La Revolución de las Temporeras Marroquíes ante el Abuso Sexual y la Explotación Racista

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Un grupo de jornaleras marroquíes expone la vulnerabilidad ante posibles abusos de mujeres extranjeras, analfabetas, solas y pobres.

Fátima se aprieta los pechos y, a continuación, se frota la vagina con una mano. Simula varios empujones al aire. La temporera marroquí, madre de dos hijos, describe el supuesto abuso de su jefe, un empresario de la fresa de Huelva. Ella gritó y lloró mientras él intentaba besarla a la fuerza y bajarle el pantalón, recuerda. Estaba furiosa y lo empujó hasta zafarse. “Entró como un animal. No iba a dejar que me desnudase. Antes lo mato”, relata con la ayuda de una intérprete.

Fátima es una de las ocho mujeres que en los últimos días han denunciado acoso o abuso sexual en los campos de fresa de Huelva. Sus denuncias han sido recogidas en cuarteles de la Guardia Civil y enviadas a la fiscalía de la provincia. Su experiencia no representa un calvario generalizado —este año han llegado a Huelva para trabajar en el tajo 17.000 mujeres marroquíes—, pero sí la denuncia explícita de una realidad que se esconde bajo la alfombra desde hace una década: la vulnerabilidad ante posibles abusos, más allá de los laborales, de mujeres extranjeras, analfabetas, solas y pobres. Cuatro de ellas aceptaron contar sus casos, bajo la condición de no revelar sus identidades.

A finales de abril la revista alemana Corrective.org, en colaboración con Buzz Feed Noticias, publicó un reportaje sobre los abusos laborales y sexuales en los campos italianos, marroquíes y españoles, en concreto, de Huelva. Aunque los alemanes resucitaron un tema que siempre ha estado latente, los empresarios y los sindicatos mayoritarios se unieron para negar tener conocimiento de ningún caso. La patronal lo achacó a una campaña de desprestigio de los competidores europeos contra la fresa onubense, un negocio fundamental para la provincia y que, según fuentes del sector, facturó 395 millones de euros en la campaña de 2016-2017.

Pero las denuncias empezaron a gotear en los cuarteles y en la prensa. El testimonio de dos víctimas y dos testigos de abusos sexuales en un campo de Moguer llevó a la detención, el 25 de mayo, de un manijero español de 47 años, responsable de supervisar el desempeño de las jornaleras. Las mujeres denunciaron que las chantajeaba con dejarlas sin trabajo si no mantenían relaciones sexuales con él. Quedó en libertad con cargos.

Por entonces, la Consejería de Justicia andaluza ya había pedido a la fiscalía de Huelva una investigación. El ministerio público, además, comenzó a rastrear si había denuncias sobreseídas desde 2015. “Las primeras denuncias nos parecieron serias. Las mujeres no se atrevían a declarar y tuvo que ir la Policía y la Guardia Civil a localizarlas”, mantiene el fiscal jefe de Huelva, Luis Fernández Arévalo, en su despacho. En Marruecos, algunos medios ya exigían explicaciones a su ministro de Trabajo, responsable de la contratación en origen de las mujeres que todos los años envían a los campos españoles durante un mínimo de tres meses.

Fátima y otras nueve mujeres, que escaparon de la misma finca, llevan desde el martes escondidas en una casa de un pequeño pueblo andaluz de fachadas blancas, enclavado entre hectáreas de olivos. El Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) las acogió y las alejó de Huelva para garantizar que, al menos, las cuatro que han denunciado hasta ahora, ratifiquen su testimonio ante un juez. Dos abogados de AUSAJ están con ellas desde el principio y cuidan de la causa pro bono.

El SAT está siendo acusado de forzar a las mujeres a contar los abusos. Dos compañeras de estas mujeres se presentaron esta semana en un cuartel de la Guardia Civil para denunciar, en representación de otras 130 jornaleras, que sus compañeras mentían. Las acusaban de denunciar a sus jefes a cambio de poder quedarse en España y criticaban que la repercusión estaba preocupando a sus familias en Marruecos y que podrían prohibirles volver la temporada que viene. La ley de extranjería contempla una autorización de residencia para circunstancias excepcionales, como colaboración con las autoridades policiales o judiciales, pero no es una garantía y su concesión no depende de un sindicato. “Nosotros no ganamos nada con esto. De hecho solo nos están atacando. Pero no podemos permitir que siga sucediendo”, se defiende José Blanco, uno de los miembros del SAT.

Los pasaportes de estas diez mujeres están recién estrenados y muchos de ellos firmados con una equis porque no saben ni escribir su nombre. Han salido por primera vez de Marruecos para recoger fresas por 40 euros al día y servir de sustento a sus familias. Su perfil es el que buscan los Gobiernos marroquí y español para evitar que tras la temporada de recogida se queden en España: viudas, casadas o separadas, de 18 a 45 años, procedentes de zonas rurales y con hijos de hasta 14 años. Relatan que, en el campo, vivían en contenedores de chapa, amueblados con seis literas y sin agua potable. Los vídeos ­–grabados con sus teléfonos móviles– de los días lluviosos muestran cómo el agua se cuela a chorros por el techo. Aseguran que no cobraron nada por su trabajo y que tenían dificultades para comprar comida.

Aicha, madre de dos hijos, está embarazada de siete meses. Eso no le importó al empresario que entró en su dormitorio sin autorización, la cogió del brazo, intentó tocarle los genitales y, según la denuncia, le propuso mantener relaciones sexuales. En otra ocasión, cuando iba camino de la ducha, el mismo hombre se acercó de nuevo. Por gestos ella le dijo que estaba embarazada y casada, a lo que él le respondió –también gesticulando– que podría hacerle una felación o practicar sexo anal. “Esto no se lo conté a la policía por vergüenza y me arrepiento”, confiesa. Tras uno de esos episodios, Aicha sufrió un ataque de ansiedad. Nadie la llevó al médico. Tuvo que hacer autoestop para llegar a un centro de salud. Cuando cuenta que vino a España para conseguir pagar una operación que uno de sus hijos necesita, se desmorona. La intérprete, que hasta entonces se había mostrado distante, también rompe a llorar.

Otras dos mujeres de la casa corroboran el relato de sus compañeras y también denunciaron a su jefe. Con él aprendieron el significado de la expresión “friqui friqui” que solía ir acompañada de un billete de 50 euros. Estas mujeres afirman que las temporeras más veteranas a las que llaman “alcahuetas” las animaban a aceptarlo. Este periódico ha contactado con uno de los responsables de la empresa que ha declinado hacer declaraciones.

La jornalera embarazada no quiere volver a Marruecos, pero no por anhelar quedarse en España: “Ahora no puedo volver porque mi familia y la de mi marido me matarán. Tengo mucho miedo”. La repercusión mediática de los supuestos abusos y de una revuelta que protagonizaron en la finca llegó a los muros de Facebook de los suyos. Su marido la reconoció en las imágenes y le preguntó sobre los abusos. Ella le negó ser una de las víctimas. “Lo único que quiero es que se demuestre la verdad de nuestra historia”, mantiene. “Tengo que recuperar mi dignidad”.

María Marti y Sara Rosati para El País

Noura Hussein: Adolescente Victima de Violación Marital en Sudán que Enfrenta la Pena de Muerte

Noura

Noura es una mujer sudanesa de 19 años que enfrenta una sentencia de muerte porque hace 2 años la obligaron a casarse con un hombre. Ella se negó a tener relaciones sexuales con él durante 5 días, así que el hombre llamó a su hermano y a sus primos que lo ayudaron a violarla. Al día siguiente, ella lo mató cuando intentó volver a acostarse con ella. Noura está encarcelada desde entonces y el tribunal emitió su sentencia de muerte hace una semana. No tiene apoyo social porque su familia la abandonó y su defensa legal fue proporcionada por asistencia legal formal.

Llena de dolor, miedo y lágrimas, Noura, relata los incidentes de su matrimonio forzado, violación y ataques de su esposo fallecido y sus parientes. Ella nos dice cómo lo mató. Después de pasar más de un año en la prisión de mujeres de Omdurman, Noura fue declarada culpable de intento de asesinato en virtud del artículo 130 del código penal sudanés. Actualmente espera la sentencia del tribunal en su contra el 10 de mayo, posiblemente enfrentando la pena de muerte. Su caso captó la atención internacional y la solidaridad en las redes sociales bajo el hashtag #JusticeforNoura y #SaveNoura. Los corresponsales de 7DNews capturaron los detalles de su caso en una entrevista exclusiva.

Ella recuerda: «Me sorprendió que varios hombres irrumpieran en el apartamento. Más tarde descubrí que eran parientes de mi esposo. Me preguntaron por qué estoy rechazando las relaciones sexuales con mi esposo, luego me golpearon violentamente, luego me agarró y me abrazaron. Me violó violentamente, mientras lo miraban «.

Noura agregó: «No tuvo suficiente. Al día siguiente, intentó hacer lo mismo por su cuenta, pero logré escapar. Corrí hacia la cocina donde había tomado un cuchillo, y le advertí: «por favor, no se acerque a mí, o uno de nosotros morirá hoy». Se me acercó diciendo «veamos quién matará al otro», intentó quitarme el cuchillo de la mano. Me mordió el pecho y me hirió la mano.» Mostrándonos las marcas, continuó,»Luego pude apuñalarlo dos veces, lo que lo llevó a su muerte.» Noura luchó por llegar a su pueblo, y cuando ella llegó y le contó sobre el asesinando, su padre la entregó a la policía y su familia la denunció.

Matrimonio Forzado

Todo comenzó hace tres años, a 70 kilómetros al sur de Jartum. Un hombre le preguntó a sus padres si podía casarse con ella cuando solo tenía 16 años. Noura recuerda: «Fui diligente en mis estudios. Pasé el examen estándar de la escuela básica y me admitieron en la escuela secundaria. Mi familia me dijo que un hombre propuso casarse conmigo. Aunque le había dicho anteriormente que no tenía intención de casarme y quería continuar mis estudios «.

Dolorosamente, Noura continuó: «Después de que mi padre insistió en completar el proceso de matrimonio, preferí huir de nuestra aldea hacia Sennar, en el centro de Sudán. Me quedé allí por tres años con mi tía y terminé la escuela secundaria. No pude saber el puntaje general de mi escuela secundaria hasta que estuve en prisión «.

«Tres años después de la propuesta de matrimonio, el novio tardío me llamó y me dijo que ya no estaba interesado en mí. Él me convenció de volver con mi familia. Cuando volví a casa, encontré una desagradable sorpresa: la ceremonia de la boda estaba preparada. Luego me dieron a él. La ceremonia de matrimonio se completó en abril de 2017. Le dije al hombre de inmediato que no tenía permitido tocarme «.

Me matarán antes de cumplir mis sueños

«Fue un momento impactante cuando el juez me condenó por asesinato. Supe entonces que me ejecutarán dejando mis sueños sin cumplir, me atropellé con la pena y el arrepentimiento, pero fue mi destino, y lo acepté «. Ella agregó con lágrimas en los ojos: «Mi moral empeoraba cada día, finalmente me desesperé».

Me hubiera encantado ser profesora

«Soñé con alcanzar los niveles más altos de educación y cultura en mi vida. Quería unirme a la Facultad de Educación, memorizar el santo Corán. Me hubiera encantado ser profesora para educar a los jóvenes en mi pueblo. Mis sueños se convirtieron en una pesadilla, nunca esperaría llegar a este destino algún día «.

Me quedé sola, abandonada

Ella agregó: «El hecho de que me dejaran sola aumentó mi dolor y tristeza. Nadie de mi familia y parientes me visitó en prisión o asistió a mis juicios, incluida mi tía en Sennar, en cuya casa había buscado refugio en el pasado. Tengo cuatro hermanos y hermanas y mis padres. Los extraño mucho. Pasé 12 meses, podrían ser más, tras las rejas sin verlos. No estoy enojada con mi familia a pesar de lo que me han hecho, espero que estén bien «.

Firma la petición para salvar la vida de Noura AQUI

Fuente: Women Living Under Muslim Laws

 

La Violencia Sexual como Arma de Guerra contra las Mujeres

Violencia Sexual

La violencia sexual es un arma específica de guerra contra las mujeres

Yifat Susskind, directora de MADRE, organización de derechos humanos, resumió la situación actual de las mujeres en Irak en el diario británico The Guardian, en Julio de 2014:  «A medida que Irak se hunde en la guerra, las mujeres no sólo están en la primera línea: Son el campo de batalla».

Esta violencia no es al azar. La violación es un arma terriblemente común que se utiliza para aterrorizar y controlar a las comunidades durante la guerra. Sin embargo, sólo recientemente ha sido tratado el tema con la seriedad que merece. El día en que Isis conquistó Mosul, los líderes mundiales estaban en Londres para una cumbre para abordar el flagelo de la violación en tiempo de guerra. Ahora, el compromiso de los gobiernos para proteger a las mujeres en zonas de guerra de violencia sexual está nuevamente siendo probado.

La violencia contra la mujer, especialmente la de naturaleza sexual, ha añadido su propio índice de vergüenza a las guerras recientes. De los conflictos en Bosnia y Herzegovina, pasando a Perú y hasta Ruanda, niñas y mujeres han sido víctimas de violación, encarcelamiento, tortura y ejecución.

La violación, identificada por los especialistas como la más intrusiva de los eventos traumáticos, se ha documentado en muchos conflictos armados, incluyendo los de Bangladesh, Camboya, Chipre, Haití, Liberia, Somalia y Uganda. La violación oportunista, el rapto de las cautivas y el saqueo de siglos anteriores, han sido sustituidos en los conflictos modernos por la violación como una herramienta de combate planificada.

La Violencia Sexual se define en el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud de la Organización Panamericana de la Salud como

“Todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de ésta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo».

De acuerdo a datos de las Naciones Unidas, un 70% de las mujeres sufre algún tipo de violencia sexual a lo largo de su vida.

La violencia sexual contra las mujeres en escenarios de conflicto, ha tratado de justificarse en base a la percepción de que es inevitable en situaciones de máxima tensión y caos social, como es un estado de guerra, en las cuales los hombres están sometidos a la privación de compañía femenina por largo tiempo.

No obstante, este argumento es dudoso: Durante la dictadura militar en Chile, 3.399 mujeres fueron víctimas de violencia y tortura sexual. Este tipo de violencia fue organizada por el Estado, como una manera de aterrorizar a la población y a los “enemigos internos” fue llevada a cabo por miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden, muchos de ellos esposos y padres de familia, quienes conducían sus autos, tranquilamente, a sus hogares luego de “prestar servicio” en los campos de concentración de prisioneras políticas.

Lo mismo puede decirse en el caso de las mujeres indigenas de Guatemala, quienes narraron ante tribunales, la violencia sexual a la que fueron sometidas durante la dictadura de Rios Montt. Una de ellas relató:

“Me agarraron las manos y los pies y me abrieron, no sólo a mi sino a mi mamá también.Eramos bastantes mujeres, esto me lo hicieron en el destacamento, vi cómo le mordían los pechos a mi mamá, luego me violaron a mí”.

Otro ejemplo de que no es la tensión de la guerra lo que hace inevitable la violación, es el reporte de Physicians for Human Rights presentado en agosto de 2014, sobre violaciones en masa y violencia sexual agravada, en el período post-electoral en Kenia del 2007. El informe presentó las conclusiones derivadas de la revisión de 1600 expedientes médicos de tres hospitales en la zona del Valle del Rift entre 2007 y 2011.

Según Amnistía Internacional, los cuerpos de las mujeres se han convertido en parte del terreno del conflicto y es ahí donde se desarrolla la guerra en la actualidad; el triunfo o la derrota están marcados por la devastación en las vidas de las mujeres, producto de la violación y el abuso sexual, los cuales ya no son sólo un subproducto de la guerra, sino una estrategia militar deliberada.

La violación sistemática se utiliza a menudo como arma de guerra en «Limpieza Étnica». Más de 20.000 niñas y mujeres musulmanas fueron violadas en Bosnia desde el inicio del conflicto, en abril de 1992, según un equipo de investigación de la Comunidad Europea. El informe también dice que las víctimas se vieron enfrentadas a la violencia que implica “llevar en sus vientres a los hijos de sus enemigos”.

También sirve para humillar a los enemigos, como hicieron las milicias pro-gobierno de Janjaweed en la región de Darfur, en Sudán, usando las violaciones en masa para controlar y castigar a las poblaciones no árabes de la zona. En Colombia, los grupos rivales violan, mutilan y matan a mujeres y niñas con el fin de imponer códigos punitivos de conducta en las ciudades y pueblos enteros y así fortalecer su control.

Es en el marco del conflicto armado en Siria, donde la violencia sexual como arma de guerra ha mostrado su cara más atroz. El informe: “Violence against Women: Bleeding Wound in the Syrian Conflict” de noviembre de 2013, sostiene que los grupos de derechos humanos sirios expresaron profundas preocupaciones sobre presuntos abusos sexuales, ya en una etapa temprana de la represión de las protestas pacíficas en 2011.

Basándose en diversas fuentes y en diferentes regiones de Siria, la Organización Siria para los Derechos Humanos «Sawasia» estima en 300 el número de casos de agresiones y violaciones sexuales cometidos en 2011. En 2013, se estima que el número de violaciones de mujeres alcanzó aproximadamente 6000, dando lugar a numerosos casos de embarazo forzado.

Los casos de violación se han documentado en Homs, Damasco, Hama, Latakia, Daraa, Idlib y Tartous. La información recibida indica que hay tres situaciones principales en las que se han producido incidentes de violación: Durante redadas gubernamentales, en los puestos de control, durante secuestros, en incursiones “puerta a puerta” y en los centros de detención. La información recopilada también indica que los miembros del aparato de seguridad del Estado han estado involucrados en la violencia sexual en varias ocasiones.

No podemos olvidar a las «Mujeres de comfort» que eran mujeres y niñas que fueron forzadas a la esclavitud sexual por el Ejército Imperial Japonés en los territorios ocupados antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Se estima que entre 20.000 a 410. 000 sufrieron esclavitud sexual en tiempos de conflicto.Muchas de las mujeres eran de países ocupados, incluida Corea, China y Filipinas, aunque también habia mujeres de Birmania, Tailandia, Vietnam, Malasia, Taiwán, Indonesia, Timor Oriental y otros territorios ocupadas por los japoneses fueron utilizadas para «Estaciones Militares de Comfort». Existieron este tipo de instalaciones  en Japón, China, Filipinas, Indonesia, Malasia, Tailandia, Birmania, Nueva Guinea, Hong Kong, Macao y la Indochina francesa.

Hoy, las mujeres son campos de batalla en Irak y el Kurdistán, en la brutal arremetida del ISIS por imponer un Califato Islámico mundial. La Organización por la Libertad de las Mujeres de Irak denunció el secuestro y tráfico de mujeres para ser vendidas individualmente o en grupos, para convertirse en esposas temporales de los guerreros ISIS donde se convierten en esclavas sexuales en nombre de la «Jihad Sexual.» Según la entidad, estas atrocidades se han intensificado a lo largo del mes de agosto, en línea con la comisión de genocidio contra las comunidades minoritarias. Las masacres cometidas contra los Yazidi, chiítas y las comunidades cristianas fueron seguidas por la toma de cientos de mujeres para llevarlas al recién fundado «Mercado de concubinas» en Mosul, con el propósito de vender a las mujeres como esclavas sexuales.

El daño infligido a una mujer en estos contextos, es un ataque a su cuerpo, a su familia y su cultura; en muchas sociedades, las mujeres son vistas como depositarios de los valores culturales y espirituales de la comunidad. Destruirlas física y moralmente es una forma de quebrar la moral, capacidad de resistencia y unidad del colectivo.

La violencia sexual contra las mujeres en escenarios bélicos es una expresión del Patriarcado, como lo son las guerras en las cuales se llevan a cabo estas atrocidades. Un patriarcado en el cual la categoría “Hombres” domina a la categoría “Mujeres” a través del control de la sexualidad femenina usando la violencia y la coerción, dónde las mujeres son objetos cuya dignidad, libertad y derechos dependen de las decisiones masculinas.

Las mujeres, carne de cañón de la política del patriarcado, cosificadas y devaluadas genéricamente, son abusadas, agredidas, violadas, traficadas y asesinadas por hombres, como una forma de propinar una derrota a otro grupo de hombres.

Y mientras los líderes políticos, las organizaciones internacionales y la opinión pública discute sobre la guerra y la paz, la violencia sexual aumenta y se recrudece en el planeta. Sin importar el lugar del mundo, con o sin declaraciones, en ausencia de resoluciones de la ONU o en aparentes estados de derecho, las mujeres enfrentan una guerra diaria por la integridad de sus cuerpos: En Irak, Siria y El Congo. Pero también en Nigeria, Egipto, Honduras y El Salvador; en la frontera norte de México y en los campos de refugiados de Palestina. Donde hay ocasión para la violencia de género, habrá espacio para la violencia sexual.

Relatos Sagrados y Cultura de la Violación

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Historias como la de una virgen embarazada sin su consentimiento nos han ayudado a normalizar la cultura de la violación.

La Cultura de la violación, una cultura donde la violencia contra las mujeres y la culpabilización de las víctimas es la norma, está viva y bien situada en nuestra sociedad. A las mujeres se nos enseña desde una edad temprana que la violación es lo peor que podría suceder en nuestras vidas.

Como institución patriarcal, la Iglesia apoya la cultura de la violación. Aunque los textos, las tradiciones y enseñanzas pueden ser un recurso de liberación para las mujeres que han sido víctimas, también pueden servir como una herramienta de control y fomentar una mayor victimización.

Los relatos de la cultura de la violación en las narrativas biblicas, se caracterizan por los siguientes elementos centrales:

1.- La Violación No es Importante

Son abundantes las historias de mujeres y niñas a las cuales la Iglesia ha dicho que sus vidas son de poco valor una vez que el himen se rompe.

Un ejemplo de ello es la violación de la romana Lucrecia. El padre de la Iglesia, Jerónimo de Estridón declaró que la violación es la única situación en que Dios perdona el suicidio. De hecho, según Jerónimo, «Aunque Dios es capaz de hacer todas las cosas, no puede levantar a una virgen después de una caída.»

La misoginia de este «sabio religioso» es tal, que hasta pasa por encima de la creencia católica de que en la resurrección, todxs lxs cuerpxs serán sanados de toda aflicción y mutilación. Jerónimo afirmó que «ni siquiera el poder de Dios puede reparar el himen roto». Del mismo modo, Tertuliano elogió a Lucrecia por su suicidio y afirmó que ella fue un ejemplo para las mujeres cristianas.

La violación de Lucrecia fue y es tan poco importante para el androcentrismo narrativo, que el historiador Tito Livio describe el crimen como una crisis política:

Sobre las gradas del templo reposa el cuerpo sin vida de la ofendida Lucrecia, mancillada por Sexto, el hijo del rey Lucio Tarquino el Soberbio. Dos mujeres lloran la muerte de la dama mientras que los hombres de la familia, Lucrecio (su padre), Publio Valerio, Collatino (su esposo) y Bruto,  rodean el cadáver. Este último empuña en alto el puñal y jura venganza contra el rey, a lo que responde la muchedumbre que levanta los brazos, lo que supone el fin de la monarquía en Roma.

Según la moderna referencia del episodio, Lucrecia despertó sobresaltada y reconoció a Sexto; quien temeroso de que su víctima gritase, le dijo:

«¡Silencio, Lucrecia; Sexto Tarquino soy;  si lanzas un grito, si profieres una palabra, te mato!. Como Lucrecia no pudo responder ya que la punta de una espada estaba sobre su pecho, Sexto Tarquino prosiguió:

Escucha: yo te amo. Sé que eres fiel, y que me resistirás, prefiriendo morir antes de rendirte. Mas con todo, óyeme. No es la muerte la mayor amenaza para ti, sino la deshonra pública. Si no accedes a mi pasión y me veo obligado a matarte, mataré en seguida al más joven y bello de tus esclavos, pondré su desnudo cadáver entre tus brazos y proclamaré que habiéndote sorprendido en adulterio, he castigado a ambos con la muerte, vengando así el honor de Colatino, mi deudo y amigo.

En vano Lucrecia rogó, imploró, se revolvió desesperada, Sexto Tarquino le hizo comprender con evidencia que resistirse era morir y quedar para siempre deshonrada en la memoria de Roma y de su esposo.

En algunos relatos de la Biblia pasa algo similar. Las amenazas de violencia sexual contra las mujeres son completamente ignoradas en favor de centrarse en las amenazas a los hombres.

Por ejemplo, en la historia de Sodoma y Gomorra (Génesis: 19), Lot había ofrecido a sus hijas vírgenes para ser violadas por la multitud enfurecida, la atención se centró en cambio en la amenaza de violación contra los ángeles que los visitan.

En otros textos donde se ha producido la violación, la atención se ha centrado en la historia de los hombres, en lugar de la victimización de las mujeres: El libro de Samuel relata que diez Pilegesh de David (comúnmente traducido como concubinas), fueron «penetradas» por Absalón «ante los ojos de todo Israel.» Sin embargo, la violación de estas mujeres ha pasado prácticamente desapercibida y el texto ha sido examinado, en cambio, como un golpe político.

2.- Las Mujeres Violadas son Sospechosas

Desde la mujer de Potifar que se nos presenta llorando y acusando una violación falsa, a la historia de Susana, una víctima de violación sufriendo en silencio, los textos bíblicos exponen representaciones de mujeres y violencia sexual que apoyan la cultura violación.

A la mujer no se le debe creer a priori si dice que ha sido violada, porque, como la esposa de Potifar, sólo quieren desprestigiar el honor de los hombres:

Ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió. Cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera, llamó a los de casa, y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciese burla de nosotros. Vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces; y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó y salió. (Génesis 39)

Si vas a ser violada, mantén en silencio el crimen, aún a costa de ti misma. Susana, deseada por dos hombres mayores con poder e influencia, prefiere ser acusada de adulterio y ser lapidada que consentir la violación.

Sé que, si hiciere esto (resistirse), muerte es para mí; y que, si no lo hago, no escaparé de vuestras manos… (Daniel 13)

3.- Dios Premia el Violador

Hay relatos en que la intervención divina castiga a la víctima y premia al violador. En los Hechos de Pedro, la hija de Pedro es secuestrada por Tolomeo que tiene la intención de violarla, por sentirse tentado ante su belleza. Pero Dios interviene y le desfigura la cara, causado la repulsa de Tolomeo, que se arrepiente y inicia una vida de rectitud, mientras que la hija de Pedro queda desfigurada para siempre, por lo que ya no será nunca más violada: Está protegida, ya no va a tentar a los hombres.

4.- La Pureza ante Todo

Las leyendas de las vírgenes mártires describen historias de mujeres que sufren horribles muertes a manos de sádicos con el fin de mantener su pureza ante Dios.

Estas mujeres experimentaron tortura dirigida a su feminidad: Por ejemplo, Santa Ágata tenía sus pechos arrancados de su cuerpo y Santa Catalina tenía su cuerpo destrozado por las ruedas de púas.

Estos relatos sostienen que las mujeres demostraron su amor a Dios al aceptar muertes horribles que les permitieron entrar en el cielo con un himen intacto. Por lo tanto, ellas fueron elevadas a la santidad.

Las historias de vírgenes mártires y su tortura pornográfica son inquietantes y se equiparan el terrorismo sexual. Se enseñan con la intención de que mujeres y niñas se allanen a creer que no hay peor cosa en la vida que les pueda pasar que haber sido violadas; es mejor callarse, que arriesgar el escarnio o el equivalente moderno de que nos arranquen los senos o perecer con el cuerpo destrozado en una rueda de púas,

Los textos androcéntricos y enseñanzas que aquí se presentan son un vistazo de lo que perpetúa la cultura de la violación dentro de la Iglesia. Aunque la Iglesia está perfectamente capacitada en poder, recursos y privilegios para desafiar la cultura violación y la violencia espiritual que conlleva, es actualmente tan cómplice que no puede cambiarla.

Fuentes:

The Church and Rape Culture por Gina Messina

Purity Culture as Rape Culture por Dianne Anderson

 

Violencia Sexual en Medio de la Guerra en Colombia, Una Práctica Común de todos los actores

Muchas mujeres han sufrido violencia y perdido a familiares en el Conflicto Colombiano

Muchas mujeres han sufrido violencia y perdido a familiares en el Conflicto Colombiano

Por Gina Escheback *

“Sentí que mi corazón se iba a salir del pecho…ver cómo quemaban el trabajo de muchos años de mi padre y hermanos, no saber que les hacían y escuchar sus gritos de dolor dolía más que la violación que me ocurria,  que les daba diversión a muchos de ellos, de los cuales ya no reconocería sus rostros…solo quería morir”  Carmen[1] * Una desplazada afro descendiente de Tumaco Nariño Colombia  me contaba su triste historia , hace algún tiempo en un encuentro de víctimas que coincidimos en el marco de la participación política de las mujeres desplazadas, que ordenaba la Corte Colombiana en el Auto 092.

Carmen es desplazada, afro descendiente, fue violada por un grupo armado cuando ingresaron en el año 2001 a la finca de su familia en zona rural de Tumaco Nariño, su padre se negó varias veces a pagar extorsiones , hoy él y sus dos hijos varones están desaparecidos, Carmen desplazada con un hijo de 10 años producto de la violación, recorre las calles de Bogotá buscando trabajo y tratando de aliviar el dolor de la vulneración que lleva en su cuerpo, aproximadamente 14 hombres pudieron violarla;  no está segura, se llevaron todo de sí…hasta sus ganas de volver a amar…dice.

La leyes están a nuestro favor, pero en conflicto no, ni sus actores, acá no se diferencian frentes, todos van con el machismo incrustado en su cuerpo, cómo el fusil con el que viven día y noche, ya sean soldados de la ultraderecha cómo los Paramilitares, narcos, o guerrilleros de la extrema izquierda, o peor aún aquellos que juraron sobre la bandera tricolor defender la patria, incluidas nosotras los Soldados y policías de servicio.

El cuerpo de las mujeres en medio del conflicto es parte del terreno a conquistar en la guerra, no basta decir que son desplazadas y les quitan sus maridos o hijos para llevarlos a enfilar grupos armados, o en otros casos los asesinan o desaparecen, la huella de la guerra pasa  sobre ellas y es con  la violencia sexual en medio del conflicto, acto aberrante que  ha sido un secreto a  voces que las mujeres desplazadas han denunciado, y pocos  escuchan.

Cómo Carmen son muchas las mujeres que han sido atropelladas sexualmente en la guerra interna que vive Colombia hace 60 años, con inoperancia por parte del Estado y la justicia, con legislación débil en el tema del aborto en caso de violación, con grandes violaciones al DIH por parte de los actores armados del conflicto, el panorama pinta oscuro para nosotras que clamamos justicia.

La ONG internacional la Casa de la Mujer y la ONG Oxfam-Intermón  en un excelente informe de casos de violencia sexual en medio del conflicto encontraron estos datos muy dolorosos:

Entre  2001 y 2009 un aproximado de  489.687 mujeres de 407 pueblos o ciudades  con presencia de Ejército o policía oficial , grupos guerrilleros  y paramilitares fueron víctimas de violencia sexual, de las cuales un 82,15 % no denunció por temor o desinformación.

De una muestra de 183 casos «los paramilitares fueron responsables del 45,8 %, las fuerzas de seguridad oficiales del Estado  del 19,4 % y los grupos guerrilleros de extrema izquierda (FARC-ELN)  del 8,5 %».

Según Human RightsWatch, los casos de violencia  sexual y doméstica  en las mujeres desplazadas se eleva a a unos dos millones de mujeres y niñas.

Los congresistas Colombianos  Ángela María Robledo e Iván Cepeda sensibles con esta tragedia de las mujeres en medio de la guerra han lanzado una iniciativa de ley que cursa en el congreso con el fin de conseguir que éstos delitos sean considerados de lesa humanidad y no prescriban, de esta forma las mujeres tengamos más posibilidad de acceder a la justicia y no quedarnos en la frustración de la impunidad.

El proyecto de Ley, es  inspirado en  legislación adoptaba en Rwanda y Yugoslavia tras los delitos reiterados contra las mujeres en sus conflictos, también busca perseguir a los responsables  y condenar a los que usan la violación cómo arma de guerra y sus superiores que les dan órdenes de hacerlo cómo ocurre  en Colombia.

La lucha contra este flagelo debe ser parte de la vida de toda la sociedad Colombiana y mundial los acuerdos de paz deben basarse en la búsqueda de la justicia para las mujeres, la reparación y las garantías de no repetición, necesitamos que un Billón de  mujeres y hombres a Pie también alcen su voz por nosotras las víctimas del conflicto Colombiano!!

*Comunicadora, Community Manager, Social Media, Digital Activist, Defensora de DDHH, Reportera ciudadana y bloggera, en temas de Racismo y Cultura Afro Prevención de Violencias, Derechos humanos, Unión Latinoamericana y construcción de paz; 12 Años de experiencia en derechos humanos en diferentes espacios – Colombia y Latinoamérica.

Para más información, Contactar a:

voxpopulilatinoamerica@gmail.com


[1] Nombre cambiado por petición de la víctima

Eugenia: «A mi Madre le Costaba Entender que su Propio Hermano me Había Violado»

Muchas violencias afectan la vida de las niñas…

*Por Eugenia Salazar

Eugenia es una mujer dulce y lúcida que la vida me ha regalado como amiga. Aún no nos conocemos en persona pero la confianza traspasa barreras físicas. Vive en Buenos Aires, tiene una hija, un trabajo y muchas esperanzas. Cree en el amor y ama. Hace honor a su nombre. Eugenia: La de noble origen.

Lo que ha pasado Eugenia es la historia de miles de mujeres que cargan con el estigma de la violencia, con el dolor de los golpes y el trauma del abuso, que se llevan mordidos entre los dientes, porque se nos ha dicho que «De eso no se habla». La Cultura del Silencio perpetua la violencia en nuestras vidas. Las víctimas no son un problema social, sino el abusador. Nuestro silencio no debe ser cómplice de la impunidad, de la indiferencia del sistema judicial, de la sociedad que normaliza estos actos terribles contra la integridad humana. Por cada persona que habla de la violencia sufrida, al menos dos ciclos de maltrato terminan: El del que habla, que al romper el silencio se libera y el de alguien que lee, que toma conciencia para evitar el maltrato propio o de alguien más. Gracias otra vez, Eugenia.

«A mi Madre le Costaba Entender que su Propio Hermano me Había Violado»

 Hoy decidí contar esta historia que me cuesta decir, por que siempre la dejé de lado para poder avanzar, a pesar de todo. Empezó cuando nos mudamos todos juntos. Tengo una familia numerosa y habíamos alquilado una casa para reparar gastos. Yo en ese momento era pequeña , toda mi vida había vivido ahí.

Mis padres se la pasaban trabajando y siempre quedábamos al cuidado de los tíos o familiares; los fines de semana estaba siempre con mi madre, ella nos llevaba a la plaza a jugar. Era el único momento en el que sentía cariño; pero cuando mis padres se juntaban, era un infierno. Ellos no se llevaban muy bien y siempre había gritos y peleas. Mi papá era muy agresivo y nos pegaba con cables. Él los ponía doble. Yo y mi hermano sufríamos eso, cada vez que no hacíamos algo bien. Siempre, recuerdo las marcas en las piernas y toda la forma del cable , la verdad su falta de amor hacia nosotros era constante yo siempre me sentí como una carga para ellos por que los dos transmitían lo mismo.

Cuando fuimos muchos más grandes, mi hermano salía a, lo que en ese momento, se llamaban Videos, un lugar chiquito que lo acogía para olvidarse de que en su casa había violencia y desamor; yo me quedaba siempre en la casa de una señora a mirar telenovelas; siempre soñaba con el príncipe azul, pero hasta ahora no llego y ni creo que vaya a llegar.

Ya a la edad de 8 años tuve mi primer golpe en la vida. La verdad no recuerdo bien como fue la primera vez que perdí mi inocencia, sólo recuerdo la puerta y él diciéndome que cambiara la sábanas, ni me acuerdo cuando, sólo sé que cuando me di cuenta, él me daba dinero para que me callara la boca. No lo pude contar sino hasta los 16 años, cuando mi prima dijo que a ella la había violado su padrastro. Al tiempo ella dijo que era mentira, pero como mis padres le prestaban más atención, entonces decidí contárselos; en realidad, sólo se lo dije a mi madre, que jamás me creyó.

Ella me mandó a psicopedagogos, psicólogos de todo tipo, hasta que de una de ellas le dijo que era verdad. A mi madre le costaba entender que su propio hermano me había violado, ese al cual mi abuelo le había dicho que cuidase porque era el más débil, y en el cual tenia confianza ciega.

Mi mamá siempre me preguntaba por qué yo rompía las bombachas y los corpiños y yo ni recuerdo lo que le decía, solo vivía por vivir. Un tiempo después nos mudamos a donde vivo ahora. De todas formas nada cambió. Mis padres se llevaban cada vez peor y mi papa era cada vez mas violento. Yo y mi mamá le teníamos miedo, hasta que un día mi mamá se animó a mandarle una carta donde le decía que se fuera. Después de eso, cuando mi papá llegó le tiró la ropa por la ventana.

Desde ahí nos quedamos los tres solos, pero mi hermano se tomó muy apecho lo del abandono; de todas formas mi padre siempre estuvo ausente, pero él había decidido reemplazarlo. Ahí empezó mi segundo calvario. Cada vez que no hacía lo que quería, me golpeaba. Siempre recuerdo la primera vez, que fue por que le hice un churrasco crudo y se enojó y me golpeó. Hasta la marca me dejó, ya que me desvió la nariz. Siempre tenía que estar todo como él lo pedía. La verdad lo sufrí mucho por que siempre me decía que era una inútil ,una estúpida y demás insultos.

Eran tales las ganas de salir de mi casa, que cuando podía salir, me la pasaba en otras casas menos en la mía o de fiesta. En ese momento tenia amigas a quienes les gustaba salir de farra y siempre me enganchaba .

En una de esas fiestas conocí a un chico al que le decian «Figu» o algo así. Me encantaba. Al poco tiempo me metí en su casa y nos pusimos de novios. Siempre cuando salía del colegio iba a la casa y estábamos juntos, a tal punto que me embaracé de él. Cuando le dije lo de mi embarazo, reaccionó mal, me dijo que me quería, pero que no estaba preparado para ser padre y me dejó al poco tiempo, por otra mucho menor que yo pero de la cual el había estado enamorado siempre.

Finalmente le conté a mi mamá que estaba embaraza. Ella se puso a llorar, se enojó conmigo y me echó, entonces decidí volver a la casa de él. Su mamá me dejó durmiendo en la casa de la abuela que estaba enferma. No saben la conmoción que tenía cuando vi que enfrente estaba lleno de basura. Era una casa humilde, pero ver esa basura me hizo pensar como íbamos a terminar yo y mi bebé. Yo sin secundaria y sin trabajo.

Al día siguiente fui a mi casa y mi mamá me estaba esperando. Me dijo que abortara, que era lo mejor. Sin darme cuanta mucho de la situación me subieron al auto para ir a una clínica y ahí me hicieron un raspaje. No sé que decir. Cuando sentí que ya yo no tenia mi bebé en la panza, sentía mucha culpa y dolor pero ya lo había hecho.

Seguí el colegio normalmente. Terminé de rendir mis materias y nos fuimos de vacaciones a la casa de mi abuela, ella vive en el campo y a mi mamá le parecía lo mejor para olvidar lo que había pasado. Uno de esos domingos donde se juega al fútbol, fui a ver uno de los partidos y me tropezé con un chico; él era morocho, pero realmente hermoso, fue un flechazo a primera vista. Luego seguí hasta la casa de mi abuela para cambiarme e ir al baile. Era una tradición después de los partidos, iba todo el pueblo.

Entonces fui. En ese momento yo sufría de ataques de asma y justo me toco sufrirlo allí. Me sentía tan mal que me desmayé. No me di cuenta y cuando abrí mis ojos era él quien me llevaba al hospital. Al llegar, le preguntaron quien era yo y él dijo «mi novia». Desde ahí no nos separamos más.

Jamás me olvido de la primera vez que fui a su casa, él le dijo a su mamá: «Ma! es el amor de mi vida, me voy casar,formar una familia..» y la madre le dijo que estaba loco. Nos dieron el desayuno y me fui a la casa de mi abuela, porque al día siguiente volvía a Buenos Aires. Mi relación con él era maravillosa, fue un gran amor, creo hasta ahora el mejor de mi vida, él era protector, me cuidaba, realmente me amaba y yo lo sentía así, era mutuo.

Ya estaba en mi tercer año, a punto de terminar la secundaria , él vino a verme y habló con mi papá para pedirle mi mano, se quería casar conmigo. Era tan feliz, por fin iba a salir del infierno de mi casa, pero no fue así. Al poco tiempo nos enteramos que tenia leucemia y que era fulminante. No tuvimos tiempo. A los dos meses falleció. Fue una de las cosas mas difíciles que tuve que pasar en la vida, me tuve que reinventar de nuevo.

Esa es un poco de mi historia. Sólo quiero que sepan que se puede seguir a pesar del dolor. Yo ahora soy madre soltera y lucho con mi hija para ser felices por que algún día todo llega .

Yo Soy Eso Que Le Pasó a Mi Mamá

Madrugada de invierno en la guardia de un hospital público. Una norma implícita dice que nadie puede mencionar que la guardia viene tranquila, no vaya a ser que todo cambie de pronto. Cábalas de trabajadores de la salud. Y efectivamente, luego de pensar en que tal vez la jornada termine sin más sobresaltos se escucha la sirena de un patrullero seguida del sonido de la ambulancia. Ingresan una camilla con una joven adolescente, con ataduras caseras en sus muñecas. Sangra mucho, rápidamente la ubicamos en el shock room y los cirujanos corren a atenderla. Carolina ha intentado suicidarse. No es la primera vez, nos cuenta un familiar presa de la angustia. Lo hace a menudo, y es probable que un día consiga quitarse la vida.

Al día siguiente, pasada la urgencia clínica, la entrevisto. Carolina tiene 16 años. Cuenta que desde muy chica siente muchas ganas de matarse; que desde los doce años lo intenta, y que lamenta que esta vez la descubrieran cuando se había encerrado en el baño. Ha probado ya distintas maneras de quitarse la vida y asegura que la próxima vez no va a fallar. Habla de su madre: “Nunca me quiso”; “De parte de ella, sólo he sentido odio”. No soporta la mirada de la madre, que describe como “de desprecio”. Dice que no tiene fotos de bebé; mejor dicho, no tiene ninguna foto. Y que, de tanto preguntarse y preguntar los motivos por los que siempre se ha sentido sola y vacía, finalmente su madre le confesó lo que era un secreto bien guardado pero mal disimulado: Carolina es producto de la violación de su madre.

Un familiar cercano, ya muerto, abusó sexualmente de la madre, a los 14 años, cuantas veces quiso, hasta que la dejó embarazada. Su madre, continúa Carolina, no supo qué hacer. No quería tenerla, ocultó elembarazo hasta que la panza resultó evidente. Cuando el padre de la madre se enteró, le dio una paliza, descreyendo de lo que ella le había contado sobre las violaciones. Después, quiso regalar a Carolina, pero no la dejaron. Así fue como se la quedó, sin ninguna posibilidad de hacer de “eso”, producto de la violación, una niña hija de algún deseo. “Eso.” Así es como se nombra Carolina: “Yo soy eso que le pasó a mi mamá, y no quiero vivir más”.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación acaba de emitir un fallo en el que admite que no sea castigada una adolescente que había sido violada y que, como consecuencia de esa violación, quedó embarazada y decidió abortar. Asimismo, quedan exentos de consecuencias penales los médicos que lo practiquen, con el consentimiento otorgado por la mujer mediante una declaración jurada, sin requerir de autorización judicial. En otros casos, la judicialización ha derivado en la imposibilidad de consumar el aborto, debido a que al producirse los fallos el embarazo estaba tan avanzado que ya era imposible.

Como se ve en el caso presentado, la violación no sólo trae consecuencias tremendas para el psiquismo de la mujer violada: también tiene consecuencias sobre el hijo, producto de la violación, en relación con el lugar que ha de ocupar en el deseo materno; en relación con esas miradas, a veces odiantes, a veces despectivas, a veces hasta piadosas, de las que el niño puede ser objeto sin saber consciente que las decodifique. No debiera desconocerse –por respeto a la dignidad, al deseo– que la ausencia absoluta de un deseo vital del que sostenerse puede hacer que la vida de un niño, resultado de una violación, esté signada por lo mortífero. Carolina lo pone en acto. Quiere matarse, no hay vida posible para ella. Su marca de origen signa su destino y la condena a vivir con un inmenso pesar que le resulta insoportable. Nadie quiso que ella viviera; ella tampoco quiere. Es el recuerdo permanente del horror padecido.

El fallo de la Corte sienta las bases para el tratamiento del aborto no punible en el Congreso. El debate está abierto, pero resulta imprescindible oír la voz de los mudos: las mujeres violadas, los hijos producto de esa violación, su sufrimiento, el sentimiento de culpa que los invade, la vergüenza que sienten al contarlo, como si ellos, los hijos, fueran responsables del acto aberrante que les dio origen.

Texto de Andrea Homene Autora del libro Psicoanálisis en las trincheras. Práctica analítica y derecho penal (ed. Letra Viva).