El Café Sheroes en la India Lucha por Empoderar a las Víctimas de Ataques con Ácido

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Dirigido por sobrevivientes de ataques con ácido, el café es parte de campañas más amplias para el acceso de las mujeres a lugares públicos y la libertad de expresión.

Lejos del centro de atención del Taj Mahal, el Café Sheroes en Agra, India, está dirigido por sobrevivientes de ataques con ácido. Las niñas y las mujeres, que fueron atacadas por sus acosadores, amantes abandonados, parientes o padres, sirven bebidas calientes y trabajan como cocineras. En una esquina, las camisetas que dicen «Detenga los ataques de ácido» y «Mi belleza es mi sonrisa», están a la venta.

Quienes trabajan aquí apoyan campañas más amplias para la igualdad de género: Que las mujeres accedan a lugares públicos sin temor a la violencia y se expresen libremente.

Bala, de 21 años, me dijo que la primera vez que vino al café era una persona callada. Ella había dejado de hablar después de un ataque con ácido, pero este lugar le dio confianza para «abrirse y hablar». Bala tenía 17 años cuando fue atacada por un terrateniente que había matado a su padre. Su hermano denunció el asesinato a la policía y el propietario recibió una sentencia de siete años. A pesar de esto, fue liberado en breve, dijo Bala. «Cuando salió, me atacó con ácido para vengarse».

Rukkya, de 30 años, fue atacada por el cuñado de su hermana, que quería casarse con ella a la edad de 15 años. «Primero pensé que me había tirado café. Estaba gritando. Mi cara se estaba derritiendo y ardiendo. Entonces me di cuenta de que me había echado ácido», me dijo Rukkya.

Los ataques de ácido a menudo tienen la intención de desfigurar a las mujeres que se niegan a casarse con un hombre o rechazan sus avances sexuales. También han sucedido en medio de conflictos familiares, violencia doméstica y abuso conyugal. Por lo general, premeditado y dirigido a la cara de la víctima, el objetivo es el daño a largo plazo.

Rupa, de 24 años, dice que su madrastra la atacó cuando tenía 15 años. Le echó ácido mientras dormía en su casa en un pueblo de Uttar Pradesh.

Sana, ahora de 23 años, fue agredida hace tres años por sus parientes políticos porque no podía cumplir con sus demandas de dote.

Geeta, de 40 años, y su hija de 26 años, Neetu, fueron desfiguradas cuando el marido de Geeta les echó ácido mientras dormían, porque él quería un hijo. También atacó a su hija menor, Krishna, quien luego murió a causa del ataque.

Las mujeres con las que hablé tenían quemaduras de tercer y cuarto grado. Cada una había sufrido daños en el cuero cabelludo, la boca, el cuello, el pecho, los brazos, las manos, los ojos, las orejas y la nariz. El ácido afectaba su piel y desfiguraba sus caras. Soportaron traumas y dolor extremos.

La mayoría de las niñas y mujeres que trabajan en el café Sheroes provienen de áreas rurales y ciudades más pequeñas, principalmente de los estados de Uttar Pradesh y Bihar, donde existen pocos o ningún servicio de salud especializado para apoyarlas. Deben viajar largas distancias para recibir tratamiento y a menudo tienen que ir a un hospital especial administrado por el gobierno en Nueva Delhi, donde la capacidad es baja, el tratamiento es caro y los tiempos de espera son largos.

Todas las mujeres que conocí han tenido varias cirugías reconstructivas. Aunque las víctimas de ataques con ácido tienen derecho a una indemnización de hasta INR 300,000 (alrededor de US $4,600), no es fácil de obtener y es posible que no cubra el costo total del tratamiento y la rehabilitación. Como resultado, las sobrevivientes pueden verse endeudadas.

Bala ya ha tenido ocho cirugías y explica su terrible experiencia después del ataque: «Cuando fui asaltada, llamamos a la policía pero la policía no me escuchó. Estuve sufriendo durante dos o tres horas antes de que me llevaran a un centro médico. Me llevó varias horas conseguir el tratamiento adecuado».

Bala dice que viajó a las citas en Nueva Delhi solo para descubrir que «no hay doctores disponibles». Hacemos un viaje tan largo y no nos ven «.

En 2013, el gobierno indio modificó el código penal nacional para registrar mejor y tratar de frenar las incidencias de ataques con ácido. Los cambios legales restringieron las ventas de ácidos sin receta y le dieron a los vendedores la responsabilidad de solicitar y registrar las identidades de los compradores, los motivos de compra y las cantidades vendidas. Pero este es un país donde las redes sociales fuertes parecen preceder a todo lo demás. El ácido todavía encuentra su camino en manos de los atacantes, y tales ataques aún ocurren.

Mis conversaciones con mujeres en Café Sheroes sugirieron que muchos perpetradores de ataques con ácido quedan impunes ofreciendo sobornos o usando su propia influencia para eludir las leyes. Sin embargo, las mujeres no expresaron enojo. Explicaron que la justicia solo puede venir de la creación de espacios donde se sientan socialmente incluidos, por parte de la comunidad en general, y del refuerzo de las leyes gubernamentales.

Exigieron un mayor enfoque en la prevención, en lugar de la respuesta a la crisis. También expresaron gratitud porque pueden continuar con sus vidas en el café. Su lucha constante por la igualdad revela la verdadera cara de la India.

Por Ritu Mahendru

Daulatdia: Vivir y Crecer en el Burdel más Grande de Bangladesh

 

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Es el burdel más grande de Bangladesh, y posiblemente del mundo. La ciudad de Daulatdia alberga a más de 1.500 prostitutas, algunas de tan sólo 10 años de edad.

Daulatdia es el nombre de una aldea de burdeles en Bangladesh. Ha llegado a ser conocido como uno de los burdeles más grandes del mundo. Abriendo alrededor de 1988, es uno de los 20 burdeles oficialmente sancionados en Bangladesh, aunque fue extraoficialmente en existencia durante décadas anteriores.

Ubicado entre una concurrida estación de ferrocarril y un puerto de ferries lleno de miles de hombres, Dautladia alberga a profesionales del sexo que atienden a miles de hombres diariamente. La edad promedio de los trabajadores sexuales recién llegados es 14 (la edad de consentimiento) y algunas son más jóvenes. Muchos de ellas son vendidas por traficantes de redes de explotación sexual o «dalals» por alrededor de $ 250 dólares, que luego están obligadas a pagar a proxenetas que son en su mayoría mujeres mayores.

Daulatdia es como una pequeña ciudad en sí mismo. El burdel tiene todo lo que las mujeres en situación de prostitución y los clientes necesitan, desde salones de belleza, mercados hasta centros de juego. Las mujeres que trabajan allí no tienen ninguna razón para salir de la aldea contenida en el burdel. De todos modos, incluso si quisieran irse, no se les permite. En un destartalado laberinto de callejones sucios, las mujeres y las niñas trabajan día y noche en diminutos cubículos, conociendo a los hombres que vienen de la carretera cercana.

Originalmente el lugar fue construido durante el gobierno colonial. Pero ahora es propiedad de la familia de un político local. Muchas de las prostitutas siempre han vivido allí; algunos fueron vendidos a la prostitución por sus familias, y otros fueron secuestrados de sus aldeas.

El burdel más antiguo es Kandapara, con 200 años de funcionamiento. La fotografa alemana Sandra Hoyn publicó en «The Longing of The Others» fotografías de este sito, recopiladas en el siguiente video:

Bangladesh es uno de los países islámicos que no criminaliza la prostitución. Sin embargo,varios burdeles han sido cerrados. El año pasado, las autoridades locales demolieron el burdel Tangail en el norte de Bangladesh. Eso ciertamente no impidió que los clientes se fueran a Daulatdia.

Daulatdia, un pueblo en el cual mujeres que venden sexo a 3000 hombres cada día. Es un mundo sombrío pero, todavía hay lugar para la esperanza.

Un día de mal tráfico es cuando el negocio prospera en Daulatdia. Conductores, limpiadores, cargadores, empresarios de pequeñas ciudades e incluso policías vienen al burdel para pasar el tiempo con cualquiera de las mujeres de 12 a 35 años que ofrecen sus servicios por menos de US $3 por hora en caseríos de una habitación donde comen, duermen y crian a sus hijes.

Los niños y niñas que viven aquí son vulnerables al abuso y la explotación sexuales. Sus madres son apenas capaces de defenderse de los borrachos que pasan por sus habitaciones. Los niñes son regularmente empleados por los clientes para hacer recados, ir a buscar alcohol y drogas, hacer apuestas, dar masajes y, finalmente, limpiar después de que los clientes los hayan dejado solos. La mayoría de los niñes son empujados bajo la cama o en una esquina para dormir en la misma habitación donde sus madres atienden sus clientes.

Rekha tiene una hija llamada Sharifa. Ella sabe la existencia de las trabajadoras sexuales conduce a la privación y enfermedades. Ella sabe que la escuela a la que Sharifa asiste le ofrece la única posibilidad real de otra vida. Una digna de vivir. Rekha se despierta temprano todos los días para ver como Sharifa se va a la escuela. Sharifa sostiene en sus pequeñas manos sus propios sueños que un día, juntos, encontrarán una manera de escapar.

Morjina Begum, la directora de la escuela, observa a los niños que llegan a través de las puertas. Ella más que nadie entiende lo que significa esta escuela. Una vez fue una trabajadora sexual y sabe lo que significa sufrir.

Hace veinte años, las prostitutas y nuestros hijos, no teníamos esperanza, ni siquiera un cementerio para nuestro entierro, pero ahora gracias a Save the Children, tenemos chicas que están cursando estudios de ingeniería y medicina, muchas se han convertido en maestras y tantas más se han casado y se han asentado fuera de Daulatdia viviendo una vida normal

Cuando Sharifa regresa de la escuela, su madre, Rekha, la está esperando. Hace años, antes de que Save the Children empezara a trabajar en Daulatdia, estas madres y sus hijos no tenían esperanza, pero ahora hay chicas que ahora están libres. Rekha espera que su hija también viva una vida normal y nunca tenga que sufrir como ella. Es por eso que espera y reza para que la escuela nunca se cierre, porque sin ella no habrá esperanza de escape.

Fotos: Daniel Melbye

Lunas y Sangre: La Menstruación Descolonizada

Alguna vez te has preguntado ¿Por qué en ningún libro de historia, de educación sexual o en muchos de los consejos maternos se ha ignorado o se desconoce por completo la perspectiva de las mujeres indígenas en relación a la menstruación?

Ellas no usaban toallas, ni tampones; tampoco se avergonzaban de la sangre, ni del olor, ni de uno de los actos mas puros y significativos para la mujer. ¿Por qué nosotras si? Porque nuestras mentes, nuestras ideas y nuestra forma de vida ha sido colonizada, «occidentalizada» desde antes de nacer.

Para muchas de nosotras, la menstruación es un momento terrible, lleno de dolores, de achaques, de depresión, de enojo y un sin fin de emociones negativas. Recuerdo que mi primera menstruación fue un día lunes justo antes de iniciar honores a la bandera; la secundaria llena, todos reunidos en el patio y los ojos de mas de treinta compañeros en mi falda blanca teñida de rojo. Lágrimas, carcajadas, murmullos, vergüenza….

Somos los únicos animales que sienten vergüenza de su naturaleza…

Me enseñaron a llamarle menstruación, con el tiempo preferí llamarle «mi luna». No sólo porque mi cuerpo es como la marea y la luna influye directamente en mi; también por que en mi interior hay ciclos, hay estaciones y con mi luna varían. No estoy obligada a sonreír siempre, ni a llorar, ni a enojarme o a no sentir nada. Nunca me enseñaron que soy parte del cosmos, y como él me comporto, está en mi naturaleza y justo en mi luna todos mis instintos afloran; ¿porque debería sentirme avergonzada o culpable por lo que siento?

La sangre que fluye de ti,  purifica tu cuerpo y mente porque durante cada mes atesoras sentimientos, emociones, pensamientos; y muchas de las veces todo esto necesita salir de ti porque te hace daño llevarlos dentro. Dolor, amor, miedo, odio, envidia, celos.

Imagínate lo que significaría para ti cargar un año entero con ese costal en tu interior, el daño que le provocaría a tu organismo. Cuando comiences a sangrar piensa en todo aquello que quieres sacar de ti y hazlo, déjalo fluir entre tus piernas. Comienza a controlar tu cuerpo, tu ciclo, tus emociones.

No en todos los casos, ni todas las mujeres experimentan dolor cuando su luna llega. Yo si, y antes lo odiaba porque desconocía el significado que este dolor provoca. Muero y renazco. Soy la misma y soy otra; las mujeres cada mes somos un fénix. Cuando tu vientre duele, cuando tu cadera te duele es tu portal abriéndose. En esos 3 o 5 días serás mas receptiva a todo lo que la vida te ofrece. Cierra los ojos y mira hacia dentro de ti misma, concéntrate en tu ritmo cardíaco y deja que el Huehuetl interno te de calma y aclare tus pensamientos. Estos días, más que en otros, serás capaz de encontrar, vivir y experimentar la magia dentro de ti.

En la antigüedad, las mujeres indígenas le ofrecían su sangre a la tierra como una ofrenda. Se ponían en cuclillas y se desprendían de sus emociones mezcladas con la sangre regresando la energía a su madre. También la esparcían entre las flores con sus propios dedos puesto que para ellas todo en sus cuerpos era sagrado, era parte del todo.

Nosotros la dejamos ir entre tampones y toallas sanitarias que tardarán hasta 500 años en desintegrarse; para nosotras ahora es humillante, es sucio, es asqueroso lo que para ellas representaba una ofrenda de agradecimiento.

¿Pero en verdad somos tan distintas a esas mujeres sabias? ¿Seguiremos viviendo con vergüenza algo que es tan certero como la muerte? Toda esta magia, esta unión profunda con todo aquello que nos rodea sigue dentro de nosotros, palpita en nuestras venas; no es al azar que seamos nosotras (hembras de todas las especies) las guardianes de la vida.Nosotras llevamos en nuestro interior el caos que dio luz al universo.

Celebremos nuestro poder, aun cuando no huela a rosas, aun cuando duela ya que es la muerte y la vida danzando en el mismo instante en nuestro vientre, nuestro portal y nuestros muslos.

No tengas miedo de tocar tu sangre, es tuya, te pertenece. No tengas asco de olerla, no sientas pena por sentirla; eres tu misma fluyendo fuera de ti, eres la marea volviendo cíclicamente a su lugar de origen. Y lo mas importante, no enseñes a tus hijas el falso pudor ni la vergüenza que nos enseñaron nuestras madres a nosotras, enséñale que importante es que ame su cuerpo, sus propias lunas con todo lo que ellas le traerán, con todo lo que se llevarán lejos.

Somos vida, somos muerte, hijas de la luna y de la tierra. Tejedoras de agua, cazadoras de fuego. Nuestra sangre es tan sagrada como el resto de nuestros fluidos, como el resto de nuestro cuerpo, energía, mente y corazón.

– Paola Klug –

Tallas Irreales para Mujeres Reales: El Drama y La Violencia de Comprar Ropa

La ropa debe reflejar el estilo de quien la usa

La ropa debe reflejar el estilo de quien la usa, no los estereotipos

Barrio de Once, Buenos Aires. Siete de la tarde y Karina, de 26 años, ha estado entra y sale de tiendas de jeans. Ha visitado más de 10, hasta que  encuentra un par de jeans que le quedan, aunque no son los que ella tenía en mente cuando salió de su casa. En vez de estar feliz con su compra, se siente frustrada y castigada por ser una mujer de talla grande. «Cada vez que salgo a comprar ropa, mi autoestima vuelve a casa peor de lo que salió. Salir a comprar me deprime, no siento la emoción que una mujer delgada podría sentir. Para mí, es de terror».

Lo que le pasa a Karina, lo viven millones de mujeres que no son talla 6 o 36 norteamericana, la talla que se supone ideal para una mujer adulta, de acuerdo a los mandatos sociales y culturales o incluso tallas más pequeñas: «Cada vez que me doy cuenta de la necesidad de ropa nueva, pienso en el tormento que voy a tener que experimentar durante el día sin saber si voy a encontrar lo que estoy buscando, si tendré que resignarme a algo que en realidad no me satisface o, peor aún,volverme con las manos vacías porque no hay nada para mí. «

La falta de opciones de ropa para mujeres que usan tallas más grandes, refleja un estereotipo de belleza en la cultura argentina, que los críticos dicen que es difundida por los medios de comunicación y la publicidad. Los activistas y los funcionarios del gobierno están debatiendo un proyecto de ley nacional para regular las tallas de ropa. Mientras que algunas tiendas quieren mantener su derecho a dirigirse a un mercado determinado, están surgiendo nuevas tiendas para atender a las personas que usan tallas grandes. Además de una selección más amplia de tamaños, los defensores dicen que una mayor educación es clave para ampliar el concepto de país de la belleza.

Varias provincias promulgaron leyes en 2007 para regular los tamaños de la ropa, incluyendo Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos, Santa Cruz y Córdoba. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires cuenta con una ley de talles, al igual que la provincia de Buenos Aires, aunque sólo regula ropa adolescente. A nivel nacional, un proyecto de ley que rige las tallas de ropa obtuvo la aprobación de un solo cuerpo de la legislatura bicameral en 2009.

En 2007, una organización no gubernamental llamada Fundación Mujeres en Igualdad llevó a cabo un estudio de las áreas comerciales en los suburbios de Buenos Aires. En una encuesta de 35 establecimientos, el estudio encontró que no existe un sistema uniforme de tallas. Algunas tiendas utilizan tallas tales como 1, 2, 3 y 4, mientras que otros utilizan pequeñas, medianas y grandes, y otros utilizan de 19 a 37. Las tiendas no llegaban a tamaños superiores a 42, aunque los fabricantes producen tallas hasta la 56.

En enero de 2012, D’Alessio International Research encuestó a 268 mujeres en línea, de más de 18 años, de clase media de Argentina sobre su nivel de satisfacción con sus cuerpos. Noventa y seis por ciento respondió que en algún momento se sintió incómoda con el espejo. Mientras que el 17 por ciento dijo que había tenido una cirugía plástica, el 37 por ciento dijo que quería tener una cirugía para mejorar algún aspecto de su cuerpo.

Violencia en el Espejo

Sharon Haywood, fundadora y directora de AnyBody Argentina, una organización no gubernamental, vincula la falta de mayores tallas de ropa con una norma rígida de la cultura de la belleza. «La cultura visual en la Argentina es tóxica», dice Haywood, quien también dirige Adios Barbie, un sitio web que promueve la aceptación del cuerpo. «No se puede caminar dos cuadras de la capital sin haber visto un cartel en la calle, la publicidad en los autobuses  o una revista en los kioscos que muestra a una mujer parecida a Barbie con poca ropa «.

La moda y los moldes tienen que ser a la medida de las mujeres reales

La moda y los moldes tienen que ser a la medida de las mujeres reales

La población de Buenos Aires refleja las distintas corrientes inmigratorias que esta ciudad portuaria ha sido testigo, de acuerdo con el Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos, que estudia los patrones de migración hacia y desde América Latina. A finales del siglo 19 y principios del siglo 20, hubo una fuerte afluencia de inmigrantes de España, Italia, Alemania, Polonia y Francia. En los últimos años, los inmigrantes proceden de países latinoamericanos, como Bolivia, Paraguay y Perú, así como de China y Europa del Este. Características, dimensiones y medidas del cuerpo deben reflejar esta diversidad. Pero Haywood dice que los medios de comunicación hace caso omiso de esta diversidad y en su lugar impone un estereotipo de las mujeres como el ideal de la belleza.

«La publicidad y los medios de difusión promueven sólo una imagen de la mujer: Las altas de finas manos y blancas muy rubias», Haywood dice, «que, en realidad, no refleja la diversidad de las mujeres argentinas. Ellos glorifican un estándar de belleza que, para la mayoría, es inalcanzable. «

Haywood dice que esto afecta a la autoestima ya que la mayoría de las mujeres argentinas dificultades para encontrar ropa de moda en su tamaño. «Las mujeres y los jóvenes sólo tienen un ejemplo de lo que significa ser una mujer», dice. «Esto tiene un efecto grave sobre la autoestima de las niñas y su propia imagen. Los jóvenes se encuentran en una etapa clave cuando forman su percepción de sí mismos y aprenden rápidamente que tienen que adherirse a esta imagen un social de la mujer con el fin de ser aceptado «.

Este fenómeno también contribuye a trastornos de la alimentación, como la anorexia nerviosa, señala. «A pesar que las raíces de los trastornos alimentarios son complejos, no me cabe duda de que la falta de tallas tiene un papel importante», dice. «Es comprensible, entonces, que las mujeres y los jóvenes se sientan obligados a modificar su cuerpo con el fin de llevar la ropa que quieren». Los datos aportados por la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia en 2011, reveló que la Argentina tiene la segunda tasa más alta de trastornos de la alimentación en el mundo, detrás de Japón. La asociación internacional que trabaja para prevenir y tratar los trastornos de la alimentación se basó en una investigación de un psiquiatra e investigador en Londres, quien encontró que el 29 por ciento de los argentinos sufren de un trastorno de la alimentación y una de cada 100 mujeres luchan con bulimia o anorexia.

Karina dice que se defiende de la discriminación cotidiana, porque su cuerpo no encaja en el estereotipo. «Hay mucha crueldad en la gente», dice, «la discriminación e insultos disfrazados de silbidos». Esto tiene consecuencias personales y profesionales para ella. «Para buscar un trabajo, la talla es una fuente de inseguridad para mí», dice ella. «Y sin mencionar, que cualquiera se siente con derecho a invadir tu vida personal y te dicen que tienes que hacer dieta o te juzga por los estereotipos como sexualizada, perezosa o descuidada.»

Una Propuesta de Ley de Talles

Monique Altschul, directora ejecutiva de la Fundación Mujeres en Igualdad, la organización que llevó a cabo el estudio de investigación de tallas de ropa, dice que los medios de comunicación utiliza un doble discurso. «Los medios de comunicación tienen un doble mensaje», dice ella. «Por un lado, se extienden las tendencias de la moda a través de sugerencias totalmente discriminatorias. Y al mismo tiempo, saben que el tema del talle es muy popular. «

Altschul y María Luisa Storani, miembro de la Cámara de Diputados, han elaborado un proyecto de ley nacional que regula el tallaje.  Su objetivo es que el Congreso de la Nación debata el tema en 2013.  Fundación Mujeres en Igualdad ha venido promoviendo el proyecto de ley a través de varios eventos en el año 2012, como por ejemplo, con un desayuno en el Palacio del Congreso en agosto. «La iniciativa ha sido bien recibida en el ámbito de la Cámara de Diputados de la Nación», dice Storani. «Hay diputados que tienen un compromiso con la lucha por los derechos humanos y los derechos de género, que están más interesados ​​y comprometidos con lo que trata este».

Haywood dice que es esencial llevar a cabo un estudio que pueda servir como base para una ley de talles.  En su sitio Sitio web invita a firmar una petición para la aprobación de una ley «coherente e integradora». «Requerimos un estudio antropométrico sobre los cuerpos argentinos con el fin de poder hacer los tamaños para l@s argentin@s», dice ella. «Cuando tengamos los datos antropométricos que pueden dar una gama de tamaños y medidas reales de la mujer argentina, una ley nacional de talles podrá ser creada, para que realmente sirva a los consumidores».

Altschul dice que la resistencia a dicha legislación viene sobre todo de los miembros del sector empresarial vinculado a la industria de la moda, recordando el estudio de la organización en el 2007. «Hemos encontrado una posición monolítica», dice ella. «Nos pidieron que olvidáramos la ley, porque sólo ibamos a dañar los intereses de los importadores, los fabricantes y comerciantes».

Storani dice que la preocupación de los propietarios de negocios más grande es que la visualización de mayor tamaño le hará daño al prestigio de sus marcas. «Hay marcas específicas que son famosos por ser de moda, están a la venta para estar a la moda», dice ella. «Y que no coincide con la imagen de «Mujeres Gordas».

La Respuesta de los Comerciantes

S. Fernández, de 23 años, dirige una tienda de ropa en el barrio de Once. Niega que los comerciantes están boicoteando la ley de talles para mantener una imagen determinada. «Los comerciantes llevamos a cabo una actividad económica y, por tanto, respondemos a un determinado tipo de cliente que estamos buscando satisfacer», dice ella. «Cada dueño de negocio tiene el derecho de seleccionar su mercado y a los que quiere vender. Es uno de los principios del marketing, y eso no es discriminatorio. Se trata simplemente de identificar el mercado, nada más. «

Educación y Aceptación del cuerpo: Dos objetivos para que cambie la cultura

Educación y Aceptación del cuerpo: Dos objetivos para que cambie la cultura

Fernández asegura que sus existencias de almacén tienen tallas grandes. Ella dice que quienes acusan a los comerciantes  de no tener amplia selección de tamaños más grandes ni mostrarlos, no tienen en cuenta las dificultades a las que se enfrentan también. «Eso es poner la culpa en un solo lado, sin tomar en cuenta los otros factores, como el tamaño de la empresa, la capacidad de producción, las posibilidades económicas de invertir en una mayor variedad de tamaños,no está bien» dice ella. «Lo ideal sería una situación en la que todos ganan, sin dividir las aguas entre el bien y el mal.»

Mientras tanto, algunas tiendas dedicadas a ofrecer mayores tamaños han surgido, como Syes, ubicada en la capital. Se vende camisas, chaquetas y pantalones de talla 42 a 56. Una clienta es Fabiola Jiménez, de 35 años, madre de tres hijos, que dice que pesa 75 kilogramos (165 libras). «Me encanta la ropa que venden aquí», dice. «Es hermosa, y yo no me siento como si estoy usando un saco o para vestirse con el fin de cubrir mi cuerpo. Yo soy de una familia de talla grande, de caderas anchas, torsos anchos, y es una tragedia para mí comprar ropa, sobre todo después de tres niños. Pero aquí, encontré un lugar para venir a vestirme. «

Jiménez dice que este tipo de empresas considera a las mujeres de mayor tamaño en sus ofertas. «Lo bueno de estas tiendas es que se especializan en las personas como yo «, dice ella. «Así que ellos entienden por qué vienes.» Al mismo tiempo, la tienda ocupa un nicho comercial lucrativo. «Además, ellos ganan una clientela fiel que otras tiendas para mujeres delgadas no sirven», dice ella.

Como estudiante de diseño, Karina dice que hay un nicho de mercado de las personas que usan tamaños más grandes, que la política de comercialización en grandes almacenes de ropa no tiene en cuenta. «Como diseñadora, creo que hay un mercado interesante con el deseo de vestirse bien, compuesto por personas de un tamaño más grande», dice ella. «No me gusta usar la palabra» gorda «. Tiene una connotación peyorativa, y la gente de un tamaño más grande no es siempre por sobrepeso. A veces, su contextura es gruesa , sus huesos son anchos, pero no es grasa. Estas personas deben tener más atención de los diseñadores argentinos «.

Ella dice que, además de la promoción de una ley, la sociedad debe hacer hincapié en la educación desde edades tempranas. «La ley de talles no va a solucionar nada mientras no haya educación sobre el tema», dice. «Hay que enseñar a la gente que no todo es imagen y reforzar la aceptación del cuerpo desde la infancia. El concepto de belleza tiene que cambiar, así como el enfoque de la industria de la moda. «

Karina espera que, a través de la educación, el país pueda lograr un cambio cultural con respecto a los estereotipos de belleza. «Hay que desarrollar una nueva ética de manera que facilite un cambio cultural y evitar el sufrimiento con respecto al cuerpo», afirma.

Original en Inglés: «Argentine Legislators Consider Law to Regulate Clothing Sizes, Advocates Promote Positive Body Image» Por Vanessa Rivera de la Fuente Para Global Press Institute. Todos los Derechos Reservados

Publicidad y Chistes, Multiplicadores del Sexismo

«¿Quiere decir, que una MUJER, puede abrirlo?» La fotografía que ilustra este post, trata de vender ketchup haciendo un chiste, al insinuar que el envase es tan, pero tan fácil de abrir que hasta una mujer puede abrirlo. No me causa risa, sino que me indigna. Tal vez pase por aburrida, pero no me hacen reír los chistes o ironías a costa de las características personales, defectos, discapacidades o género. Ayer encontré una de esas «gracias» en clave discriminatoria, expulsadas al mundo con ganas de hacer reír (original en francés):

«La mujer de 20 años es como una pelota de rugby, 30 hombres corren detrás de ella; a los 30, es una pelota de fútbol, 22 hombres corren detrás de ella; a los 40, es una pelota de básquetbol, 10 hombres corren detrás de ella: a los 50, es una bola de béisbol, un hombre corre detrás de ella; a los 60, es una pelota de tenis, cada hombre la tira de un lado a otro; a los 70, es una pelota de golf, todos la arrojan bien lejos…»

Era una chica, tal vez orgullosa de estar aún en los 20 y sin ganas de preguntarse que sería de ella a los 60, si insistía en identificarse con esta barbaridad, lo que demuestra, cuan necesaria es la educación con perspectiva de género, a pesar de la opinión de algunos que califican los esfuerzos por la equidad como una exageración y a los intentos por establecer un lenguaje no sexista, un vicio feminista.

Los únicos vicios, a los que nos hemos acostumbrado, al punto de verlos como cotidianos, son el sexismo y la violencia. Ambos hacen de la mujer un objeto, una cosa para jugar, usar, patear y tirar, como una pelota. La discriminación y apología de la violencia que pretende divertir, es tan evidente y nos golpea tan cerca de la narices que, por cercana, pasa desapercibida para muchos. El mensaje es que, a medida que la mujer envejece, merece menos atención y respeto de parte de los varones: ¿Que hay de gracioso en ello?

Ser mujer e identificarse con estos chistes, al punto de reír y multiplicarlo, no es un elemento menor. En general, a las mujeres no se nos educa ni prepara como sujetos, para buscar una identidad propia, ni tener conciencia de nosotras mismas; se nos educa, tradicionalmente, para que sean otros quienes nos interpreten. En el marco del patriarcado, ofrecemos una reciprocidad engañosa, que sólo muestra el reflejo de las definiciones de otros sobre nosotras. ¿Quiénes son los otros? Pues los hombres.

No podemos desconocer que la construcción de la alteridad en la cultura patriarcal, pasa por la definición de los atributos de la mujer y su valor, en función de la importancia y valoración que le da el hombre. Si bien la división de los sexos es un hecho biológico, la asignación de roles no lo es. Así, la mujer se define como madre de los hijos del varón, esposa de su marido, «mujer de», para y por los deseos, necesidades y atributos que otro nos otorga.

«La mujer es mujer en virtud de cierta falta de cualidades» decía Aristóteles y, a continuación, Santo Tomás decreta que la mujer es «un hombre fallido», un «ser ocasional». Si pensamos en nuestra sociedad, basada en modelos organizativos y filosóficos greco-judeo-cristianos, es fácil advertir de donde viene esa dificultad para definirnos por nosotras mismas y ser eco inconsciente de los dichos de otros sobre nuestra naturaleza.

Pero la realidad no es inmutable; si las mujeres no nos definimos a partir de nuestro esencial, es porque tampoco hemos incorporado, en tanto género, como llevar a cabo este proceso. Todavía no llegamos a configurar el «Nosotras» para crear otra visión del mundo. Decidir ser una sujeta, independiente de alteridades externas, implica, dentro del patriarcado, un desafío y un esfuerzo titánico. No por nada luchamos por el fin de la discriminación, a favor de la igualdad, por nuestros derechos, contra el sexismo a todo nivel. Es una lucha, de la cual no todas las mujeres hacen eco; para muchas, aún es mucho más fácil y cómodo, por fuerza de la costumbre y el refuerzo social, seguir siendo un eco de sí mismas, una «bella sin alma» que espera a su «príncipe» para  confirmar sus roles y atributos en el mundo construído a favor del patriarcado. Como dice Simone de Beauvoir:

«Negarse a ser otro, rehusar la complicidad del hombre, sería para ellas renunciar a todas las ventajas que puede darles la alianza con la «casta superior». El hombre…se encargará de justificar su existencia. Junto con el riesgo económico, evita ella el riesgo metafísico de una libertad que debe inventar sus fines sin ayuda…»

El sexismo y la violencia no pueden tolerarse, menos podemos reírnos, ya que nos descalifican; está en cada una de nosotras desarrollar la capacidad de indignarse ante la más mínima intención de hacer de nuestro género, un motivo para la burla, la discriminación y la violencia. La raigambre cultural sexista se cambia desde dentro; cambia cuando las personas deciden no aceptarla, no multiplicarla y se atreven a señalarla como patrones inaceptables de la convivencia social; para ello es necesaria una actitud alerta y consciente, sobre los mensajes que circulan a diario y que representan de manera directa o simbólica, la idea de la mujer como objeto.

Mujer de Éxito no Combina con Canas

A Sandra Rawline ( en la foto, con su abogado)  la echaron de su trabajo por tener canas . Después de una carrera impecable y de ser premiada como «mejor empleada» en el 2004 y el 2005, la despidieron porque su imagen no coincidía con los nuevos canones de «modernización» de Capital Title, la empresa inmobiliaria en la que trabajaba.

Poco importó la experiencia de Sandra en el mercado inmobiliario. De nada valieron sus años de honrado servicio profesional, que la hizo conocida y apreciada entre los clientes.Cuando las oficinas de Capital Title se mudaron a un barrio más elegante de Houston, Texas, los directivos le pidieron a todos los empleados, pero especialmente a ella que cambiara su forma de vestir, usara más joyas y se tiñiera el pelo.Sandra tiene canas desde los 20 años y se negó a teñirlas.

Los directivos de la inmobiliaria dicen que la razón de su despido fue por motivos de «empatía», ya que uno de sus colaboradores se negaba a trabajar con ella; que «contratarían a una persona de 150 años si se lo mereciera». Sin embargo,la reemplazaron por una mujer más joven y no por otra con igual edad, grado de conocimiento y experiencia.

En Houston y en cualquier lugar donde casos como el de esta mujer se repiten, tienen un problema. ¿por qué el valor del conocimiento y experiencia de una mujer se vuelve indirectamente proporcional a los años que va cumpliendo?. Un hombre con experiencia se pone sabio, una mujer, se pone vieja. Que apreciación más injusta. Existen ejemplos a lo largo y ancho del mundo de mujeres que han mejorado sus vidas y las vidas de otros, dando muestras de energía y voluntad inagotables, a una edad donde la sociedad les dice que deben estar tejiendo calcetas.

He leído hasta el cansancio manuales de desarrollo empresarial donde se habla de la importancia del buen trato y la recompensa por el buen desempeño como una forma de crear valor agregado al producto y/o servicio. Tal parece que estos manuales están escritos pensando sólo en varones, porque Sandra Rawline obtuvo, como reconocimiento por todo su esfuerzo en añadir valor a su compañía, una carta de despido. Porque sus años no combinaban con la decoración de las nuevas oficinas.

Si el asunto era una cuestión de empatía, ¿No poseía la empresa un manual de manejo de conflictos en el ámbito laboral, un procedimiento de mediación, la alternativa de reasignar funciones? ¿Después de tantos años, no conocían lo suficiente a Sandra como para proponer una solución equitativa? Era más fácil atropellar la carrera profesional de una mujer, denigrándola por su edad y apariencia.

El abogado de Sandra dijo que «nadie debería sentirse humillado porque esté envejeciendo. Los clientes de una empresa inmobiliaria quieren trabajar con profesionales que conocen bien su trabajo y que no se preocupan por su tintura”. Y tiene razón, no sólo a un nivel jurídico. Nadie debería ser humillado ni perder parte de su dignidad a manos de las ideas que los otros tienen sobre nuestra manera de ser, lucir y pensar.

Aplaudo la decisión de la Señora Rawline de no teñirse las canas, ni cambiar su manera de vestir o cargarse de joyas para mantener su trabajo. Chapeau bas para su determinación de seguir siendo ella misma a los 52 años, y amarse lo suficiente para responder a los intentos de disciplinamiento y control externo sobre su cuerpo e imagen con una jugosa demanda por despido injustificado.

Sandra, al luchar por su derecho a ser valorada por su experiencia y ser aceptada como es, nos demuestra cuan alejada de la escala humana se encuentra la sociedad en que vivimos, en la cual la dignidad que nos corresponde por nacimiento, tenemos que reclamarla en tribunales; así como las formas sofisticadas que asume la violencia contra las mujeres, cuando se atenta contra nuestra integridad por razones «de mercado», razones que no existen en la práctica, porque la relación bastarda entre mujer+ belleza = muchas ventas, es aprendida y no proviene de los códigos naturales de convivencia humana.

Nosotras tenemos que hacernos cargos de estas percepciones fabricadas que restringen nuestras posibilidades, sin esperar que vengan otros a cambiarlas para nuestro beneficio. Cada una de nosotras tiene una responsabilidad sobre sus metas, sobre su proyecto de vida y la forma en que quiere vivirla. Seamos conscientes de nuestro valor único y nuestra dignidad inherente. Defendamos nuestra capacidad transformadora de todo tipo de poder, institucionalizado o fáctico, que desde cualquier púlpito, nos quiera convencer que son otros quienes deciden como somos aceptadas y hasta cuando llega nuestra «vida útil».

No somos refrigeradores ¡Somos personas!