El Crimen de Honor que Levantó en Furia a las Mujeres de Jordania

 

Sarkhaat Al-Nisaa, que en árabe significa «Los Gritos de las Mujeres», es el nombre de una nueva campaña organizada por activistas feministas en Jordania, a raíz del brutal asesinato de una mujer de 30 años por parte de su padre en un llamado «crimen de honor», que ha puesto el tema de la violencia contra las mujeres en el país bajo el foco de atención, reavivando la furia pública y los llamados a la acción.

La mujer llamada Ahlam, divorciada y de poco más de 30 años, había sido devuelta recientemente a su familia después de ser ingresada en un centro de detención para mujeres por quejarse de ser víctima de abuso doméstico.

«Esta no es la primera vez, y lamentablemente no será la última», dijo la activista de 31 años Fatin Otoom. «La madre no hizo nada … le hizo una taza de té a su marido y él la bebió con la sangre de su hija todavía en sus manos».

El grupo se paró frente al Parlamento jordano el miércoles para dejar en claro sus demandas: quieren que el gobierno derogue los artículos del Código Penal de Jordania que permiten reducir las penas de prisión para los hombres que asesinan a sus familiares.

Los vecinos de Ahlam dicen que escucharon gritos a las 9 de la noche del día de su muerte y la vieron corriendo a la calle con el cuello sangrando, pidiendo ayuda a la gente porque su familia quería matarla. Nadie intervino cuando su padre vino corriendo detrás de ella con un ladrillo y la golpeó hasta matarla, antes de sentarse, encender un cigarrillo y beber una taza de té.

Debido al coronavirus, muchas naciones han visto aumentos en el abuso doméstico, incluida Jordania. En 2020, hubo nueve asesinatos contra mujeres. Anualmente, se reportan entre 15 y 20 «asesinatos por honor», según Human Rights Watch.

La princesa jordana Basma Bint Talal escribió en su página de Facebook: «Cuántas otras mujeres deben morir antes de que se tomen medidas punitivas adecuadas … No hay honor en el asesinato por honor y ya no podemos mirar hacia otro lado.»

Una Ley Francesa que Beneficia a los Agresores

A la vanguardia del movimiento Sarkhaat Al-Nisaa está Banan Abu Zaineddine, una activista feminista en Ammán. «El tema  de los crímenes  por honor está presente en todo el mundo árabe, no solo en Jordania», dice Abu Zaineddine.

«Me imagino que sucede en la mayoría de los países, pero en otros países tienen leyes que ayudan y apoyan a las mujeres, y las sanciones por cometer actos de violencia contra las mujeres son claras. Tenemos leyes en Jordania que no ayudan».

La más importante de estas demandas es la revisión de la estructura del Departamento de Protección de la Familia de Jordania y la revisión de artículos en el código penal que permiten reducciones en las sentencias sobre la base de que la familia perdona al asesino, que a menudo es miembro de la misma familia. 

Otras solicitudes incluyen pedir enmiendas a la Ley de Violencia Doméstica para garantizar que existan medidas efectivas que brinden a las niñas y mujeres en riesgo un acceso fácil a la protección sostenible y un sistema más sólido de responsabilidad del Departamento de Protección de la Familia, para que no vuelva a suceder.

El Código Penal de Jordania se deriva en parte del Código Napoleónico de Francia. El artículo 340, que permitía a los jueces dictar sentencias menos severas a los hombres que asesinaran a parientes mujeres por cometer adulterio o tener relaciones sexuales antes del matrimonio, fue derogado recientemente en 2018, en gran parte en parte por el trabajo de activistas de base como Abu Zaineddine.

Pero está el artículo 97, que permite que la pena por un asesinato premeditado se reduzca si se cometió debido a un «ataque de furia» y  permite que los asesinos condenados cumplan tan solo doce meses en la cárcel. Besan Jaber es otra activista e investigadora de derechos humanos con sede en Ammán. Ella explica cómo funcionan las leyes contra víctimas como Ahlam en Jordania: «La ley de sentencias y la ley de protección contra la violencia doméstica en algunos casos justifican estos actos o asesinatos como un acto de ira, lo cual reduce las sentencias»

Mujeres Musulmanas: Pañuelos Púrpura Contra el Femicidio

assiyazubair

Aziya Zubair – en la foto con su esposo- era una arquitecta y mujer de negocios de origen pakistani, residente en Estados Unidos, motivada por contribuir al fin de los estereotipos culturales sobre las y los musulmanes para una mejor convivencia en la sociedad norteamericana post 9-11. Por ello, junto a su esposo Muzzamil Hassan, decidió fundar en 2004 Bridges TV, un medio de comunicación satelital para conectar la vida de las comunidades musulmanas con la sociedad estadounidense.

La pareja habia estado casada 9 años y tenian dos hijos. Pero la realidad entre Aziya y Muzzamil no era precisamente la de un matrimonio ideal, como de aquellos que hablan las novelas y las series de TV. Aziya Zubair vivía entre su carrera, el activismo comunitario, el canal de TV y la espiral de violencia doméstica. El 12 de febrero de 2009 su cuerpo fue encontrado decapitado en el Estado de Nueva York, luego que su propio marido informara a la policía donde encontrarlo.

Los fiscales argumentaron que Hassan abusaba de su esposa y planeó el ataque en un pasillo de Bridges TV. Fue arrestado en 2009 después de que ingresó a una estación de policía en la ciudad de Buffalo, en el estado de Nueva York, y le dijo a los oficiales que su esposa estaba muerta. Muzzamil fue encontrado culpable y condenado el 7 de Febrero de 2011 a 25 años de prisión.

En febrero de 2010 y mientras aún se esperaba sentencia condenatoria para Hassan, las mujeres musulmanas norteamericanas comenzaron con el Día del Hiyab Púrpura, fecha que a partir del 2011 pasa a ser internacional, ya que es también conmemorada en Canadá, Inglaterra y Libia. Es una jornada de remembranza y apoyo para las víctimas de violencia doméstica y femicidio, pero es más que eso. Es una lucha para erradicar la violencia contra la mujer en las comunidades musulmanes e impugnar las narrativas religiosas patriarcales que la respaldan.

La fecha se conmemora cada año entre el 12 y el 16 del mes inclusive con distintas actividades como charlas de prevención, vigilias, jornada de educación comunitaria y cyberactivismo a través de redes sociales como Facebook o Twitter. Es tradición el uso del Hiyab o pañuelo islámico que cubre la cabeza, en color púrpura, pero también es posible sumarse vistiendo una prenda morada.

Durante esos días el objetivo es mantener viva la memoria y legado de Asiya Zubair, hacer conciencia sobre los efectos nefastos de la violencia doméstica y promover una cultura de respeto y buen trato, en la convicción de que la violencia contra las mujeres es un problema social que si bien no es exclusivo de las religiones, está presente en todas las religiones y mientras más animemos a toda la comunidad a hablar de ello, más grande es la posibilidad de reducir su incidencia.

El Día Internacional del Hiyab Púrpura fue pensado por las mujeres musulmanas, pero no pertenece sólo a ellas. Es de todas las mujeres y de toda persona que desee sumarse a la prevención de la violencia doméstica, a la denuncia del femicidio, al apoyo solidario a las víctimas y sus familias. Es un día de activismo y memoria, una oportunidad para encontrar nuevas maneras de terminar con la violencia de género en un contexto de acelerado aumento de esta en todas partes del mundo, porque ninguna civilización tiene el privilegio de la misoginia.

#NiUnaMenos. Vivas Nos Queremos!

Más de 2000 muertas por Feminicidio … Más de 700 desaparecidas en Argentina .. y más en América Latina y en el mundo.

Cuando era de esperar que no sobreviviríamos…

Doce meses transcurrieron desde que el acontecimiento #Ni Una Menos movilizó a miles de cientos de cuerpos que se reunieron en las plazas y en las calles. ¡Vivas nos queremos! simboliza la consigna de este año:

Ni una menos por femicidio, por trata, por aborto clandestino, por persecución judicial, por despido, por homo, lesbo y trans odio.

Por los feminicidios silenciados de mujeres indígenas y campesinas cuyos cuerpos se oponen como el último bastión en los conflictos territoriales contra el agronegocio, las corporaciones mineras o sojeras, la Marcha de Mujeres Originarias se hace presente este año invocando el derecho al Buen Vivir. Desde Honduras, el feminicidio de la líder indígena hondureña Berta Cáceres, asesinada vilmente, nos interpela en las luchas que las mujeres llevan adelante contra el sistema capitalista y extractivista. Berta fue la principal promotora de una campaña contra la construcción de una represa hidroeléctrica en el Río Gualcarque, lugar sagrado para el pueblo lenca.

Tras décadas de lucha de familiares y movilizaciones, el mapa de las luchas de las mujeres latinoamericanas contra los feminicidios abarca desde Ciudad Juárez hacia el último cielo de Sudamérica. En México, Susana Chávez acuñaría la consigna Ni Una Más para identificar la lucha contra los feminicidios. La escritora y activista, que escribiera Sangre en homenaje a una de las tantas mujeres muertas, apareció ella misma asesinada en 2011. A esa consigna le siguió Ni una mujer menos, ni una muerta más. No se trataba tan sólo de un problema del lenguaje. Era un tema de cuentas.

Por ello, el movimiento #NiUnaMenos colocó entre sus consignas de 2015 la creación del “Registro de Feminicidios”. Lo cual no significa que el movimiento se agote en él. Cada 30 horas una mujer muere en Argentina. El cuerpo de una niña es sacrificado, la infancia es asediada cuando se separan a la/os hermana/os de una familia por feminicidio vinculado.

#NiUnaMenos tiene una tarea inmensa que incluye muchos frentes, entre ellos la justicia patriarcal y machista, la desresponsabilización de los Estados por acción u omisión, la educación por una vida libre de violencias para las mujeres, la violencia mediática, la despenalización del aborto y más… La cuenta no (nos) cierra.

No queremos que nos arrebaten a otra mujer de la comunidad de mujeres. Por eso las contamos: más de 2160 asesinadas, de 700 desaparecidas, de 400 huérfanos… Las contamos todas y todos. Los familiares, las mujeres, los movimientos de mujeres, las feministas, la sociedad. Y nos faltan. La cuenta no nos cierra. Pedimos por eso que el Estado nos brinde los datos. Queremos la cuenta exacta. Sus vestidos (están) colgando de las perchas, sin sus cuerpos. Los zapatos rojos esparcidos por las calles, para traerlas a la memoria. Las contamos para exigir lesa humanidad.

Pero aún para el poder, debemos comprobar la sistematicidad. Los cuerpos, hallados, desaparecidos, huesos en el desierto, son reclamados hoy y siempre. La fuerza es haber logrado reunirlos a todos y alterar el régimen de lo invisible y lo (d)enunciable. La lista es infinita; pero alimenta la esperanza poder cerrarla. Lo que importa es que hoy todas y todos compartimos el mismo lenguaje y exigimos que la cuenta cierre. De una vez por todas. Que nos devuelvan a las desaparecidas por la trata. Ni Una Mujer Menos, Ni Una Muerta Más. Las queremos a todas de regreso a casa.

Ni Una Menos. Vivas nos queremos!

Karina Bridaseca Feminista descolonial. Coordinadora del Programa Sur-Sur (CLACSO). Coordinadora de la Red de Derechos Humanos e Investigadora Independiente del CONICET. Profesora de UNSAM y UBA.

El Feminicidio como Crimen de Honor

Aqsa, una víctima más del Patriarcado

Aqsa Parvez, una joven de 16 años de Mississauga, Canadá, se convirtió hace un tiempo en la victima número 12 en dicho país en morir para proteger el honor de su familia: El 10 de diciembre de 2007, su hermano la estranguló hasta la muerte por no usar correctamente el velo islámico. Aqsa era parte de una familia musulmana de origen Pakistaní. Si bien los tribunales canadienses calificaron el caso como «Crimen de Honor» varios líderes islámicos calificaron este – y otros casos similares ocurridos en Canadá- como «violencia doméstica». El 15 de junio de 201o su hermano Waqas y su Padre Muhammad- quien ordenó a la familia no denunciar a la policia el hecho- fueron sentenciados a cadena perpetua sin derecho a libertad bajo palabra hasta el 2028.

No me gusta el término violencia doméstica porque enmarca un problema social en un ámbito privado de injerencia limitada y hace aparecer la violencia de género como una cuestión que «no es de nuestra incumbencia». En mi opinión, Aqsa Parvez fue víctima Feminicidio.

¿Qué diferencia un Feminicidio de un Crimen de honor? Veamos:

Se habla de crimen de honor cuando un varón árabe o musulmán o residente en algún país de Asia o África asesina a una mujer de su familia o con la cual está relacionado de algún modo por considerar que su honra masculina o la honra de su familia ha sido mancillada y que sólo el crimen restaurará su dignidad o la del grupo familiar. Razones comunes para el crimen de honor son: Las relaciones prematrimoniales, el uso de ropa sugerente, la violación, rechazo a un matrimonio concertado, embarazo adolescente, ser homosexual, adulterio, etc.

Se habla de Feminicidio en el caso del homicidio evitable de mujeres por razones de género. Es, según sostiene la Casa de Encuentro, el asesinato de  una mujer por parte de un hombre que la considera de su propiedad.

¿Hay alguna diferencia entre estrangular a una joven pakistaní por no usar el velo islámico y la violación con resultado de muerte de una mujer en Rio de Janeiro, porque usaba la minifalda muy corta? La única diferencia es: Que en el primer caso juzgamos el crimen desde lo religioso-cultural y decimos que fue un Crimen de Honor y en la segunda, lo nombramos Feminicidio.

Si un padre asesina a su hijo por ser homosexual en Camberra, Australia, no se dirá que es un Crimen de Honor sino un Filicidio; si en Londres, Inglaterra, un hijo encuentra a su madre cometiendo adulterio y la corta en pedazos con el cuchillo de cocina, será procesado por Parricidio y no por Crimen de Honor.

No hay diferencia real, sólo en nuestra cabeza. Tanto en el uno como en el otro, lo que estimula la «legitimidad» de la acción por parte del varón es que asume que la víctima le pertenece; en los dos, la mayoría de las mujeres son asesinadas por su pareja o alguien cercano; en el Crimen de Honor y en el Feminicidio existe la creencia que la muerte de la mujer solucionará el problema. En ambos, prevalece la errónea concepción de que, en cierto modo, las víctimas «se lo buscaron»; todas son muertes innecesarias y evitables.

¿No es acaso a través del Feminicidio que el Patriarcado se reivindica, de manera cruenta, de supuestos «desafíos» a su hegemonía? ¿No es esto mismo lo que subyace en el Crimen de Honor? Ambos constituyen una expresión de «La Maté porque era Mía». No obstante, por alguna razón, el término asesinatos de honor cometidos por miembros masculinos de una familia en contra de hijas, madres, hermanas o novias, se reserva para crímenes cometidos contra mujeres de Asia o Países Árabes.

Lo único que diferencia al Crimen de honor del Feminicidio es que, desde una espuria idea de superioridad cultural, nos hemos acostumbrado a pensar que son crímenes de género menos importantes, por cometerlos personas que no pertenecen a la mayoría religiosa que conocemos, que no son de nuestra cultura o de nuestra raza: La dicotomia de civilización-barbarie es básica, antigua y opera efectivamente a la hora de disparar conceptos erróneos sobre los cuales juzgar la violencia contra las mujeres en escenarios diferentes al propio.

Prueba de ello es que la gran mayoría de las personas relaciona los crímenes de honor con la religión. La verdad es que no están asociados a ninguna religión en particular, porque ocurren tanto entre musulmanes como hindúes o comunidades de áfrica subsahariana: Si la religión no es una variable directa y excluyente de estas atrocidades, hay que identificar el factor común en todas ellas, cual es, el Patriarcado.

Si es el Patriarcado el poderoso denominador común, el Feminicidio bien podría ser considerado como Crimen de Honor y no hay razón de facto comprobable para no llamarlo así. Creo que debido a la concepción de tales como un producto cultural específico de ciertos grupos, perdemos de vista que constituyen Feminicidios. Esto pone a un grupo de mujeres en desventaja en cuanto a las reivindicaciones de sus derechos y la protección de su integridad.

Esta diferencia de apreciación es evidente en el caso de los registros canadienses de agresiones a las mujeres, en los cuales se establece que entre el 2002 al 2007, los crímenes de honor son 12 y los feminicidios 212: Para la estadística, los asesinatos tipificados como crímenes de honor son problemas de «aquellos otros», nada que se tenga que incluir en un reclamo global de erradicación del asesinato de mujeres por las sinrazones del patriarcado.

Cosas terribles ocurren a las mujeres en todo el mundo: El Feminicidio es una de ellas. No hay nación, etnia, religión o clase que tenga el monopolio de la misoginia.