10 Años y Divorciada: La Historia de Nojood Ali

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Afiche de la película Divorciada de Khadija Al Salami

Divorciada es una película de la directora Yemení Khadija Al-Salami, basada en la historia real de Nojood Ali, quien a los diez años de edad, obtuvo un divorcio y rompió con la tradición tribal de su país.​​

En noviembre de 2008, la revista femenina Glamour nombró a Ali y a su abogada Shada Nasser Mujeres del Año. Nojood es la imagen de portada del sitio Mezquita de Mujeres y una figura central en el movimiento yemení contra el Matrimonio Forzado.

Haz click en el afiche o en el nombre de la película para verla gratis y en línea.

Se Cumplen 40 años de la #HuelgaFeminista8M de las Mujeres Iraníes

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La movilización de mujeres en Irán contra el patriarcado es una protesta continuada que cumplirá este 8 de marzo 40 años. A horas de la #HuelgaFeminista, las feministas iraníes conmemoran 4 décadas de la suya, cuando ciudadanas de diverso origen y actividad, se convocaron en las calles para demostrar su resistencia al régimen de los Ayatollah.

El activismo feminista en Irán que vemos hoy a través de redes sociales, es una contribución relevante a los movimientos por los derechos de las mujeres en el mundo y no comenzó ayer.

El 8 de Marzo de 1979, 100.000 mujeres tomaron las calles de Teherán, la capital iraní, para protestar contra la decisión obligatoria del nuevo gobierno islámico sobre el hiyab, lo que significaba que a las mujeres se les exigiría llevar un pañuelo en la cabeza cuando estuvieran fuera de casa. La protesta se realizó en el Día Internacional de la Mujer y convocó a mujeres de todos los ámbitos de la vida (enfermeras, estudiantes, madres) marchando, con los brazos levantados en señal de protesta.

En la República Islámica de Irán, el Ayatollah Khomeini restringió severamente los derechos a los que las mujeres se habían acostumbrado bajo el Sha Pavlevi. A los pocos días de la fundación de la República Islámica del Irán, se derogó la Ley de Protección de la Familia de 1967; las trabajadoras del gobierno fueron obligadas a observar el código de vestimenta islámico; a las mujeres se les prohibió convertirse en jueces; las playas y los deportes estaban segregados por sexo; la edad legal de matrimonio para las niñas se redujo a 9 y a las mujeres casadas se les prohibió asistir a las escuelas regulares.

Casi de inmediato las mujeres protestaron por estas políticas. El levantamiento espontáneo de mujeres y hombres el 8 de marzo de 1979 fue un esfuerzo por proteger los logros del derecho de las mujeres conquistados en los 70 años precedentes de la historia iraní.

El papel de las mujeres iraníes en la revolución es paradójico.

Son visibles en la revolución, de una manera espuria: Khomeini necesitaba mujeres para hacer la revolución y sostenerla, pero relegó su papel a un rol binario y sexista: La «Mujer Ideal Revolucionaria» estaba entrenada en la tradición, era buena ama de casa y madre, servicial con los padres, esposos o hermanos piadosos. Para asegurarse de que no tentaran a los hombres, el régimen ordenó a las mujeres que se cubrieran todo menos la cara y las manos, se separaran de los hombres en lugares públicos y fueran supervisadas por la «policía moral». Khomeini llamó al chador la «bandera de la revolución».

Es, precisamente, el estatus quo impuesto por la revolución iraní lo que posibilita el surgimiento de una conciencia feminista. El agobio paulatino impuesto a las mujeres en la sociedad iraní por parte de los Ayatollah, despierta la necesidad de desafiar el poder de interpretación monolítico del clero, reformular conceptos y la ley islámica desde una perspectiva «feminista». Esto produjo fenómenos comunicacionales poderosos como la Revista Zanan, que es un hito en el desarrollo de la lucha por los derechos de las mujeres en Irán.

Con el tiempo, estos feminismos surgidos como resistencia a la revolución no solo abren las puertas de la interpretación de textos sagrados y debates sobre temas de mujeres a grupos distintos a los musulmanes, sino que también rompen con el conservadurismo de género reactivo y la fobia occidental que prevalece entre los fundamentalistas. Más tarde, especialmente con la Internet, se produce una conexión con el feminismo occidental y se crean nuevas conexiones entre las mujeres musulmanas y otros feminismos.

La era digital nos ha permitido conocer, empatizar y apoyar a estas mujeres, saber sus nombres, lo que viven y piensan ya sea desde el exilio como Nazanin Armanian, o prisioneras en Evin como Nasreen Soutoudeh. Y es que la revolución iraní, a su pesar y a pesar de la represión continua, ha producido una inesperada “Revolucionaria Ideal” encarnada en las generaciones de mujeres fuertes e inteligentes que no tienen miedo de desafiar al poder patriarcal hasta que caiga.

Porque va a caer. En todas partes, va a caer.

Llegamos a un nuevo 8 de marzo y la lucha continúa.

Beji Caed Essibsi, Presidente de Túnez: Un Aliado de los Derechos de las Mujeres

Por Leyal Khalife para Stepfeed

La lucha del presidente tunecino Beji Caed Essibsi por las mujeres va fuerte, y su discurso más reciente demostró hasta qué punto está dispuesto a ir. Así como el país celebró el Día Nacional de la Mujer el 13 de Agotso, Essibsi pidió un cambio en la legislación y las prácticas actuales del país con respecto a las mujeres.

«Se llama Libertad de Decisión»

En un discurso pronunciado en el Palacio Presidencial en Cartago, Essibsi instó al primer ministro y ministro de justicia del país a derogar el artículo 73, un decreto de 1973 que prohíbe a las mujeres musulmanas tunecinas casarse con hombres no musulmanes.

El presidente argumentó que la ley -que prohíbe a las mujeres- sólo participar en relaciones interreligiosas- es un «obstáculo para la libertad de elegir a su cónyuge».

Los matrimonios interreligiosos en Túnez – sólo cuando una mujer musulmana se casa con un hombre no musulmán – no son reconocidos por el muftí o autoridad religiosa del país. Los estudiosos islámicos tunecinos en Diwan al-Ifta expresaron su apoyo a los cambios propuestos por el presidente, según Al Arabiya.

La lucha de Essibsi por los derechos de las mujeres no se detuvo aquí. También pidió varias enmiendas a la legislación actual que otorgaría a las mujeres iguales derechos que los hombres, incluyendo los que rigen la herencia. Según la ley islámica, las mujeres heredan la mitad de lo que sus hermanos reciben. Essibsi quiere cambiar eso para las mujeres tunecinas, asegurando al público que sus puntos de vista se correlacionan con la Constitución del país.

El Estado está comprometido a lograr la plena igualdad entre mujeres y hombres … y la igualdad de oportunidades para que asuman todas las responsabilidades, como se estipula en el artículo 46 de la Constitución

La Constitución otorga la «libertad de creencia y conciencia en su sexto capítulo».

No vamos a pasar por reformas que puedan sorprender a la gente, que son en su mayoría musulmanes, pero estamos avanzando hacia la igualdad en todos los campos Estamos convencidos de que la mente legal tunecina encontrará fórmulas apropiadas que no están en conflicto con la religión y sus propósitos, o con la Constitución y sus principios, hacia la plena igualdad.

La convocatoria del presidente coincidió con el Día Nacional de la Mujer, que celebra a las mujeres tunecinas.

En la actualidad, hay 75 mujeres parlamentarias en el parlamento 2017, la mayor representación femenina en cualquier país árabe, y su representación no se detiene en el ámbito político. Según el presidente de Túnez:

Las mujeres representan el 60 por ciento de las personas que trabajan en el sector médico, el 35 por ciento en la ingeniería, el 41 por ciento en el poder judicial, el 43 por ciento en la ley y el 60 por ciento en la educación superior

Túnez es considerada una pionera en los derechos de la mujer en todo el mundo árabe.

Desde hace mucho tiempo, Túnez ha sido aclamada por liderar la región en términos de derechos de la mujer. Sus leyes de estado personal son consideradas como una de las más progresistas en el mundo árabe.

En julio, el parlamento de Túnez aprobó un proyecto de ley que protege a las mujeres de la violencia en lo que Human Rights Watch (HRW) describió como un «paso histórico para los derechos de las mujeres».

La nueva ley, que entrará en vigor el próximo año, introduce nuevas disposiciones penales e incrementa las penas por diversas formas de violencia, acoso sexual y discriminación contra las mujeres.

Entre otras cosas, la ley penaliza el acoso sexual en los espacios públicos, prohíbe el empleo de niños como trabajadores domésticos y elimina un artículo polémico que permite a los violadores casarse con sus víctimas para escapar del castigo.

El Matrimonio Inter-religioso es Problemático

A principios de este mes, las fotos de una pareja interreligiosa que se casó en una iglesia libanesa fueron virales, causando bastante revuelo en las redes sociales.

La pareja – Marwa Fawaz y Boutrous Kattoura – tuvo una boda en la iglesia y una ceremonia de boda islámica.

La pareja recibió una aprobación del jeque Ali Al Ameen, quien basó su decisión en una fatwa que permite a las mujeres musulmanas casarse con «gente del libro», lo que significa cristianos o judíos. También obtuvieron la aprobación del Padre Basilios Nasr, quien ofició su ceremonia de boda en la iglesia.

En declaraciones a Annahar, Nasr dijo: «Nuestro objetivo es unir a las personas en lugar de dividirlas y construir una sociedad basada en la comprensión y el amor».

La pareja también tendrá una ceremonia civil fuera del Líbano para registrar legalmente su matrimonio en el Líbano.

Cómo los Medios Informan Israel y Palestina

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Noor Wazwaz, productora periodística de medios que llegan a cerca de 14 millones de oyentes en la Radio Pública Nacional de Estados Unidos, habló el 28 de julio en el Centro Palestino en Washington, DC. Noor, que ha participado en muchos eventos como ponente y panelista centrada en el periodismo, la juventud musulmana y la islamofobia, discutió cómo navega a través del mundo de los principales medios de comunicación y los desafíos que enfrenta al informar sobre Palestina.

Wazwaz describió su infancia en Chicago, escuchando la frustración de su padre mientras miraba las noticias. «Crecí como palestina, con un padre palestino que siempre estaba mirando a Al Jazeera. Cuando me sentaba con él, nunca entendí por qué estaba tan apasionado por las noticias, sobre el periodismo y la política «, dijo. «Cuanto más me sentaba con él, más me apasionaba también.»

Aun así, cuando Wazwaz anunció por primera vez que el periodismo era la carrera que quería seguir, recibió resistencia de su familia, que la convenció de estudiar algo que consideraban más práctico. «Decidí ir por la ruta segura y entrar en algo en el campo médico», explicó. «Mi grado de pregrado es en realidad en psicología clinica»

Entonces, en su último semestre, Wazwaz decidió que ya no podía negarse a sí misma la oportunidad de seguir su pasión. Terminó medicina, tomó un tiempo para reflexionar y volvió a la escuela para recibir su maestría en la Northwestern University, donde, como parte de su programa, pudo viajar a Jerusalén, Cisjordania e incluso a Guantánamo.

Sus viajes dieron forma a la experiencia temprana de Wazwaz en el campo del periodismo, y cuando ella comenzó a trabajar en medios de comunicación grandes, y competitivos, se dio cuenta de las falencias en la cobertura del conflicto palestino-israelí.

Uno de los problemas es que no hay contexto dado. No hay contexto histórico o político- dijo Wazwaz – Eso es lo que muchos de los principales medios de comunicación están perdiendo. Cuando no se conoce la historia de Palestina y se oye hablar de violencia allí, se pierde la humanización de la historia – dijo.

También explicó cómo el contexto más importante que falta es el papel de Estados Unidos en apoyar a Israel, citando los más de $ 100 mil millones en ayuda proporcionada por los Estados Unidos desde la creación de Israel en 1948. «Nuestros medios no transparentan realmente la cantidad de influencia que Estados Unidos ha tenido en este conflicto «, dijo Wazwaz, explicando que Estados Unidos favorece la seguridad israelí sobre la seguridad palestina.

Otro elemento importante que falta es una explicación del derecho internacional, continuó. «Bajo el derecho internacional, los asentamientos son ilegales», señaló Wazwaz, pero los principales medios de comunicación se muestran reticentes a afirmar este hecho. Bajo el derecho internacional, explicó, los palestinos tienen derecho a regresar a sus casas, lo que es poderosamente simbolizado por los miles de refugiados que se llevaron las llaves a sus hogares.

Wazwaz hizo un llamamiento a los consumidores de medios de comunicación y periodistas por igual a «repensar el concepto de objetividad periodística» y no tener miedo de compartir la verdad y el contexto completo. «Podemos sentirnos preocupados de que seamos llamados sesgados o seamos atacados», concluyó. «Deberíamos dejar de preocuparnos por ello, centrarnos menos en eso, y en realidad centrarnos en las críticas que tienen mérito periodístico».

Por Kelly Fleming para The Washington Report

 

La Activista Palestina Lucy Talgieh Gana Elecciones Locales

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El 13 de mayo de 2017, los palestinos acudieron a las urnas para elegir representantes para sus representantes municipales locales. Entre los candidatos, estaba Lucy Talgieh. Una activista de paz y derechos humanos que trabaja como Coordinadora de Proyectos de Mujeres en el Centro de Resolución y Transformación de Conflictos de Palestina de Wiam, uno de los socios de la Red Internacional de Acción de la Sociedad Civil (ICAN) y de la Alianza de Mujeres para la Seguridad (WASL).

En su trabajo Talgieh alentó a una mayor participación de las mujeres en los partidos políticos y consiguió un acuerdo para elevar la cuota de mujeres en cargos públicos a un mínimo del 30% (del 18 al 20%). En mayo, ella puso en práctica lo que ella había estado predicando y compitio como candidata independiente en las elecciones locales de Cisjordania en Belen. Y ganó.

¿Su reaccion? «Muy feliz, especialmente porque me postulé como candidatoa independiente en una lista electoral y estaba fuera de la cuota». Ella pone su victoria en el contexto. «La mayoría de las mujeres que asistieron a las elecciones no tenían experiencia en movimientos sociales ni en movimientos de mujeres, y sólo fueron incluidas porque sus partidos tenían que cumplir con la cuota», explica.

Las mujeres palestinas son únicas en su lucha por la igualdad: La gran mayoría de ellas enfrentan discriminación interna dentro de sus familias y comunidades, que es el resultado de una sociedad patriarcal desbalanceada. Tambien la discriminación externa, resultado de años de vida bajo ocupación. Cada uno de estos factores contribuye a los desafíos que enfrentan en el proceso electoral.

Con ayuda del programa RISE de ICAN, y mediante su trabajo en el Centro Wiam, Lucy desarrolló un programa llamado «Construyendo un compromiso compartido para una participación más activa de las mujeres en las elecciones locales», que trató de abordar estos obstáculos. A través de esta iniciativa, Lucy reunió a múltiples actores de la comunidad para fomentar la participación de las mujeres en los niveles locales y fomentar el debate sobre sus papeles principales en la sociedad palestina.

Ellos crearon una hoja de ruta sobre las maneras de integrar a las mujeres en las elecciones, tanto como votantes y candidatas. Las actividades incluyeron la organización de diálogos nacionales entre las distintas partes interesadas sobre la participación de las mujeres en las elecciones.

En las mesas redondas se puso de relieve la influencia de los sesgos familiares en la limitación de la capacidad de participación de las mujeres y la falta de conciencia social de la importancia de su participación política. A la gran mayoría de las mujeres se les hace creer que no cuentan con el conocimiento o el potencial para presentarse a la presidencia y que la política está únicamente dentro del ámbito de los hombres en la familia. Estas discriminaciones internas se agravan por factores externos. Los participantes acordaron por unanimidad que la sociedad discrimina a las mujeres cuando se trata del proceso electoral.

Lo que distingue a Lucy de tantos otros que trabajan en la participación política es que ella lidera con el ejemplo. Aunque había muchos obstáculos, Lucy Talgieh persistió. Se unió a una plataforma como independiente, con otras 9 personas de diferentes partidos. «Los movimientos de mujeres deben trabajar más duro en el fortalecimiento de la capacidad de las mujeres para participar efectivamente en el proceso político, y no sólo estar satisfechos con una cuota», dijo Talgieh.

Fuente: ICAN Peace Network

Houria Bouteldja: «¿Porqué solo las Mujeres Blancas tienen el Privilegio de la Solidaridad?»

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Antes de entrar de lleno en el tema, permítanme presentarme, pues la palabra debe estar siempre situada en su contexto. Vivo en Francia, soy hija de emigrantes argelinos. Mi padre era obrero y mi madre, trabajadora del hogar. No intervengo en calidad de socióloga, investigadora o teóloga.

En otras palabras, no soy una experta. Soy una militante y me expreso a través de mi experiencia militante, política y agregaría que se trata de una experiencia sensible. Hago todas estas precisiones porque deseo que mi intervención sea lo más honesta posible. Y, hablando con toda sinceridad, no he reflexionado hasta hoy en día sobre el cuadro problemático que implica el tema del feminismo islámico.

Entonces, ¿por qué participar en este coloquio? Cuando se me invitó, dije claramente que yo no tenía ninguna competencia para hablar sobre el feminismo islámico pero que podía intervenir tratando la noción de feminismo descolonial, una reflexión que desde mi punto de vista debe estar integrada, en general, a la del feminismo islámico. Por ello, propongo un cierto número de preguntas que podrían ser útiles para nuestra reflexión colectiva.

¿Es el Feminismo universal?
¿Cuál es la relación entre los Feminismos blanco/ occidentales y los Feminismos del tercer mundo, entre ellos los del mundo Islámico?
¿Es el Feminismo compatible con el Islam?
Si es así, ¿cómo legitimarlo y cuáles serían finalmente sus prioridades?

¿Es el Feminismo Universal?

Para mí, esta es la pregunta de todas las preguntas, cuando hay un trabajo descolonial y cuando se quiere descolonializar el feminismo. Esta interrogante es esencial, no tanto por su respuesta, sino porque nos obliga a quienes vivimos en Occidente, a tomar precauciones necesarias cuando nos confrontamos a sociedades de Otros… Tomemos el ejemplo de las llamadas sociedades occidentales que han asistido a la emergencia de movimientos feministas y que han sido influenciadas por ellos.

Las mujeres que han luchado contra el patriarcado y por una igual dignidad entre hombres y mujeres han obtenido derechos y han hecho progresar la condición de las mujeres, de las cuales yo misma soy beneficiaria. Comparemos la situación de estas mujeres, es decir nosotras, con las de las llamadas sociedades primitivas de la Amazonia, por ejemplo. Existen aquí y allá sociedades alcanzadas por la influencia occidental. Preciso aquí entre paréntesis que yo no considero que ninguna sociedad sea primitiva. Pienso que hay diversos espacios/tiempos en nuestro planeta, diferentes temporalidades, y que ninguna civilización está por delante o detrás de otras, que yo no me sitúo en la escala de progreso y que no considero tampoco el progreso como un fin en sí mismo o como un horizonte político.

Para decirlo de otra manera, yo no considero necesariamente el progreso como progreso, sino a veces y a menudo como una regresión. Y pienso que la cuestión descolonial se aplica igualmente a nuestra percepción del tiempo. Cierro el paréntesis. Para retomar el tema, si se toma el criterio del simple «bienestar», ¿quién de esta sala puede afirmar que las mujeres de estas sociedades (que no conocen el feminismo tal y como es concebido por nosotras) son más desgraciadas que las mujeres europeas, quienes no solamente han participado en las luchas, sino que han beneficiado a sus sociedades con sus inestimables logros?

Por mi parte, yo soy incapaz de responder a esta interrogante y dichoso el que, o la que, pueda hacerlo. Pero una vez más, la respuesta no es tan importante. Es la pregunta la que lo es. Porque ella nos obliga a una mayor humildad y detiene nuestras tendencias imperialistas y nuestros reflejos automáticos de injerencia. Nos obliga a no considerar nuestras normas como universales y a no calcar nuestra realidad sobre la de otras. En resumen, nos obliga a situarnos en nuestra particularidad.

Habiendo abordado claramente este tema, me siento más libre para formular la segunda pregunta relativa a las relaciones entre los feminismos occidentales y los del tercer mundo. Estas son forzosamente complejas, pero una de sus dimensiones es la dominación norte / sur. Una aproximación descolonial debe cuestionar esta relación y buscar invertirla. Un ejemplo:

En el 2007, las mujeres del Movimiento Los Indígenas de la República participaron en la marcha anual del 8 de marzo consagrada a la lucha de las mujeres. En este período la campaña estadounidense contra Irán había empezado. Decidimos entonces desfilar detrás de una banderola cuya palabra de orden era: “No feminismo sin Anti-imperialismo”.

Llevábamos todas kefias palestinas y difundíamos documentos de solidaridad con tres mujeres iraquíes de la resistencia, que habían sido tomadas prisioneras por los americanos. A la llegada, las organizadoras del cortejo oficial comenzaron a proclamar eslóganes de solidaridad con las mujeres iraníes. Estas palabras de orden en plena ofensiva ideológica contra Irán nos consternaron profundamente. ¿Por qué las iraníes o las argelinas y no las palestinas o las iraquíes? ¿Por qué esta elección selectiva? Para contrapesar estos eslóganes, por nuestra parte decidimos expresar nuestra solidaridad no hacia las mujeres del tercer mundo, sino hacia las mujeres occidentales. Así, comenzamos a gritar:

¡Solidaridad con las suecas!
¡Solidaridad con las italianas!
¡Solidaridad con las alemanas!
¡Solidaridad con las inglesas!
¡Solidaridad con las francesas!
¡Solidaridad con las norteamericanas!

Lo cual significaba: ¿por qué solamente ustedes, mujeres blancas, tienen el privilegio de la solidaridad? Ustedes también son golpeadas, violadas, ustedes también sufren la violencias masculinas, ustedes también son mal pagadas, despreciadas, sus cuerpos también son instrumentalizados… Les puedo decir que nos miraron como si fuéramos unas extraterrestres.

Lo que decíamos les parecía surrealista, inconcebible. Era la cuarta dimensión.  No era tanto el hecho de recordarles su condición de mujeres en occidente lo que les chocaba. Era el hecho que las africanas y las árabe-musulmanas se autorizaban a invertir simbólicamente una relación de dominación y se erigían como las madrinas protectoras. En otros términos, con esta pirueta retórica se les demostraba que ellas tenían en los hechos un estatus superior al nuestro. Viendo sus reacciones de incredulidad, comenzamos a reír…

Otro ejemplo: una amiga me comentaba a su vuelta de un viaje de solidaridad con Palestina, cómo las mujeres francesas abordaban a las palestinas preguntándoles si ellas utilizaban métodos de anti-concepción para controlar sus embarazos. Según mi amiga, las palestinas no concebían que siquiera se pueda formular este tipo de preguntas, siendo tan importante en Palestina el tema demográfico. Sus perspectivas son completamente diferentes. Para muchas mujeres palestinas, tener hijos es un acto de resistencia frente a la limpieza étnica israelí.

He ahí dos ejemplos para ilustrar lo que es nuestra condición de mujeres racializadas, comprender sus temáticas y afrontar un camino para combatir el feminismo colonial y eurocéntrico.

¿Es el Islam compatible con el Feminismo?

Esta pregunta es una mera provocación de mi parte. Yo no la tolero. Si yo la hago, es porque me pongo en la piel de un periodista francés que cree formular una pregunta sumamente pertinente. Por mi parte, me rehúso a responderla, por principio.

Por un lado, porque parte de una posición arrogante. La/el representante de una civilización «X» emplaza a la/el representante de una civilización «Y» de probar algo. A «Y» se le coloca así en el banquillo de los acusados y debe proporcionar las pruebas de su «modernidad», justificarse para gustar a «X».

Por otro lado, porque la respuesta no es simple, cuando se sabe que el mundo islámico no es monolítico. El debate puede así eternizarse hasta el infinito y es justamente lo que pasa cuando se comete el error de responder. En cuanto a mí, yo corto el debate, proponiendo la siguiente pregunta a «X»: ¿es la República francesa compatible con el Feminismo? Les puedo asegurar una cosa: La victoria ideológica está al final de esta pregunta. En Francia, muere una mujer cada tres días por violencia conyugal. Se estima en 48.000 el número de violaciones al año. Las mujeres son mal pagadas. Las jubilaciones de las mujeres son inmensamente inferiores a las de los hombres. El poder político, económico, simbólico sigue estando en manos de los hombres.

Es cierto que desde los años 60-70 los hombres participan más en las labores del hogar: ¡Estadísticamente, 3 minutos más en 30 años!! Entonces, retomo mi pregunta: ¿Hay compatibilidad entre la República francesa y el feminismo? Estaríamos tentados a responder que no. De hecho, la respuesta no es ni sí ni no. Son las mujeres francesas las que han liberado a las mujeres francesas y es gracias a ellas que la república es menos machista que lo que era antes. Lo mismo es válido para los países árabe musulmanes, asiáticos o africanos. Ni más ni menos. Sin embargo, con un desafío adicional: consolidar la dimensión descolonial, la crítica de la modernidad y del eurocentrismo en el combate de las mujeres.

¿Cómo legitimar el Feminismo Islámico?

Por mi parte, este se legitima a priori y no a posteriori. No existe un examen de feminismo. El simple hecho de que las mujeres musulmanas se levanten para reivindicar su derecho y dignidad basta para un pleno reconocimiento. Y yo sé por mi conocimiento íntimo de las mujeres del Maghreb o de la inmigración, que «la mujer sumisa» no existe. Fue inventada. Conozco a mujeres dominadas; sumisas, ¡muchas menos!

Quisiera terminar hablando de lo que deberían ser para mí las prioridades del feminismo descolonial. Ustedes han oído hablar de Amina Wadud y de su compromiso en la elaboración de un feminismo islámico. Ella se volvió célebre el día que dirigió la oración, un rol que es por tradición realizado por los hombres. En términos absolutos, fuera de contexto, diría que aparentemente se podría pensar que se trata de un acto revolucionario.

Ahora bien, en el contexto internacional desde la revolución islámica iraní y sobre todo desde el 11 de setiembre (Islamofobia, instar al Islam a «ponerse al día», inducción de modernización,…) es un mensaje mucho más ambiguo el que se difunde con este acto. ¿Responde a una reivindicación fuerte, urgente, a una espera fundamental de las mujeres musulmanas? ¿O bien a una espera del mundo blanco? Permítanme inclinarme por la segunda hipótesis. No es que no se encuentren mujeres que crean injusto el que tan solo los hombres puedan dirigir la oración,  sino que las prioridades y las urgencias de las mujeres están fuera de ello.

¿Qué quieren las afganas, las iraquíes o las palestinas? La paz, el fin de la guerra y de la ocupación, la reconstrucción de sus infraestructuras, marcos legales que aseguren su protección y sus derechos, dar de comer y beber para calmar el hambre, alimentación y educación para sus hijos en buenas condiciones.

¿Qué quieren las mujeres musulmanas de Europa, sobre todo las emigrantes, que viven en su mayor parte en barrios populares? Quieren trabajo, vivienda, derechos que las protejan contra las violencias del estado y contra las violencias masculinas. Ellas exigen el respeto por su religión y su cultura.

¿Por qué todas estas reivindicaciones son eliminadas y por qué el acto de dirigir la oración es híper publicitado mundialmente, mientras que el cristianismo y el judaísmo no se caracterizan precisamente por su defensa irrestricta de la igualdad de los sexos?

Para terminar con este ejemplo, pienso que el acto de Amina Wadud es todo lo contrario de lo que pretende ser. En los hechos e independientemente de la voluntad de esta teóloga, es para mí un acto contraproducente. Este no podrá asumir su carácter feminista sino cuando el Islam sea tratado de manera igualitaria y cuando la reivindicación por dirigir la oración surja de manera real de las propias mujeres musulmanas. Es tiempo de ver a los musulmanes y musulmanas como ellos son y no como desearíamos que fueran.

Concluyo acá esperando haber trazado algunas pistas para un verdadero feminismo descolonial al servicio de las mujeres, de todas las mujeres que juzguen que se encuentra ahí el camino de su emancipación.

Texto de Houria Bouteldja, portavoz del PIR, en el IV Congreso Internacional de Feminismo Islámico que se celebró en Madrid del 21 al 24 de octubre de 2010.

Carta de una Mujer Afgana a su Acosador Sexual

El acoso sexual callejero es violencia

El acoso sexual callejero es violencia

*Por Noorjahan Akbar

¿Que Tal Señor?

No sé su nombre, pero usted se cruzó conmigo una semana después del  Eid-al-Fitr en un bazar de Kabul. Es posible que me recuerde. Yo era la mujer joven que llevaba un pañuelo blanco y una larga túnica roja bordada con pantalones oscuros. Yo estaba de pie junto a un puesto de verduras y negociaba el precio de la menta fresca cuando usted pasó y me pellizcó el trasero. Me puse roja. El anciano que vendía verduras lo notó, pero no dijo nada. Es probable que vea cosas como esas todos los días. Esto me había pasado más de una vez; pero esta vez me sentía más incómoda, porque el vendedor se dio cuenta.

Corrí detrás de usted y agarré su muñeca. Asustada y sudando empecé a gritar: «¿Por qué has hecho eso? ¿Cómo te atreves? ¿Haces esto en casa a los miembros de tu familia también?» Usted comenzó a gritar más fuerte: » Usted está loca! Yo no he hecho nada. Usted no es digna de que yo le haga alguna cosa».

Me sentí avergonzada de decirle a la gente lo que usted había hecho. Usted probablemente recuerda cómo todo el mundo nos estaba mirando. Otras mujeres me aconsejaron mantener la calma, que un escándalo como ese sólo podría arruinar mi reputación, pero yo no iba a rendirme. Empecé a gritar. Pronto llegó la policía y nos  llevó a los dos a la estación.

Un hombre alto, de uniforme, me preguntó qué había pasado. Le dije. Usted abrió la boca y el policía lo mandó a callar. Lo siguiente que supe, fue que el agente policial le estaba pegando. Usted estaba en el suelo y él le estaba pateando con sus zapatos gigantes. El sudor goteaba de sus espesas cejas. Debe haber estado tan enojado como yo.

Yo a usted no lo volví a ver, pero el amigo que estaba caminando con usted ese día, me siguió luego durante todo el camino a casa. Él me dijo: «¿Cuál es el problema? No es como que te haya violado!».  Pero yo estaba demasiado cansada para una segunda pelea.

Usted y su amigo, probablemente, dicen ser musulmanes. Es probable que hasta recen en la mezquita todos los viernes o más a menudo. Es probable que digan a sus esposas que no deben salir de la casa, porque el mundo exterior está lleno de hombres horribles, listos para agredirlas y atacar su dignidad. Incluso, es probable que usted crea que tenía derecho a tocar mi trasero porque usted piensa que una «buena mujer» nunca sale a la calle sin un hombre. Sus hermanas son «buenas», se quedan en casa cuando usted las presiona para ello con esos argumentos. Si yo fuera una «mujer buena», haría lo mismo. Las calles pertenecen a los hombres.

Le escribo esta carta para decirle que nunca tuve la intención de que usted fuese golpeado y humillado, pero no siento culpa de haber hablado. Le escribo para decirle que yo sé lo que usted pretende: Usted quiere amenazarme, asustarme y mantenerme encerrada en casa, para que aprenda a cuidar a muchos niños y a cocinar como una esposa amable y sea sumisa para el hombre con el que algún día me case. Usted quiere que yo esté aterrorizada del mundo exterior e insegura de no encontrar mi camino y mi lugar en el mundo. Usted quiere que yo piense que el único lugar seguro y «decente» para mí está en la cocina y el dormitorio.

Pero me dirijo a usted para informarle que yo no voy a comprar eso nunca más. Ni usted, ni los talibanes, ni este gobierno, ni mi hermano ni madre, ni nadie me puede convencer de que yo soy menos que un hombre, de que no puedo protegerme a mi misma, de que yo no puedo ser lo que quiero; nadie puede convencerme de que la mejor vida para mi es estar «segura» en la cocina, donde un hombre o una madre tengan el control de mis movimientos. Yo no voy a comprar eso. Nunca más.

Voy a salir de casa todos los días y a caminar con valentía por las calles de mi ciudad, no porque tenga que hacerlo, sino porque YO PUEDO. Ni el acoso o asalto sexual, ni un gobierno opresivo jamás serán capaces de negarme ese poder otra vez.

Con Rebeldía,

 La mujer que usted ha acosado

……………………………………………….

 Noorjahan Akbar nació en Kabul, en una familia de hombres y mujeres empoderad@s, dedicados a la idea de dar forma a un nuevo Afganistán. Le enseñaron a ser mejor, a personificar la bondad, la justicia y la igualdad y a no perder la esperanza en la humanidad.