2014; y hasta el 24 de noviembre del 2015, 878. Los incidentes pueden implicar un ataque físico, daños a la propiedad, la intimidación, el acoso, el abuso verbal, insultos o mensajes de odio.

La violencia contra las mujeres musulmanas se disparó de nuevo en Estados Unidos, luego del tiroteo masivo en San Bernardino, California, seguido por la difusión generalizada de fotos en las que el tirador Tashfeen Malik llevaba un hiyab. Las mujeres en hiyab quedaron marcadas como la nueva cara del terrorismo, a través de los variados titulares de noticias preguntando: «¿Es Tashfeen Malik un nuevo tipo de mujer terrorista?»

La Islamofobia se ha convertido en un problema de género por, al menos, dos razones: Por un lado,  el discurso islamófobo explota la imagen de las mujeres musulmanas a través de representaciones que la ponen en el lugar de «eterna victima». Con esto, nos objetiviza, nos roba particularidad y agencia. Por otro, porque esta narrativa de animadversión contra el Islam y sus seguidores tiene su raíz en el colonialismo; por ende, una fuerte carga patriarcal. Ya sabemos que el Patriarcado siempre atacará, de preferencia, a las mujeres. La identidad religiosa expresada a través del Hiyab y la percepción que existe de este, como sinónimo de opresión y extremismo, hace de las mujeres un target reconocible y de fácil acceso para la violencia.

El Islam y las Mujeres «Otras»

El Islam es una Fe en crecimiento en occidente y el número de creyentes aumenta entre la población Latina en Estados Unidos. La tendencia de los conversos hispanos al Islam ha sido censada por la Sociedad Islámica de América del Norte (ISNA), que en 2006 estimó que había aproximadamente 40,000 musulmanes latinos en los EE.UU.

En el cono sur de América, la situación es similar: Si bien no existen cifras oficiales, es posible constatar el incremento de los adherentes al Islam, con una presencia importante de mujeres, a través de los diversos grupos de Facebook  como Islam en Mexico, Islam en Chile, Musulmanas Latinas, Sociedad Khadiya de Mujeres Mexicanas, etc. Incluso, existen conversas de pueblos originarios, como aquellas que forman parte de la comunidad islámica de Chiapas

Las mujeres negras son una parte importante del Islam y su presencia no es nueva. África es el primer continente, fuera de Arabia, en el que la fe se extendió a principios del siglo séptimo. Casi un tercio de la población musulmana del mundo reside allí. En los países de occidente con población afro-descendiente, las mujeres están entre los musulmanes afectados por la violencia islamófoba. Este fue el caso de la artista Kameelah Rashid, una musulmana afroamericana en hiyab que fue bajada de un vuelo a Estambul e interrogada durante horas por el FBI. Traumatizada por el evento, Rashid señaló:

No hay un resurgimiento de la Islamofobia tras los atentados de París. Creo que nunca se fue. Sólo se está volviendo más legitima

Más de 250.000 mujeres musulmanas negras viven en los Estados Unidos. En el mundo, la población musulmana femenina de origen negro llega a decenas de millones. Solo en Nigeria hay 60 millones de mujeres musulmanas. Guinea, Níger y la República Democrática del Congo se encuentran entre las naciones africanas con población de mayoría musulmana. Sin duda, muchas musulmanas negras no llevan hiyab. Pero como Rashid, cualquier mujer negra identificable como musulmana es vulnerable a la violencia estatal e interpersonal.

Ser musulmana es estar en la «Otredad» , gracias al orientalismo y sus representaciones estereotipadas del Mundo Islámico vinculadas al exotismo y la barbarie. Hasta hace poco, esto sólo había afectado a las mujeres árabes, medio orientales, a las «nacidas» en el Islam o musulmanas culturales. Con la visibilización del Islam Africano y el crecimiento de la Fe Islámica en occidente y habla hispana, la otredad se amplia para las mujeres que ya estaban en esa categoría por cuestiones de raza, construcción de género, geografía o corporalidad como las latinas, las negras y las indígenas.

Islamofobia y Feminismos Decoloniales

La Islamofobia es un tipo de violencia de género que a su enorme carga sexista, racista y misógina, suma una fuerte raíz colonial basada en paradigmas de subalteridad y deshumanización.

Los Feminismos Decoloniales y sus perspectivas desarrolladas en América Latina y el sur del mundo, centradas en los conflictos derivados de las intersecciones entre sexo/género, clase y raza, con las instituciones y colonialidad arraigadas en la cultura han mantenido, hasta ahora, al Feminismo Islámico al margen de su quehacer. A veces, haciendo eco del dogma heredado del feminismo tradicional de que «Las religiones son patriarcales» y que no es posible hacer feminismo en dichos espacios; otras veces, dejando de lado el factor religioso para privilegiar la raza, o fusionando ambos.

Se esté de acuerdo o no con el feminismo islámico o la posibilidad del feminismo en la religión, es evidente que la identidad religiosa se ha convertido en un factor que predispone a la violencia contra las mujeres, especialmente a mujeres en el «espectro decolonial». La mayoría de las mujeres víctimas de la islamofobia de género forman parte de grupos cuyas voces y acciones el feminismo descolonial busca visibilizar.

Oponerse a la Islamofobia no quiere decir estar de acuerdo con el Islam o con el Hiyab, sino en desacuerdo con la violencia contra las mujeres. Las mujeres tienen derecho a sus opciones, aunque no nos gusten. Y si nos llamamos feministas, tenemos que estar dispuestas a defender el derecho de TODAS las mujeres a vivir una vida libre de violencia, dejando de lado nuestros sesgos y prejuicios culturales, aún si eso implica lidiar con la propia Islamofobia internalizada. Cuando se trata de violencia, no se pueden defender sólo a las mujeres que aprobamos.

La causa de las mujeres musulmanas contra la Islamofobia es una causa común de todas las mujeres del sur: Es un tipo de violencia de género con raíces coloniales. La violencia religiosa feminizada debe incorporarse al debate, especialmente en el contexto de tensión política internacional que vivimos, debido al Estado Islámico, la alerta terrorista en Europa, la crisis migratoria y el incremento del miedo en la población civil, que han evidenciado que los cuerpos de las mujeres musulmanas son un territorio de batalla específico. Con Hiyab o no, los problemas de las mujeres musulmanas son problemas de todas.