¿A Quién Culpar por el Patriarcado?

Por Vanessa Rivera de la Fuente

Una niña de 16 años fue drogada y luego violada por 33 hombres en Brasil. La policía detuvo al novio como sospechoso. Un video de 30 segundos mostrando el sufrimiento de la niña fue subido a las redes sociales, como una exhibición del poder «omnipotente» del patriarcado en el cuerpo de las mujeres, un poder que no sólo destruye úteros o vejigas sino que también deja insoportables heridas en el alma.

Una mujer fue atacada en Chile por su ex-pareja. Se llama Nabila. El la violó y luego le arrancó los ojos, en un ataque de celos, porque ella asistió a una fiesta y, después de meses de la ruptura, se atrevió a divertirse sin él.

Cada día el cuerpo de una mujer asesinada aparece en algún lugar de América Latina. Aparecen en el medio de la carretera, en los vertederos de basura, envueltos en bolsas de plástico, en el bosque o en la orilla de la playa, cortados en trozos, empalados con escobas, quemados con ácido. Y a medida que crece la indignación, la violencia se ensaña con sus estragos con las mujeres.

¿A quién culpar por el patriarcado?

¿A los violadores? el sistema de justicia tiende a liberarlos ¿Al golpeador de mujeres? La policía nunca toma en serio todas esas acusaciones de violencia doméstica ¿Al asesino? que siempre actúa para restaurar su honor mancillado ¿Al acosador? que puede él hacer, de todos modos, con todas esas chicas dando vueltas por ahí en minifalda…

¿A quién culpar por el patriarcado?

La novia soñando con un marido que la mantenga
El chico cantando un Reggaeton donde «Yo te clavo en la pared».
La madre que educa a «Machos» y «Princesas»
El jefe diciendo «Ella está en sus días»

Tu compañero de trabajo susurrando: «Así nunca vas a agarrar novio»
La esposa diciendo: «No soy feminista, soy femenina»

La mamá que la viste solo de rosa, porque es una chica
El papá que compra muñecas y lavadoras para ella y juegos de química para él
El novio que revisa tu teléfono y tu Facebook.
La mujer que dice que otra mujer se ve como una puta con esa ropa.
La madre soñando con un príncipe azul como yerno
El papá que paga por sexo con chicas de la edad de su hija

Tu padre diciendo que ningún hombre te amará porque estás gorda
Ese novio que «te respeta mucho» y se caga de risa de lo que hace contigo en la cama con su ex novia
Los profesionales de tu equipo que te piden servir café, en lugar de escuchar lo que tienes que decir

La marca de jabón de lavar hablando sólo contigo, la mujer
El médico que te niega el control de la natalidad, ya que en SU opinión «Tal vez EL podría querer un bebé»
La matrona gritando «Aguanta el dolor, perra, ya que te gustó andar de suelta antes de casarte»
Tu padre impidiendo a tu madre a trabajar: El Sheikh en la Mezquita dijo que él tiene autoridad sobre ella.. y Ella lo cree
La portada de todos los periódicos, todos los días, en el mundo

Esa cuñada murmurando «Pero ella no es virgen»
La iglesia protegiendo la vida, mientras nuestras vidas escapan, desangrándose, en abortos ilegales
El sexismo en la broma, la publicidad, las telenovelas, los concursos de belleza.
Los medios de comunicación excusando a los asesinos, ya que las mujeres «Aparecen muertas»

La doctora en Estudios de Género diciendole a tu novio:»Ella exagera, controla a tu mujer».
Quien en estos momentos te está obligando a hacer/decir algo que no querías.
El amante usándote solo para obtener su propio orgasmo
El novio que se ríe de lo que sus amigos dicen acerca de tu cuerpo
El que dice: «¿Me estás dejando después de todo lo que hice por ti?»
Quien te humilla, te desprecia, te pone sobrenombres.

El que te presenta a su familia diciendo: «Ella no tiene un cuerpo de modelo, pero al menos…».

La mujer que dice «Tal vez ella hizo algo, las mujeres son mentirosas».
El que rompe tu autoestima todas las noches a puñetazos
Quien te aísla, te controla, te sigue.
La madre forzando a la chica a lavar los platos y limpiar la habitación de su hermano
El hombre diciendo «Centrarse demasiado en la violencia contra las mujeres es discriminatorio contra los varones».

Mi abuelo frotándose contra mí cuando tenía 8 años diciendo «no le digas a mamá»
El camarada que te manda a limpiar después de la reunión política
Ese compañero «Feminista y Libertario» que no cuestiona sus privilegios.
Un clérigo que me dijo que debo tomar el acoso emocional como una prueba de mi fe en Dios
Mi «aliado» gay burlándose de mi violación con sus amigos gays, mientras otros gays escuchan en silencio

Musulmanes diciendo «No acuse a su marido a la policía, le harás mala imagen al Islam, mejor ora por él»
El macho progre que va al evento del 8 de Marzo, pero recibe calladito un cheque más grande que el mío, porque tiene un pene
Las mujeres que aceptan irse a la parte trasera de la Mezquita
El taxista que mira mis tetas

La prima que te culpa por el divorcio porque «No sabes cómo mantener a tu hombre feliz»

Quien se burla de que no uso maquillaje
Quien se burla de que no este casada a los 4o
Quien se burla de que soy madre soltera

Todos ellos, en frente de la televisión preguntándose
¿Qué está mal con la gente que hoy otra mujer fue atacada?

 

Miles de gracias a Itatí Schvartzman por la inspiración

Miss Escaparate: Mujeres, Medios y Poder

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«La forma más común de que la gente te entregue su poder es que crea que no lo tiene». Así comienza Miss escaparate, documental que describe la escasa participación de las mujeres en los puestos de poder y se cuestiona «la limitada y estigmatizada visión que los medios ofrecen de ellas».

«Cuando la sociedad integra este concepto, la voz de las mujeres deja de importar, además de dificultar su acceso a la política, desde donde podrían contribuir a cambiar esta posición de desigualdad».

Relevantes educadores, intelectuales, periodistas, actrices como Jane Fonda o Geena Davis abordan esta problemática en Miss Escaparate y abogan por un cambio radical, donde los hombres no se sientan amenazados por el acceso de la mujer a los ámbitos tradicionalmente masculinos y nosotras encontremos auto-estima y confianza en nuestro potencial para traspasar los roles que la sociedad nos ha impuesto con demasiada frecuencia.

La Violencia en la Publicidad NO es Glamorosa

¿Qué dice la Publicidad sobre Nosotras?

¿Qué dice la Publicidad sobre Nosotras?

Fíjate Bien en lo que consumes. Puede ser que estés apoyando a una empresa que usa tu condición de mujer para convertirte en objeto, para transformar la violencia en algo glamoroso, relacionado con marcas de alto nivel y promover al maltrato como una expresión sensual de audacia. O denigrándote por tu  género, raza, origen. Pon atención a los mensajes que te rodean, a lo que dicen de ti como mujer y a lo que le dicen a otros sobre lo que tú eres. No permitas que la promoción del abuso favorezca el capitalismo. No somos una mercancía.

Publicidad y Chistes, Multiplicadores del Sexismo

«¿Quiere decir, que una MUJER, puede abrirlo?» La fotografía que ilustra este post, trata de vender ketchup haciendo un chiste, al insinuar que el envase es tan, pero tan fácil de abrir que hasta una mujer puede abrirlo. No me causa risa, sino que me indigna. Tal vez pase por aburrida, pero no me hacen reír los chistes o ironías a costa de las características personales, defectos, discapacidades o género. Ayer encontré una de esas «gracias» en clave discriminatoria, expulsadas al mundo con ganas de hacer reír (original en francés):

«La mujer de 20 años es como una pelota de rugby, 30 hombres corren detrás de ella; a los 30, es una pelota de fútbol, 22 hombres corren detrás de ella; a los 40, es una pelota de básquetbol, 10 hombres corren detrás de ella: a los 50, es una bola de béisbol, un hombre corre detrás de ella; a los 60, es una pelota de tenis, cada hombre la tira de un lado a otro; a los 70, es una pelota de golf, todos la arrojan bien lejos…»

Era una chica, tal vez orgullosa de estar aún en los 20 y sin ganas de preguntarse que sería de ella a los 60, si insistía en identificarse con esta barbaridad, lo que demuestra, cuan necesaria es la educación con perspectiva de género, a pesar de la opinión de algunos que califican los esfuerzos por la equidad como una exageración y a los intentos por establecer un lenguaje no sexista, un vicio feminista.

Los únicos vicios, a los que nos hemos acostumbrado, al punto de verlos como cotidianos, son el sexismo y la violencia. Ambos hacen de la mujer un objeto, una cosa para jugar, usar, patear y tirar, como una pelota. La discriminación y apología de la violencia que pretende divertir, es tan evidente y nos golpea tan cerca de la narices que, por cercana, pasa desapercibida para muchos. El mensaje es que, a medida que la mujer envejece, merece menos atención y respeto de parte de los varones: ¿Que hay de gracioso en ello?

Ser mujer e identificarse con estos chistes, al punto de reír y multiplicarlo, no es un elemento menor. En general, a las mujeres no se nos educa ni prepara como sujetos, para buscar una identidad propia, ni tener conciencia de nosotras mismas; se nos educa, tradicionalmente, para que sean otros quienes nos interpreten. En el marco del patriarcado, ofrecemos una reciprocidad engañosa, que sólo muestra el reflejo de las definiciones de otros sobre nosotras. ¿Quiénes son los otros? Pues los hombres.

No podemos desconocer que la construcción de la alteridad en la cultura patriarcal, pasa por la definición de los atributos de la mujer y su valor, en función de la importancia y valoración que le da el hombre. Si bien la división de los sexos es un hecho biológico, la asignación de roles no lo es. Así, la mujer se define como madre de los hijos del varón, esposa de su marido, «mujer de», para y por los deseos, necesidades y atributos que otro nos otorga.

«La mujer es mujer en virtud de cierta falta de cualidades» decía Aristóteles y, a continuación, Santo Tomás decreta que la mujer es «un hombre fallido», un «ser ocasional». Si pensamos en nuestra sociedad, basada en modelos organizativos y filosóficos greco-judeo-cristianos, es fácil advertir de donde viene esa dificultad para definirnos por nosotras mismas y ser eco inconsciente de los dichos de otros sobre nuestra naturaleza.

Pero la realidad no es inmutable; si las mujeres no nos definimos a partir de nuestro esencial, es porque tampoco hemos incorporado, en tanto género, como llevar a cabo este proceso. Todavía no llegamos a configurar el «Nosotras» para crear otra visión del mundo. Decidir ser una sujeta, independiente de alteridades externas, implica, dentro del patriarcado, un desafío y un esfuerzo titánico. No por nada luchamos por el fin de la discriminación, a favor de la igualdad, por nuestros derechos, contra el sexismo a todo nivel. Es una lucha, de la cual no todas las mujeres hacen eco; para muchas, aún es mucho más fácil y cómodo, por fuerza de la costumbre y el refuerzo social, seguir siendo un eco de sí mismas, una «bella sin alma» que espera a su «príncipe» para  confirmar sus roles y atributos en el mundo construído a favor del patriarcado. Como dice Simone de Beauvoir:

«Negarse a ser otro, rehusar la complicidad del hombre, sería para ellas renunciar a todas las ventajas que puede darles la alianza con la «casta superior». El hombre…se encargará de justificar su existencia. Junto con el riesgo económico, evita ella el riesgo metafísico de una libertad que debe inventar sus fines sin ayuda…»

El sexismo y la violencia no pueden tolerarse, menos podemos reírnos, ya que nos descalifican; está en cada una de nosotras desarrollar la capacidad de indignarse ante la más mínima intención de hacer de nuestro género, un motivo para la burla, la discriminación y la violencia. La raigambre cultural sexista se cambia desde dentro; cambia cuando las personas deciden no aceptarla, no multiplicarla y se atreven a señalarla como patrones inaceptables de la convivencia social; para ello es necesaria una actitud alerta y consciente, sobre los mensajes que circulan a diario y que representan de manera directa o simbólica, la idea de la mujer como objeto.

Mujer de Éxito no Combina con Canas

A Sandra Rawline ( en la foto, con su abogado)  la echaron de su trabajo por tener canas . Después de una carrera impecable y de ser premiada como «mejor empleada» en el 2004 y el 2005, la despidieron porque su imagen no coincidía con los nuevos canones de «modernización» de Capital Title, la empresa inmobiliaria en la que trabajaba.

Poco importó la experiencia de Sandra en el mercado inmobiliario. De nada valieron sus años de honrado servicio profesional, que la hizo conocida y apreciada entre los clientes.Cuando las oficinas de Capital Title se mudaron a un barrio más elegante de Houston, Texas, los directivos le pidieron a todos los empleados, pero especialmente a ella que cambiara su forma de vestir, usara más joyas y se tiñiera el pelo.Sandra tiene canas desde los 20 años y se negó a teñirlas.

Los directivos de la inmobiliaria dicen que la razón de su despido fue por motivos de «empatía», ya que uno de sus colaboradores se negaba a trabajar con ella; que «contratarían a una persona de 150 años si se lo mereciera». Sin embargo,la reemplazaron por una mujer más joven y no por otra con igual edad, grado de conocimiento y experiencia.

En Houston y en cualquier lugar donde casos como el de esta mujer se repiten, tienen un problema. ¿por qué el valor del conocimiento y experiencia de una mujer se vuelve indirectamente proporcional a los años que va cumpliendo?. Un hombre con experiencia se pone sabio, una mujer, se pone vieja. Que apreciación más injusta. Existen ejemplos a lo largo y ancho del mundo de mujeres que han mejorado sus vidas y las vidas de otros, dando muestras de energía y voluntad inagotables, a una edad donde la sociedad les dice que deben estar tejiendo calcetas.

He leído hasta el cansancio manuales de desarrollo empresarial donde se habla de la importancia del buen trato y la recompensa por el buen desempeño como una forma de crear valor agregado al producto y/o servicio. Tal parece que estos manuales están escritos pensando sólo en varones, porque Sandra Rawline obtuvo, como reconocimiento por todo su esfuerzo en añadir valor a su compañía, una carta de despido. Porque sus años no combinaban con la decoración de las nuevas oficinas.

Si el asunto era una cuestión de empatía, ¿No poseía la empresa un manual de manejo de conflictos en el ámbito laboral, un procedimiento de mediación, la alternativa de reasignar funciones? ¿Después de tantos años, no conocían lo suficiente a Sandra como para proponer una solución equitativa? Era más fácil atropellar la carrera profesional de una mujer, denigrándola por su edad y apariencia.

El abogado de Sandra dijo que «nadie debería sentirse humillado porque esté envejeciendo. Los clientes de una empresa inmobiliaria quieren trabajar con profesionales que conocen bien su trabajo y que no se preocupan por su tintura”. Y tiene razón, no sólo a un nivel jurídico. Nadie debería ser humillado ni perder parte de su dignidad a manos de las ideas que los otros tienen sobre nuestra manera de ser, lucir y pensar.

Aplaudo la decisión de la Señora Rawline de no teñirse las canas, ni cambiar su manera de vestir o cargarse de joyas para mantener su trabajo. Chapeau bas para su determinación de seguir siendo ella misma a los 52 años, y amarse lo suficiente para responder a los intentos de disciplinamiento y control externo sobre su cuerpo e imagen con una jugosa demanda por despido injustificado.

Sandra, al luchar por su derecho a ser valorada por su experiencia y ser aceptada como es, nos demuestra cuan alejada de la escala humana se encuentra la sociedad en que vivimos, en la cual la dignidad que nos corresponde por nacimiento, tenemos que reclamarla en tribunales; así como las formas sofisticadas que asume la violencia contra las mujeres, cuando se atenta contra nuestra integridad por razones «de mercado», razones que no existen en la práctica, porque la relación bastarda entre mujer+ belleza = muchas ventas, es aprendida y no proviene de los códigos naturales de convivencia humana.

Nosotras tenemos que hacernos cargos de estas percepciones fabricadas que restringen nuestras posibilidades, sin esperar que vengan otros a cambiarlas para nuestro beneficio. Cada una de nosotras tiene una responsabilidad sobre sus metas, sobre su proyecto de vida y la forma en que quiere vivirla. Seamos conscientes de nuestro valor único y nuestra dignidad inherente. Defendamos nuestra capacidad transformadora de todo tipo de poder, institucionalizado o fáctico, que desde cualquier púlpito, nos quiera convencer que son otros quienes deciden como somos aceptadas y hasta cuando llega nuestra «vida útil».

No somos refrigeradores ¡Somos personas!