Isabel I: «Mejor mendiga y soltera que Reina y casada»
Isabel Tudor. Hija bastarda de un monarca relajado de costumbres que rompió con la Iglesia para casarse con su amante, Ana Bolena. A los 15 años, fue encerrada en la Torre por cargos nunca probados de alta traición. Al asumir el trono a los 25, su entorno comenzó a presionarla para que se casara porque “una mujer no puede gobernar sola”.
No lo hizo. Declaró que se casaba con su misión de reina y de esta forma se emancipó de todo intento de dominación sobre su cuerpo, su vida y sus decisiones políticas.
Era el siglo 17 en Inglaterra y por las casi 3 décadas que duró su reinado, Isabel Tudor pateó los tableros de los malos pronósticos: No tuvo hijos, pero sí los ovarios de sobra para fundar una nación, definir sus fronteras y hacerla poderosa sin perder el estilo. Demostró que una mujer puede trascender sin marido e hijos y que una reina puede gobernar sin rey ya que «Habrá sólo una señora aquí y ningún amo». Lo hizo tan bien, que en la historia inglesa hay un antes y después de su época dorada
Para quienes han escrito su historia, su opción por la soltería y las realizaciones llevadas a cabo durante la época de oro Isabelina son nada más que manifestaciones de una sicología alterada, de frigidez o sicopatía :
Isabel fue una excelente reina, PERO… no era casada. Isabel hizo a Inglaterra poderosa en Europa PERO… nunca quedará aclarado el misterio de las limitaciones de su personalidad que la llevaron a rechazar el matrimonio.
¿Les suena conocido?
Se dice que esta reina talló en un cristal de la Torre de Londres lo siguiente: “Mucho se sospecha de mi, pero nada puede probarse…» Tal como ella, somos sospechosas si estamos solteras, propositivas y contentas. Así es.
Si ya tenemos que trabajar extra para demostrar merecemos respeto, cuando se trata de una mujer soltera que no anda llorando por los rincones por un novio, ni con el vestido blanco en la cartera buscando marido, además tenemos que lidiar con juicios a priori que se centran en nuestras decisiones personales como si fueran un problema
Pero no lo son: El ejercicio libre de nuestro derecho y capacidad de decidir sobre nuestras vidas, fijarnos nuestras propias metas y vivir de acuerdo a nuestras opciones, sin tener que justificarlas, es un problema sólo para el Patriarcado, que nos hace la vida de cuadritos cuando buscamos ser autónomas.
«No soy tu Isabel. Si crees que puedes gobernarme te has equivocado. Aquí habrá sólo una señora y ningún amo» #DealWithIt
¿Cuántas hemos tenido que aguantar preguntas y comentarios sobre nuestra situación sentimental, sin importar cuantas hojas de esfuerzos y logros sume nuestro Currículum: ”Me alegro por la beca pero ¿Cuándo te vas a casar?” “Tu ascenso es una buena noticia, ya es hora de ir pensando en buscar un hombre y tener hijos» «¿Por qué no tienes hijxs? ¿Pero, por qué?»
Mi pregunta es ¿SEGÚN QUIÉN? ¿Dónde está ese mandato que se supone ineludible, inalienable e irrenunciable?
Hace un tiempo atrás, un señor auto-declarado feminista (si, claro! Ja!) de esos que defienden la idea de que “la mujer tiene derecho a todo, pero TIENE QUE ser madre y esposa» y luchan para “DARLE más libertad a la mujer, porque la necesita” me llamó, queriendo ser ofensivo, un “Clítoris con Cerebro”, cuando cuestioné su noción de «Feminismo Protegido» según el cual, las mujeres podemos lograrlo todo, pero es mejor si un buen compañero feminista nos supervisa.
Vamos a ver, un clítoris con cerebro. No hay ofensa en ello. Es verdad, tengo un clítoris y tengo un cerebro. Llamarme así no es ofensivo per-se, pero evidencia que se subestima mi cuerpo y mis capacidades cuando no les someto a la valoración y guía masculina; por ello, la retribución es el estigma y el desprecio. Me hago cargo de este epíteto, el cual podría ser un buen epitafio tipo:
Aquí yace una Clítoris con Cerebro. Estuvo muy ocupada con ambos durante toda la Vida
Pienso en tantas mujeres que podrían ser Clítoris con Cerebro: Las que con una gran conciencia de sí, decidieron usar su poder y su talento natural para construirse a sí mismas y aportar a que otras mujeres pudiesen hacerlo.
No sé si me voy a casar algún día. Mientras tanto, llevaré mi cerebro y mi clítoris a experiencias sublimes de aprendizaje y goce – ¿Te creíste lo de Reina Virgen? – ya que como dijo la poderosa Doña de Inglaterra, bien claro y para que quedara en la historia:
Ustedes, señores, pueden hacer lo que deseen; Yo, no haré otra cosa más que lo que me plazca.
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